Mis amores, dejare por aca el mismo mensaje que en la portada. Mis novelas no tienen relleno, no me gusta, así que eso de que la estoy alargando, no es verdad. Estoy desarrollando todo lo que prepare para ella. Quizás al ser una historia de ritmo lento no es les guste, eso es válido. Otra cosa, tampoco es mas de los mismo, jajajaja. Por lo general las heroínas andan sufridas y bobas, esta no. Al igual que Nat, creo que es un prota que ha dado la batalla por su chica, además, de que no es un troglodita. En fin, para las que están ansiosas ya estamos en la recta final. ¡UN BESO, LAS AMO!
UNA GUERRA SIN CUARTELCon Nathaniel sentado en su oficina, el investigador le entregó la información que había recopilado. Al abrirla, su corazón se detuvo al ver el nombre de Elara en la hoja. Sus ojos se clavaron en el hombre, esta vez llenos de ira.―¡¿Qué significa esto?! ―exclamó, dejando salir toda su rabia contenida.―Lo lamento, señor, pero es la información que obtuve. ―respondió el investigador con cautela. ―Investigué a todos los empleados cercanos a la planta ejecutiva, y en ese entonces la señorita…―Señora. ―lo corrigió Nathaniel con firmeza. ―señora Cross.―Sí, señor… la señora Cross aún trabajaba como su asistente. Confirmé que recibió una fuerte suma de dinero en su cuenta personal, no la que está ligada a la empresa. También descubrí que ella era quien más estaba involucrada en los proyectos de la empresa; como su asistente tenía libertad total para acceder a toda esa información.Nathaniel se quedó mirando el nombre de Elara como si le quemara. Su respiración se hi
EN DEFENSA PROPIA.Elara correspondió el beso en un principio, pero luego se recordó en la situación en la que estaban y lo apartó.―No, Nathaniel, tenemos que hablar, ¿de acuerdo?Pero Nathaniel interpretó su gesto como un rechazo y la furia dentro de él creció.―¿Qué? ¿Ahora me rechazas? ¿Es por él? ―gruñó enfadado.Elara respiraba agitada y asustada.―Nathaniel, ¡déjame hablar, ¿de acuerdo?! Estás tomado, y no estás en tus cinco sentidos, hablemos mañana.―¡No! ―gritó perdiendo el control. ―quiero hablar ahora, ¡ahora mismo! Eres una descarada, que se atreve a hablar con su amante en mis narices, ¡¿quién demonios piensas que soy?!Elara controló su propia rabia, comprendiendo que él estaba, además de bebido, dejando salir su dolor.―Zayd no es mi amante. ―dijo manteniendo la calma. ―Y si estábamos hablando era porque…―Le diste mi proyecto. ―la interrumpió Nathaniel con una voz cargada de acusación. ―le diste mi proyecto a tu amante.La tensión entre ellos era palpable, como una cue
UN PLAN EN MARCHA.Nathaniel no había podido concentrarse durante toda la mañana; las palabras de Elara seguían resonando en su cabeza y la semilla de la duda se había instalado en su pecho.«¿Y si ella tiene razón? ¿Y si todo es un plan para separarnos?»Pero cuanto más lo pensaba, más se repetían las imágenes de ella y Zayd en su mente, haciendo que la ira llenara sus venas. Un golpe en la puerta lo sacó de sus cavilaciones.―¿Cómo estás? ―Daniel cerró suavemente la puerta y caminó hacia él.―Nada bien. ―dijo Nathaniel suspirando.―No, eso queda claro, se te nota. No voy a preguntarte, sé que en su debido momento me contarás, pero esto creo que te interesa muchísimo.Las cejas de Nathaniel se fruncieron.―¿Qué es?―La información del padre de Elara.Esto captó la atención de Nathaniel por completo. Daniel no lo hizo esperar y comenzó a hablar.―Esteban Vance, trabajaba en Industrias Cross.―¡¿Qué?! ―exclamó Nathaniel sorprendido.―Así como lo oyes. ―dijo Daniel con total seriedad. ―
UN ODIO PROFUNDO.En la oficina, Daniel miraba a Nathaniel sin entender.―¿Vengarse de qué, Nat?Él se puso de pie y caminó hacia la caja fuerte, sacó una carpeta y se la entregó.―Jonathan me dio esta información. ―dijo con voz dura. ―el padre de Elara no murió en un accidente de coche, su auto fue saboteado. Allí encontrarás toda la investigación que hizo Jonathan, y… Cómo mi padre está indirectamente vinculado con el accidente.Los ojos de Daniel se abrieron mientras leía.―Joder, esto es… ―Alzó la cabeza y miró a su amigo. ―¿Por qué no habías dicho nada?―¿Crees que es fácil? Cuando me enteré apenas y pude disimular delante de ella. Mi padre. ―gruñó. ―mi padre tuvo que ver con la muerte de los padres de Elara.Daniel se puso de pie y dejó la carpeta sobre la mesa.―Tiene que haber una explicación, Nat. ¿Por qué lo haría tu padre? Uno no despierta queriendo desaparecer a alguien así no más.Nathaniel caminó de un lado a otro, frustrado y confundido.―No lo sé, Daniel. Lo único que
TRAGARTE TUS PALABRAS. Esa noche, Nathaniel caminaba de un lado al otro frente a la puerta, después de escuchar a su amigo, decidió tomar el consejo, y, a decir verdad, Daniel tenía razón. No quería perder a Elara, ella era la mujer de su vida. Finalmente, después de llenarse de valentía, giró el pomo de la puerta solo para encontrarla cerrada. La agitó varias veces y este no cedió. Del otro lado, Elara miraba el paisaje nocturno en el balcón, mientras su mano acariciaba lentamente su vientre. De repente, escuchó la voz de Nathaniel del otro lado. ―Elara… ―ella se giró y sin razón alguna su corazón comenzó a latir fuerte. Se acercó lentamente, deseosa de escuchar nuevamente su voz; desde que discutieron lo había extrañado con todas sus fuerzas, anhelándolo cada noche, sintiendo el amargo sabor de su ausencia. ―Elara, sé que estás ahí. ―Nathaniel dijo pausadamente. ―por favor, abre. Hablemos… El silencio se colgó en el aire, pesado y cargado de emociones no dichas. Elara se detuv
REVELACIÓN.La habitación estaba bañada en una luz fría y estéril, el sol de la tarde apenas se filtraba a través de las persianas cerradas. Zayd Al-Rashid estaba de pie, imponente, su figura alta y oscura proyectaba una sombra amenazante sobre Megan, que estaba sentada en una silla frente a él, sus manos temblorosas entrelazadas con fuerza en su regazo.―Megan. ―empezó Zayd, su voz era un trueno bajo, cada palabra cargada con un poder que hacía que el aire vibrara. ―Tienes dos caminos frente a ti. Uno te lleva a una celda de prisión tan fría y solitaria que te hará desear nunca haber nacido.Megan se encogió ante sus palabras, sus ojos se llenaron de lágrimas, y su labio inferior tembló.―Yo… yo no quería… solo me pagaron para…Zayd golpeó la mesa con la palma de su mano, haciendo que Megan diera un salto en su asiento.―¡Silencio! ―rugió. ―No quiero tus patéticas excusas. Me repugnas.Elara, hasta ese momento en silencio, se movió ligeramente, su presencia era como la de una diosa d
REVELACIÓN (II)Victoria le lanzó una mirada que era un claro aviso.―No te atrevas.Pero Megan avanzó, ignorando la advertencia silenciosa de Victoria. Cuando subió al escenario, Elara le extendió el micrófono con una sonrisa de triunfo. Con voz temblorosa, pero creciente en confianza, Megan confesó.―Victoria me pagó para tomarme fotos comprometedoras con el Empresario… ―le dio una mirada de soslayo al hombre y luego apartó los ojos rápidamente ― Zayd Al-Rashid y hacerme pasar por Elara. ―reveló Megan. ―Lo siento mucho.Los asistentes al evento comenzaron a cuchichear entre ellos y las miradas de desaprobación se dirigían hacia Victoria, quien estaba al borde de un colapso.―¡Es mentira! ¡Todo es una calumnia! ―gritaba Victoria, pero su protesta se perdía entre los murmullos escandalizados de la multitud.Elara se rio con desdén y se volvió hacia Julián, quien hasta ese momento había sido un espectador silencioso.―¿Y qué dices tú, Julián? ¿Acaso también es mentira lo tuyo con Victo
REVELACIÓN (III) El caos reinaba en el salón de eventos tras el impactante desenlace del enfrentamiento. Victoria yacía en el suelo, un grito desgarrador se escapó de sus labios, un grito que pedía ayuda con una urgencia que helaba la sangre. ―¡Ayuda! ¡No puedo ver! ¡Mis ojos! ―grito, su voz era una mezcla de pánico y dolor incomprensible. Sus manos temblorosas se movieron hacia su rostro, tocando con horror los fragmentos de cristal que se habían incrustado en su piel. ―¡Estoy desfigurada! ¡Dios mío, mi rostro! Elara, paralizada por la gravedad de lo ocurrido, miraba la escena con un temblor que se apoderaba de cada fibra de su ser. Nathaniel la envolvió en sus brazos en un intento de ofrecer consuelo. ―Todo estará bien. ―murmuro con voz calmada, aunque sus propios ojos reflejaban la conmoción del momento. ―Pero es mi culpa… Si yo no… Nathaniel la cortó, su tono era firme, intentando infundirle algo de su fuerza. ―No, Elara, no es tu culpa. Fue un accidente, Victoria resbaló.