UN ODIO PROFUNDO.En la oficina, Daniel miraba a Nathaniel sin entender.―¿Vengarse de qué, Nat?Él se puso de pie y caminó hacia la caja fuerte, sacó una carpeta y se la entregó.―Jonathan me dio esta información. ―dijo con voz dura. ―el padre de Elara no murió en un accidente de coche, su auto fue saboteado. Allí encontrarás toda la investigación que hizo Jonathan, y… Cómo mi padre está indirectamente vinculado con el accidente.Los ojos de Daniel se abrieron mientras leía.―Joder, esto es… ―Alzó la cabeza y miró a su amigo. ―¿Por qué no habías dicho nada?―¿Crees que es fácil? Cuando me enteré apenas y pude disimular delante de ella. Mi padre. ―gruñó. ―mi padre tuvo que ver con la muerte de los padres de Elara.Daniel se puso de pie y dejó la carpeta sobre la mesa.―Tiene que haber una explicación, Nat. ¿Por qué lo haría tu padre? Uno no despierta queriendo desaparecer a alguien así no más.Nathaniel caminó de un lado a otro, frustrado y confundido.―No lo sé, Daniel. Lo único que
TRAGARTE TUS PALABRAS. Esa noche, Nathaniel caminaba de un lado al otro frente a la puerta, después de escuchar a su amigo, decidió tomar el consejo, y, a decir verdad, Daniel tenía razón. No quería perder a Elara, ella era la mujer de su vida. Finalmente, después de llenarse de valentía, giró el pomo de la puerta solo para encontrarla cerrada. La agitó varias veces y este no cedió. Del otro lado, Elara miraba el paisaje nocturno en el balcón, mientras su mano acariciaba lentamente su vientre. De repente, escuchó la voz de Nathaniel del otro lado. ―Elara… ―ella se giró y sin razón alguna su corazón comenzó a latir fuerte. Se acercó lentamente, deseosa de escuchar nuevamente su voz; desde que discutieron lo había extrañado con todas sus fuerzas, anhelándolo cada noche, sintiendo el amargo sabor de su ausencia. ―Elara, sé que estás ahí. ―Nathaniel dijo pausadamente. ―por favor, abre. Hablemos… El silencio se colgó en el aire, pesado y cargado de emociones no dichas. Elara se detuv
REVELACIÓN.La habitación estaba bañada en una luz fría y estéril, el sol de la tarde apenas se filtraba a través de las persianas cerradas. Zayd Al-Rashid estaba de pie, imponente, su figura alta y oscura proyectaba una sombra amenazante sobre Megan, que estaba sentada en una silla frente a él, sus manos temblorosas entrelazadas con fuerza en su regazo.―Megan. ―empezó Zayd, su voz era un trueno bajo, cada palabra cargada con un poder que hacía que el aire vibrara. ―Tienes dos caminos frente a ti. Uno te lleva a una celda de prisión tan fría y solitaria que te hará desear nunca haber nacido.Megan se encogió ante sus palabras, sus ojos se llenaron de lágrimas, y su labio inferior tembló.―Yo… yo no quería… solo me pagaron para…Zayd golpeó la mesa con la palma de su mano, haciendo que Megan diera un salto en su asiento.―¡Silencio! ―rugió. ―No quiero tus patéticas excusas. Me repugnas.Elara, hasta ese momento en silencio, se movió ligeramente, su presencia era como la de una diosa d
REVELACIÓN (II)Victoria le lanzó una mirada que era un claro aviso.―No te atrevas.Pero Megan avanzó, ignorando la advertencia silenciosa de Victoria. Cuando subió al escenario, Elara le extendió el micrófono con una sonrisa de triunfo. Con voz temblorosa, pero creciente en confianza, Megan confesó.―Victoria me pagó para tomarme fotos comprometedoras con el Empresario… ―le dio una mirada de soslayo al hombre y luego apartó los ojos rápidamente ― Zayd Al-Rashid y hacerme pasar por Elara. ―reveló Megan. ―Lo siento mucho.Los asistentes al evento comenzaron a cuchichear entre ellos y las miradas de desaprobación se dirigían hacia Victoria, quien estaba al borde de un colapso.―¡Es mentira! ¡Todo es una calumnia! ―gritaba Victoria, pero su protesta se perdía entre los murmullos escandalizados de la multitud.Elara se rio con desdén y se volvió hacia Julián, quien hasta ese momento había sido un espectador silencioso.―¿Y qué dices tú, Julián? ¿Acaso también es mentira lo tuyo con Victo
REVELACIÓN (III) El caos reinaba en el salón de eventos tras el impactante desenlace del enfrentamiento. Victoria yacía en el suelo, un grito desgarrador se escapó de sus labios, un grito que pedía ayuda con una urgencia que helaba la sangre. ―¡Ayuda! ¡No puedo ver! ¡Mis ojos! ―grito, su voz era una mezcla de pánico y dolor incomprensible. Sus manos temblorosas se movieron hacia su rostro, tocando con horror los fragmentos de cristal que se habían incrustado en su piel. ―¡Estoy desfigurada! ¡Dios mío, mi rostro! Elara, paralizada por la gravedad de lo ocurrido, miraba la escena con un temblor que se apoderaba de cada fibra de su ser. Nathaniel la envolvió en sus brazos en un intento de ofrecer consuelo. ―Todo estará bien. ―murmuro con voz calmada, aunque sus propios ojos reflejaban la conmoción del momento. ―Pero es mi culpa… Si yo no… Nathaniel la cortó, su tono era firme, intentando infundirle algo de su fuerza. ―No, Elara, no es tu culpa. Fue un accidente, Victoria resbaló.
BELLEZA INTERIOR. En el hospital, los pitidos de la máquina monitoreaban el ritmo cardíaco de Elara, quien finalmente había caído en un sueño inquieto. Nathaniel observaba a su esposa dormir, su mano aún entrelazada con la de ella. ―¿Cómo está? ―preguntó Regina, que había llegado al hospital tan pronto como le avisaron. ―El médico dice que afortunadamente el bebé todavía está bien, pero ella debe guardar reposo absoluto y evitar emociones fuertes. Lo de hoy fue demasiado. ―respondió Nathaniel con un tono que ocultaba mal su preocupación. Regina apretó los labios, consciente del tumulto que había causado la noticia que se había esparcido como pólvora en los medios y redes sociales. ―No puedo creer que Victoria… ―su voz se endureció. ―… No puedo creer que me haya engañado todo este tiempo. ―Mamá, hablemos afuera, ¿sí? No quiero perturbar el sueño de Elara, necesita descansar. ―sugirió Nathaniel con suavidad. ―Sí, hijo, perdona. ―dijo Regina, dándose la vuelta para salir de la habi
SIN SALIDA.OFICINA DE PRESIDENCIA…―Señor, los bancos están exigiendo respuestas. ―le informó el gerente del departamento de finanzas de la empresa.Nathaniel apretó el bolígrafo en su mano hasta que sus nudillos se pusieron blancos y se sintió más impotente que nunca. Habían pasado dos semanas desde el incidente en el lanzamiento del producto, y le quedaba poco tiempo para finalmente entregar la dirección de la empresa a Julián. Sin embargo, albergaba la esperanza de poder solucionar el problema y congraciarse delante de los socios.―¿Qué hacemos, señor? Las cuentas están casi en cero y ya casi es tiempo de pagar nómina y…―Lo sé. ―gruñó Nathaniel, interrumpiéndolo. Su voz era un hilo tenso de frustración. ―Buscaré una manera. Te aviso cuando tenga una respuesta.El hombre asintió en silencio, su expresión era una mezcla de preocupación y resignación, y se fue. Cuando la puerta se cerró tras él, Nathaniel se llevó las manos a la cabeza. Nunca pensó que estaría en tal posición, que f
NUEVO PRESIDENTE.Una semana más tarde, en la sala de juntas de Empresas Cross, el aire estaba cargado de una tensión palpable. Nathaniel, sentado en su lugar habitual al frente de la mesa, se veía como la sombra del líder carismático y seguro que alguna vez fue. Sus ojos, que solían reflejar determinación, ahora estaban velados por la derrota y la desilusión.En contraste, al otro extremo de la mesa, Julián irradiaba una confianza triunfante. Su sonrisa era controlada, pero sus ojos no podían ocultar el brillo de la victoria. Para él, este no era un simple cambio de liderazgo; era la culminación de su ambición, el premio por su astucia y persistencia. Julián disfrutaba el momento con una satisfacción que rozaba la arrogancia. Mientras observaba a Nathaniel firmar la cesión de poder, su mente ya trazaba los nuevos horizontes que se abrían para él y para la empresa bajo su mando. Julián sabía que este era su tiempo y se regodeaba en el reconocimiento de su triunfo, no solo en los negoc