Mis amores vamos a ver hasta donde llegamos hoy, aun me falta un poco.
LEJOS DE MI MUJER.«―Señor Julián, hay un hombre y dos más buscando a su hermano ―informó la empleada.― ¿Te dijeron quiénes son?―No, señor, solo dijeron que estaban buscando al señor Nathaniel, parecen… parecen ser de la ley.Julián se puso alerta de inmediato y bajó al salón para ver de quién se trataba. Cuando llegó, encontró a tres hombres con trajes formales y uno vestido con ropa táctica, quien miraba a su alrededor como buscando algo.― ¿Puedo ayudarlos, caballeros? ―preguntó con una mezcla de cortesía y cautela.Los tres se giraron y clavaron sus ojos en Julián. El primero en presentarse fue el hombre de mediana edad, quien extendió su mano en un gesto amable.―Soy el oficial Cadena y él es mi compañero Simmons, y él…Su voz se interrumpió cuando una voz suave se escuchó desde la escalera.― ¿LucíanLa sorpresa era evidente en la voz de Natalia, que bajaba por las escaleras mirando fijamente al hombre vestido con ropa táctica. Julián se giró solo para confirmar que Natalia es
UNA MISIÓN ENCUBIERTA.― ¿Arreglaste las cosas con él? ―preguntó Sara mientras ayudaba a su amiga a empacar.―Sí, quiero dejarlo todo atrás, Sara. Olvidar el pasado y solo mirar el presente.La chica sonrió y abrazó a su amiga.―Y yo estoy feliz por ti, si hasta te cambió la cara.Elara se sonrojó.― ¡Elara, ya estoy lista! ―la pequeña Rose llegó a la habitación con su maleta rosa y acompañada de Rocco. Tanto Sara como Elara rieron.―Parece que alguien tiene demasiadas ganas de volver a la mansión Cross.―Sí, quiero ver a Regina, ¡y a Sandra y a Nathaniel! ―Los ojos de la pequeña brillaban.―Y lo harás, cariño ―dijo Elara acercándose a su hermana y apretando su nariz.La pequeña corrió de regreso a su habitación y Sara aprovechó para preguntar.―Entonces… ¿El hermano ahora es bueno?Elara suspiró y cerró la maleta.―Nathaniel ha decidido darle una oportunidad, sin embargo, yo aún tengo mis reservas.― ¿Y qué hay de lo segundo?Sara tomó la maleta y la bajó, era un acto de ayuda hacia
UNA DECISIÓN TOMADA.―No, ¡me niego! ―Elara miraba a Nathaniel con ojos furiosos. ― ¿Es que perdiste la razón? ¿Qué vas a hacer tú con ellos? Nathaniel, no vayas, no quiero… eso es peligroso… ¿Por qué tienes que ir?Él caminó hacia su esposa y la abrazó.―Mi amor, primero es mi empresa y segundo… Arnold y yo tenemos que ajustar cuentas. ―Nathaniel acunó su cara y le sonrió. ―No puedo perdonarle todo el daño que ha hecho, y… estoy seguro de que él tuvo que ver con la muerte de tu padre.Elara negó con la cabeza una y otra vez.―No me importa, ya no. Si vas, podrías… ―Ella se apartó y lo miró a la cara con determinación. ―Si te atreves a ir, Nathaniel, no te lo voy a perdonar, ¿entiendes? ¡Nunca!Él no se sintió intimidado, sabía perfectamente que Elara lo estaba haciendo para persuadirlo.―Sé que me perdonarás, porque me amas como yo a ti, amor. Esto te lo debo. Arnold… ha hecho mucho daño y quiero estar cara a cara con él cuando lo atrapen. Lucían me lo permitirá, y es lo menos que me
PERSECUCIÓN.Dos días después, Elara y Natalia apenas y habían recibido noticias de Nathaniel y Julián. Sin embargo, ese día Elara tenía cita para control prenatal.― ¿Por qué mejor no esperas? ―le dijo Regina, la tensión evidente en su voz.A pesar de estar acostumbrada a tener hombres de seguridad en casa, la situación actual era inaceptable para ella; Nathaniel había dejado varios hombres de seguridad custodiando la mansión.―Suegra, todo va a estar bien, solo voy al hospital, es mi cita y finalmente sabré el sexo del bebé, no quiero perdérmelo ―respondió Elara con una mezcla de nerviosismo y emoción.Regina suspiró con la preocupación marcada en su rostro.―Pero podrías…―Yo puedo acompañarla ―interrumpió Natalia. ―Aunque todavía no es mi cita, puedo aprovechar y ver cómo está mi bebé.Elara miró a Natalia con ojos brillantes.― ¿Irías conmigo?―Sí, no me molesta ―respondió Natalia con una sonrisa tranquilizadora.Regina negó con la cabeza levemente.―Ninguna de las dos debería sa
CAUTIVERIOEn una habitación apenas iluminada por la luz mortecina que se filtraba a través de una ventana, Nathaniel y Julián esperaban en silencio. La tensión flotaba en el aire, casi tangible, mientras revisaban sus relojes cada pocos minutos. Finalmente, la puerta se abrió con un chirrido, y una figura imponente entró. Era Lucían, su presencia llenaba la estancia con una autoridad indiscutible.Nathaniel fue el primero en hablar.―Hemos acordado una reunión con alguien del círculo íntimo de Kenyi ―dijo con una voz que no delataba nada del riesgo que implicaba. ―Está interesado en hacer negocios para la venta de diamantes.Julián asintió, agregando con un tono calculador.―Y en el momento en que estemos cerrando el trato, ahí es cuando puedes intervenir y atraparlo.Lucían los miró fijamente, sus ojos escrutando cada detalle de sus rostros, buscando algún indicio de duda o engaño.― ¿Están seguros de que no sospecha nada? ―preguntó con una voz baja y peligrosa.―No hemos dejado pis
CONSECUENCIAS.Nathaniel y Julián llegaron al lugar acordado, un área desolada que parecía tragarse cualquier sonido de vida. A pesar de sus esfuerzos por mantener la calma, una corriente eléctrica de nerviosismo fluía entre ellos, cargada con la anticipación de lo que estaba por venir. Julián, intentando disimular su ansiedad, se llevó una mano al bolsillo y se recostó en el capó del auto que habían rentado.―Lo lamento ―soltó de repente.Nathaniel frunció las cejas, sorprendido por la confesión.― ¿Lo lamentas?―Sí ―admitió Julián, su mirada, encontrándose con la de su hermano. ―Lamento todo lo que ha pasado entre nosotros... lo que hice. No mereces un hermano como yo.Los ojos de Nathaniel se fijaron en Julián, y por un momento, imágenes de su infancia inundaron su mente: el pequeño Julián corriendo tras él, sus risas llenando los pasillos de la mansión Cross, la sensación de ser el héroe de su hermano menor. Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios.― ¿Creí que ya habíamos habl
CAOS.«―Señor, encontramos a su hija ―informó uno de los hombres de Arnold.― ¿Dónde está? ¡Llévame con ella! ―La voz de Arnold era una mezcla de alivio y urgencia.―Sí, señor. La encontramos mientras hacíamos vigilancia en la mansión Cross. Llevaba un arma, suponemos que quería...Las manos de Arnold se apretaron en puños, la impaciencia se dibujaba en cada línea de su rostro.―Vamos, necesito hablar con mi hija.Cuando Arnold finalmente vio a Victoria, ella estaba vibrando con una ira apenas contenida.― ¿Por qué me trajiste aquí? ¿Por qué? ¡Déjame regresar y acabar con ella! ¡Déjame...!Arnold se acercó a su hija y la agarró firmemente de los hombros.― ¿Crees que voy a permitir que jodas tu vida así? ¿Ah, lo crees?―Ya no tengo vida, papá. No tengo nada ―respondió Victoria, su voz quebrada por la desesperación y el dolor.La mirada penetrante del fiscal se fijó en su hija.―Ellos van a pagar, eso te lo aseguro. Pero tienes que dejar todo en mis manos. Deja que sea yo quien les hag
ALIMENTAR A LOS PECES. ― ¿A dónde nos llevan? ¿Quiénes son? Elara ya no podía más con los nervios. Hace un momento estaba atada a una silla, haciendo un video en contra de su voluntad, y un segundo después, había disparos. Ahora estaba en una camioneta custodiada por hombres que no conocía. Natalia no estaba con ella; se la habían llevado en otra camioneta. Los hombres, de aspecto extranjero, no decían una palabra, simplemente se limitaban a manejar y ocupar sus puestos. ― ¿Están sordos? ¿Quiénes son? ¿A dónde me llevan? ¡¿Dónde está Natalia?! ―preguntó Elara, su voz quebrada por el miedo y la confusión. Uno de los hombres se giró y la miró levemente. ―Mi nombre es Alexei, señora Cross, y puede estar tranquila. La estamos llevando de regreso a su casa. ― ¿Qué? ―Los ojos de Elara se abrieron de par en par. ―Las órdenes fueron precisas: ir por ustedes y llevarlas de vuelta a su casa, y eso es lo que estamos haciendo ―explicó Alexei con calma. Elara no sabía si sentirse feliz o pr