CAOS.«―Señor, encontramos a su hija ―informó uno de los hombres de Arnold.― ¿Dónde está? ¡Llévame con ella! ―La voz de Arnold era una mezcla de alivio y urgencia.―Sí, señor. La encontramos mientras hacíamos vigilancia en la mansión Cross. Llevaba un arma, suponemos que quería...Las manos de Arnold se apretaron en puños, la impaciencia se dibujaba en cada línea de su rostro.―Vamos, necesito hablar con mi hija.Cuando Arnold finalmente vio a Victoria, ella estaba vibrando con una ira apenas contenida.― ¿Por qué me trajiste aquí? ¿Por qué? ¡Déjame regresar y acabar con ella! ¡Déjame...!Arnold se acercó a su hija y la agarró firmemente de los hombros.― ¿Crees que voy a permitir que jodas tu vida así? ¿Ah, lo crees?―Ya no tengo vida, papá. No tengo nada ―respondió Victoria, su voz quebrada por la desesperación y el dolor.La mirada penetrante del fiscal se fijó en su hija.―Ellos van a pagar, eso te lo aseguro. Pero tienes que dejar todo en mis manos. Deja que sea yo quien les hag
ALIMENTAR A LOS PECES. ― ¿A dónde nos llevan? ¿Quiénes son? Elara ya no podía más con los nervios. Hace un momento estaba atada a una silla, haciendo un video en contra de su voluntad, y un segundo después, había disparos. Ahora estaba en una camioneta custodiada por hombres que no conocía. Natalia no estaba con ella; se la habían llevado en otra camioneta. Los hombres, de aspecto extranjero, no decían una palabra, simplemente se limitaban a manejar y ocupar sus puestos. ― ¿Están sordos? ¿Quiénes son? ¿A dónde me llevan? ¡¿Dónde está Natalia?! ―preguntó Elara, su voz quebrada por el miedo y la confusión. Uno de los hombres se giró y la miró levemente. ―Mi nombre es Alexei, señora Cross, y puede estar tranquila. La estamos llevando de regreso a su casa. ― ¿Qué? ―Los ojos de Elara se abrieron de par en par. ―Las órdenes fueron precisas: ir por ustedes y llevarlas de vuelta a su casa, y eso es lo que estamos haciendo ―explicó Alexei con calma. Elara no sabía si sentirse feliz o pr
NO HA TERMINADO.La puerta de la habitación donde se encontraba Elara se abrió lentamente, Nathaniel, que acababa de llegar, subió rápidamente a verla. Estaba dormida, quizás el miedo, el estrés al que había estado sometida o simplemente el cansancio la habían vencido. Se acercó a la cama lentamente, sus ojos empapándose de ella, y su corazón latiendo de agradecimiento porque estaba a salvo. Se sentó suavemente, cuidando de no despertarla, y extendió su mano para acariciar su mejilla.Elara murmuró algunas palabras y pronunció su nombre.―Nathaniel...―Sí, mi amor, aquí estoy, contigo... ―susurró él en respuesta.Elara no abrió los ojos; dentro de todo, supuso que se trataría de un sueño.―No te vayas nuevamente...Él sonrió.―Lo prometo ―dijo, antes de inclinarse y besar sus labios.Elara sintió la calidez de estos y abrió los ojos lentamente, solo para encontrarse con su sonrisa. Su pecho se agitó y una especie de felicidad infinita se apoderó de ella.―Nat...―Aquí estoy, amor ―dij
LA SALVACIÓN DE EMPRESAS CROSS―Señor, alguien quiere verlo ―informó Margarita, asomando la cabeza desde la puerta.Nathaniel estaba organizando unos documentos mientras se rompía la cabeza tratando de encontrar una solución para la empresa. Después del escándalo de Arnold, fue inevitable que la empresa fuera arrastrada y ahora nadie quería invertir en empresas Croos. Suspiró y levantó la cabeza.―¿Quién es?―El señor Al-Rashid, señor.Las cejas de Nathaniel se fruncieron.―¿Zayd?―Sí.―¿Te dijo qué quería?―No, señor ―la mujer se alzó de hombros. ―Solo dijo que quería hablar con usted y vino acompañado de una mujer.Nathaniel se puso de pie cerrando la chaqueta de su traje.―Hazlo pasar a la sala de juntas, estaré allí de inmediato.―Sí.Margarita iba a darse la vuelta cuando le dio otra orden.―Llama a Elara, dile que iré por ella después de atender a Zayd.Margarita sonrió, todos en la empresa sabían lo emocionado que estaba el jefe con el próximo nacimiento de su hija y que no se
LA PEQUEÑA OLIVIATomando la decisión, Elara se puso de pie y enfocó sus ojos marrones en Catherine, avanzó con determinación hacia ellos, pero las palabras de Elara murieron cuando vio a Zayd salir de la oficina, y de inmediato su cara fue de confusión.―¿Zayd?Él le dio una amplia sonrisa y caminó hacia ella, para luego besar el dorso de su mano deliberadamente.―Hola, Elara, tan bella como siempre.Nathaniel se aclaró la garganta y caminó hacia su esposa.―Cariño, ¿por qué no esperaste que fuera por ti?Ella miró nuevamente a Catherine y luego a Zayd.―Yo… quería venir a la empresa. Margarita me dijo que estabas en una reunión, no quería molestarte, así que…―No ―dijo interrumpiéndola Nathaniel. ―Nada, ni nadie, es más importante que tú. Debiste llamar; tú eres lo primero.El corazón de Elara se agitó y le dio una sonrisa.―Déjame presentarte a Catherine James ―continuo Nathaniel y miró a la mujer.Catherine sonrió y dio un paso extendiendo su mano.―Es un gusto conocerla, señora C
LANZAMIENTO INTERRUMPIDO.En el corazón palpitante de Chicago, en el resplandeciente hotel Lincoln Park, la atmósfera está electrificada con anticipación mientras los líderes de Cross Industria y James Ltd., se preparan para revelar al mundo su innovación más reciente. Este lanzamiento no es solo un hito para sus carreras, sino una nueva esperanza para los niños afectados por problemas cardíacos.Nathaniel, avanzó hacia el micrófono. Su voz, cargada de emoción y determinación, resonó el salón.―Hoy, nos encontramos al borde de una revolución en el cuidado de la salud cardíaca pediátrica ―dijo captando la atención de todos. ―Este nuevo fármaco es el resultado de una investigación incansable, y también una colaboración sin precedentes entre Cross Industria y James Ltd. Estamos a punto de cambiar vidas, de ofrecer una nueva esperanza a familias que antes tenían pocas opciones.Los periodistas, con sus plumas listas y cámaras enfocando, esperaban su momento. Una mano se levantó.―¿Cómo as
CELEBRACIÓN FAMILIAR.La mansión Cross estaba adornada con una alegría y un esplendor que rara vez se veían. Flores de todos colores adornaban las mesas y guirnaldas de luces titilaban suavemente, creando un ambiente cálido y acogedor. En el centro de todo, Elara y Nathaniel, sostenían en brazos a la pequeña Olivia, y sus caras irradiaban felicidad.La familia y amigos cercanos se reunieron para celebrar el nacimiento de la nueva integrante de la familia. Julián, siempre el alma de la fiesta, levantó su copa en un brindis.―A Nathaniel, brindo por ti que finalmente has entrado al club de los padres. Pronto te preguntarás por qué tienes tantas canas ―dijo, provocando una ola de risas entre los invitados.Nathaniel sonrió, mirando a su hija con ojos llenos de amor.―Creo que las canas valen la pena ―respondió ―si significan tener momentos como este.Natalia, por otro lado, estaba prácticamente en la orilla de su asiento, mirando a Olivia con una mezcla de emoción y ansiedad.―No puedo e
UN SUEÑO CUMPLIDO.Dos meses después, la vida había seguido su curso con cambios significativos para todos. En el departamento, Sara miraba a Olivia, la hija de Elara, con una mezcla de alegría y melancolía.―Hola, cielo, ¿te gusta la tía Sara? ¿Sí? ¿Verdad que iremos de compras?La pequeña Olivia sonrió y sus lindos ojos azules brillaron, haciendo que Sara sintiera una opresión en el pecho. Desde que se enteró del embarazo de Elara, no había podido dejar de pensar en su propio embarazo y lo tonta que había sido en ese momento. Había tomado la decisión equivocada; si hubiera seguido adelante y no hubiera abortado, ahora mismo tendría a una personita a su lado. No obstante, se prometió dejar de flagelarse y, en cambio, había tomado una decisión que ese día le hablaría a su mejor amiga.Elara tomó asiento junto a Sara y cargó a Olivia en brazos para darle pecho.―¿Y cómo has estado? Lamento que casi no nos veamos, pero esto de ser mamá es absorbente. Hay días en los que no me peino.Sar