DUDAS.
DUDAS.

Dos meses después…

Nathaniel estaba en su departamento de soltero. El timbre lo sacó de su sueño, profundo, cuando se levantó, las botellas a su alrededor cayeron. El timbre siguió sonando incesantemente y Nathaniel masculló una maldición.

―¡Ya voy! ¿Qué es tan importante? ¡Joder!

Cuando abrió la puerta, Daniel estaba de pie mirándolo con desaprobación.

―Hasta que contestas.

―¿Qué quieres Daniel? Tengo un dolor de cabeza infernal.

―No es para menos, si parece que te bebiste el bar completo.

Nathaniel pateó una lata de cerveza y se dejó caer en el sofá.

―¿Vienes a reprocharme? Si es así, puedes irte.

―Nat, no puedes seguir así, te estás autodestruyendo.

―¡¿Y qué?! Ya no me queda nada.

―¿No? ¡¿estás seguro?! Pues déjame recordarte que tienes un hijo. Mira lo que traje.

Daniel sacó una ecografía.

―Me costó conseguirla, es del chequeo rutinario de Elara.

Cuando menciono a Elara, Nathaniel alzó la cabeza.

―¿La has visto?

―Yo no, pero un colega sí, es su médico. El em
Paulina W

XOXO.

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