UN ESPOSO DE REEMPLAZO. CAPÍTULO 5. Una luna de miel… ¿interrumpida?Los ojos de Irina eran don pozos demandantes, interrogantes… y otros —antes.—Un día te contaré la historia de los carteles de los cocodrilos —dijo Konstantine con una sonrisa nerviosa—. No es tema para una boda.Y por supuesto que no lo era, porque a la princesita adorada de la familia se habían contentado con decirle que su excuñada secuestradora estaba presa en alguna cárcel de América al otro lado del mundo; no que Konstantine había hecho que se la comieran los cocodrilos solo por amenazarla.Así que la condición de “loco por ella” no estaba en debate, solo era un poco secreta.—¿Será una historia graciosa? —preguntó Irina y él carraspeó.—Bueno… supongo que depende de cuánto tiempo pase —suspiró.Tres horas después la recepción de aquella boda estaba en pleno apogeo. Ya Konstantine le había advertido al señor Angelov que iba a cuidar muy bien de su hija (porque al revés ni hacía falta). Y el aire estaba lleno de
UN ESPOSO DE REEMPLAZO. CAPÍTULO 6. Una película de horror—¡Lo sabíííííía! —Aquella exclamación se merecía un Oscar, definitivamente—. ¡Desde el principio supe que había algo raro en ti!Irina se llevó una mano al pecho mientras retrocedía contra la camioneta. La luz de la luna iluminaba el encaje de su vestido, y ella estaba haciendo el mejor acto dramático de su vida.—¿Ah, sí? ¿Qué sabías exactamente? —preguntó Konstantine mientras se acercaba lentamente, con el cuchillo moviéndose en su mano.—¡Tantas cosas buenas no podían ser reales! ¡Ahora entiendo por qué te casaste conmigo! ¡Eres un asesino letal!... —Irina de llevó una mano a la frente con el tono más dramático que pudo reunir—. Tú estás encaprichado conmigo, te has obsesionado por años, y ahora que has logrado alejarme de todos, me vas a matar en medio de la nada. ¡Como en todas esas películas de terror!Konstantine dejó escapar una risa profunda y gutural mientras la acorralaba contra la camioneta.—¿Yo? ¿Un asesino letal
CAPÍTULO 1. La amante perfectaLa mujer apretó desesperadamente el botón del ascensor; su cara mostraba odio, miedo y frustración... y algo más, otras emociones que quizás no deberían estar ahí. Finalmente, la impaciencia pudo más que ella y terminó corriendo escaleras arriba, entre tropezones y jadeos ahogados.Alguien le había mandado una foto de su esposo, el hombre al que había amado con locura durante los últimos cuatro años, ¡siéndole infiel con su mejor amiga! ¡En aquel hotel!¡No podía creerlo! ¡Todo en sus movimientos era un caos, y cada lágrima que salía de sus ojos lo demostraba! Pero todo fue mucho peor cuando empujó la puerta de aquella habitación que alguien había dejado entreabierta y vio a su marido tirado en la cama, con aquella mujer encima, con la ropa a medio quitar y besándolo con pasión.—¡Randall! —gritó desesperada y la mujer sobre él se apartó de inmediato, tratando de subir su ropa con expresión sonrojada y nerviosa—. ¡Eres un maldito infiel! ¡Y tú eres una m
CAPÍTULO 2. Un hombre sin corazón.Uno noventa de estatura, ciento cuatro kilos, con el cuerpo trabajado como un maldito gladiador y enfundado en un traje sastre hecho a medida de diez mil dólares.Las mujeres se derretían por verlo sin ropa, pero la verdad era que quien quisiera salir beneficiada rara vez tendría el gusto, porque Grayson Blackwell no le ofrecía el frente a las mujeres que se follaba. Veinte minutos siendo destrozadas con la cara pegada al escritorio era lo más que podían obtener, eso y algún papel en cualquiera de las producciones que en ese momento estuvieran activas, pero nada más.No le importaba su placer y ellas le importaban menos. No las buscaba, pero muy estúpido tenía que ser el depredador que rechazara la comida que se le ofrecía voluntariamente.Así que esta vez fue Beatrice Harrison la que se levantó del escritorio con la mejilla enrojecida mientras Grayson se guardaba a su segundo mejor amigo y se cerraba el cinturón con un gesto de fastidio.—Listo, ser
CAPÍTULO 3. Un infierno Grayson Blackwell no tenía idea de que el corazón de Serena Radcliffe estaba destrozado en serio, pero que se aliviaba solo un poquito cuando en las tardes pasaba por aquella guardería. Una hermosa niña de tres años salió corriendo a recibirla y se colgó de su cuello, y Serena la estrechó con fuerza, como si el amor de la pequeña pudiera cicatrizarle cada herida.—¡Mami! —exclamó la nena y Serena la levantó contra su pecho.—¡Mi amor! ¿¡Pero cómo sales así?! ¿¡Y tu abrigo?! —le preguntó y detrás de ella vio a la maestra con una expresión de disculpa.—Lo siento, otro niño manchó su abrigo de jugo.Serena lo alcanzó y apretó los labios.—Esto no está manchado, está empapado —murmuró a la maestra, pero no tuvo más remedio que respirar profundo—. Por favor, asegúrese de que no vuelva a suceder. Es el tercer abrigo que le ensucian esta semana y está haciendo mucho frío —pidió con suavidad, quitándose su propio suéter para ponérselo a la niña y luego la cargó para
CAPÍTULO 4. Una humillación másLa sopa fue de letras ese día, y por suerte a Melisa le gustaba el huevo cocido porque esta vez a Serena no le había alcanzado ni para un pedazo pequeño de pollo.Estaba en el borde mismo de la desesperación cuando Karina entró, poniendo en las manos de la pequeña un pequeño bote con tiramisú, y su consabido beso, mandándola al saloncito antes de girarse hacia su amiga.—¿Tan mal están las cosas? —le preguntó y Serena se cubrió la boca con una mano para no llorar—. Escucha, vengo a contarte algo, pero tienes que prometerme que vas a poner tus huevos bien puestos en esta canasta —le dijo sacando un pequeño volante de su bolsillo y extendiéndolo hacia ella—. Esta compañía productora viene de Inglaterra, van a filmar una serie ambientada en Estados Unidos así que quieren que los actores sean americanos. A mí me contrataron esta mañana como parte del equipo de maquillaje, y mañana van a hacer el casting para el papel protagónico.Serena apretó los dientes,
CAPÍTULO 5. Una mujer rotaDaba miedo y eso nadie podía discutirlo. Grayson Blackwell daba miedo en situaciones normales, pero cuando estaba satisfecho parecía aun más terrible. Y esa fue exactamente la cara que tenía cuando Kenneth atravesó al puerta de su oficina y lo vio asomado a aquel ventanal, presenciando la forma en que el resto de las actrices que se habían presentado al casting humillaban a Serena.Grayson sabía que Beatrice Harrison era una perra con una presa, pero no había esperado que fuera tan buena manipulando a las otras como para que hicieran su trabajo sucio. Sin embargo no podía negarlo, toda su sed de venganza se apaciguaba un poco cuando veía la expresión llorosa de Serena Radcliffe.—Ya estamos listos —le avisó Kenneth—. ¿Qué quieres hacer?—Déjala para la última. Que no la llamen a audicionar. Cuando llegue el momento quiero que esté tan desesperada que no le quede más remedio que aceptar lo que sea —espetó entre dientes y Kenneth respiró profundo, porque ya ha
CAPÍTULO 6. Una pequeña cosita a cambioEl jadeo de sorpresa que salió de los labios de Serena, y que iba acompañado de un par de lágrimas, no tenía nada que ver con la escena, y sí mucho con lo que Grayson Blackwell acababa de proponerle. ¡Porque no había dudas de que aquello era una propuesta muy directa!—¡¿Disculpe?! —replicó y lo vio hacer un puchero condescendiente.—Perdón, ¿demasiado directo? —preguntó Grayson, sabiendo que no podía haber humillación más grande para ella que el hecho de que él estuviera haciéndole aquella oferta nada menos que cuando la tenía en frente con un vestido rasgado—. Te ofrezco una disculpa, pensé que dado tu historial ya estarías más que acostumbrada a propuestas de este tipo.Serena pasó saliva y retrocedió mientras él avanzaba. No podía definir aquella expresión en los ojos del hombre, pero estaba muy lejos de comprender que estaba llena de frustración y de rabia para sí mismo.Grayson se había dicho que sería capaz de odiarla hasta el fin de los