UN ESPOSO DE REEMPLAZO. CAPÍTULO 4. Personas destinadas.Konstantine suspiró mientras miraba al techo con las manos a la espalda y las piernas separadas, como si todavía estuviera en el ejército.—¿Sabes que según los estatutos de tu compañía ningún empleado puede recibir más de tres aumentos de sueldo en un año? —dijo en voz baja.—Sí, lo sé, pero tú no sabes en lo que te estás metiendo. Mi hermana no es fácil. ¡Esa mujer te va a salir carísima! —exclamó Mikhail y Konstantine tuvo que hacer un esfuerzo para no soltar una carcajada.—Deberías tener más fe en ella. Irina no es una mujer superficial —suspiró y su jefe lo miró con escepticismo.—¡No es que sea superficial! ¿Sabes cuánto cuesta el champán que toma?Pero antes de que Konstantine pudiera responder, la puerta se abrió y apareció Irina con los brazos cruzados.—¿Qué te está diciendo mi hermano? —preguntó, clavando la mirada en Konstantine y este la miró hacia abajo porque le encantaba que ella fuera mucho más baja que él.—Q
UN ESPOSO DE REEMPLAZO. CAPÍTULO 5. Una luna de miel… ¿interrumpida?Los ojos de Irina eran don pozos demandantes, interrogantes… y otros —antes.—Un día te contaré la historia de los carteles de los cocodrilos —dijo Konstantine con una sonrisa nerviosa—. No es tema para una boda.Y por supuesto que no lo era, porque a la princesita adorada de la familia se habían contentado con decirle que su excuñada secuestradora estaba presa en alguna cárcel de América al otro lado del mundo; no que Konstantine había hecho que se la comieran los cocodrilos solo por amenazarla.Así que la condición de “loco por ella” no estaba en debate, solo era un poco secreta.—¿Será una historia graciosa? —preguntó Irina y él carraspeó.—Bueno… supongo que depende de cuánto tiempo pase —suspiró.Tres horas después la recepción de aquella boda estaba en pleno apogeo. Ya Konstantine le había advertido al señor Angelov que iba a cuidar muy bien de su hija (porque al revés ni hacía falta). Y el aire estaba lleno de
UN ESPOSO DE REEMPLAZO. CAPÍTULO 6. Una película de horror—¡Lo sabíííííía! —Aquella exclamación se merecía un Oscar, definitivamente—. ¡Desde el principio supe que había algo raro en ti!Irina se llevó una mano al pecho mientras retrocedía contra la camioneta. La luz de la luna iluminaba el encaje de su vestido, y ella estaba haciendo el mejor acto dramático de su vida.—¿Ah, sí? ¿Qué sabías exactamente? —preguntó Konstantine mientras se acercaba lentamente, con el cuchillo moviéndose en su mano.—¡Tantas cosas buenas no podían ser reales! ¡Ahora entiendo por qué te casaste conmigo! ¡Eres un asesino letal!... —Irina de llevó una mano a la frente con el tono más dramático que pudo reunir—. Tú estás encaprichado conmigo, te has obsesionado por años, y ahora que has logrado alejarme de todos, me vas a matar en medio de la nada. ¡Como en todas esas películas de terror!Konstantine dejó escapar una risa profunda y gutural mientras la acorralaba contra la camioneta.—¿Yo? ¿Un asesino letal
UN ESPOSO DE REEMPLAZO. CAPÍTULO 7. Un niño arrogante y engreídoSus manos se movían con la precisión de quien sabe exactamente lo que provoca. Era firme y cuidadoso mientras deslizaba el filo del cuchillo por los restos del vestido de encaje que ella llevaba. Cada botón cortado era seguido por el aliento cálido de Konstantine, porque ni siquiera llegaba a besarla y sabía que no lo necesitaba. Podía ver sus nudillos pálidos aferrados a la madera del tocador frente al espejo, el mismo que le devolvía la imagen de aquellos ojos cerrados y aquel puchero delicioso que le encendía los peores instintos.La tela terminó de ceder con facilidad, cayendo al suelo en un desorden de vuelos y encajes, mientras trataba de no perder el equilibrio, con respiración entrecortada y más balbuceos que palabras mientras sentía aquel pecho enorme pegado contra su espalda.—Esto… no era… no… necesario —murmuró Irina con una voz apenas audible.—No, pero fue divertido —respondió Konstantine sin detenerse—. Cr
UN ESPOSO DE REEMPLAZO. CAPÍTULO 8. La reacción que hay que causar¡Y no se había desmayado!Era justo reconocerlo, solo se había quedado dormida antes de que se terminara la botella de champaña.No podía decir exactamente cómo había ocurrido, pero ahí estaba, hecha un ovillo en la cama, con la respiración tranquila y el rostro relajado. Konstantine no podía apartar la mirada de ella. Parecía que todo lo que realmente le importaba en el mundo se concentraba en esa pequeña figura envuelta en una manta, como si estuviera protegiéndose del resto del universo.Se quedó observándola en silencio, preguntándose cómo había llegado a ese punto.¿Cómo se había enamorado de Irina? No tenía ni la más peregrina idea.Trabajar junto a su hermano durante un par de años no había sido precisamente un camino hacia ella, pero finalmente ahí estaba, en esa habitación, observándola como si no existiera nada más.Suspiró y pasó una mano por su cabello, porque después de todo, aunque ahora la tuviera, y aun
UN ESPOSO DE REEMPLAZO. CAPÍTULO 9. Protección Clasificada Nivel CEl sol apenas comenzaba a despuntar en el horizonte cuando retomaron su viaje. Konstantine conducía con una tranquilidad que, para Irina, resultaba sospechosa. Silbaba una melodía que llevaba un rato repitiendo, mientras ella se revolvía en su asiento, demasiado consciente de cada pequeño movimiento que él hacía.No podía dejar de pensar en lo que había pasado en ese balcón; o sea nada… pero era un “nada todavía”, porque sobraba decir que ahí mucho con qué… trabajar. Lo observaba de reojo, intentando no ser demasiado obvia, pero él, como siempre, parecía capaz de notar todo.—¿Qué pasa, princesa? —preguntó, esbozando una sonrisa suave mientras Irina desviaba la mirada por enésima vez.—Nada —respondió ella con ese tono inocente que nadie se tragaba.—Nada… —repitió Konstantine con un tono burlón, antes de estallar en carcajadas.—¿De qué te ríes? —espetó su esposa, girándose hacia él con el ceño fruncido.—De ti —respo
UN ESPOSO DE REEMPLAZO CAPÍTULO 10. Una tarde llena de sorpresasIrina y Konstantine llegaron a la costa de Grecia al mediodía, justo cuando el sol parecía brillar con más intensidad sobre las aguas azules. Y Konstantine al parecer no había mentido, porque condujo hasta una villa que parecía esculpida directamente en la roca de la costa, con amplias terrazas que ofrecían una vista espectacular del mar, cuartos blancos con cortinas flotantes e incluso una pequeña piscina interna.—Bueno, aquí estamos. La cueva con aire acondicionado que prometí —dijo Konstantine, bajando del auto y estirándose perezosamente.Irina no respondió de inmediato. Se quedó mirando el lugar, pensativa. En su defensa hay que decir que el sitio le encantaba, pero la verdad era que tenía demasiadas preguntas en la cabeza, y la frustración de que su esposo no le contestaría ni una sola.—¿Estás de mal humor? —preguntó Konstantine, con una sonrisa que intentaba aligerar el ambiente.—No —respondió ella, demasiado r
UN ESPOSO DE REEMPLAZO. CAPÍTULO 11. Una mujer seguraIrina empujó a Konstantine con una risa traviesa, provocándole una mirada dulce, tierna y perversa, todo a la vez. No le dio tiempo de hablar, apenas se apartó un poco de él, y ya estaban otra vez juntos, besándose a mitad del callejón mientras iba oscureciendo. A tropezones subieron la pequeña colina frente al mar, con las manos de Konstantine apretadas en su cintura, casi como si temiera que se escapara, aunque no había forma de que Irina pudiera escapar de eso.Había algo en ese momento, algo que no podían ni querían controlar. Los últimos metros los pasaron como si nada más existiera en el mundo. Los dedos de Konstantine se enterraban en su piel con ansias, y ella respondía igual, perdiéndose entre las risas y los gemidos suaves.Cuando llegaron a la puerta de la villa, Konstantine la empujó con un gesto brusco, cerrándola luego con un golpe seco detrás de ellos. Un jadeo común resonaba en sus oídos, y el aire caliente de la c