UN ESPOSO DE REEMPLAZO. CAPÍTULO 7. Un niño arrogante y engreídoSus manos se movían con la precisión de quien sabe exactamente lo que provoca. Era firme y cuidadoso mientras deslizaba el filo del cuchillo por los restos del vestido de encaje que ella llevaba. Cada botón cortado era seguido por el aliento cálido de Konstantine, porque ni siquiera llegaba a besarla y sabía que no lo necesitaba. Podía ver sus nudillos pálidos aferrados a la madera del tocador frente al espejo, el mismo que le devolvía la imagen de aquellos ojos cerrados y aquel puchero delicioso que le encendía los peores instintos.La tela terminó de ceder con facilidad, cayendo al suelo en un desorden de vuelos y encajes, mientras trataba de no perder el equilibrio, con respiración entrecortada y más balbuceos que palabras mientras sentía aquel pecho enorme pegado contra su espalda.—Esto… no era… no… necesario —murmuró Irina con una voz apenas audible.—No, pero fue divertido —respondió Konstantine sin detenerse—. Cr
UN ESPOSO DE REEMPLAZO. CAPÍTULO 8. La reacción que hay que causar¡Y no se había desmayado!Era justo reconocerlo, solo se había quedado dormida antes de que se terminara la botella de champaña.No podía decir exactamente cómo había ocurrido, pero ahí estaba, hecha un ovillo en la cama, con la respiración tranquila y el rostro relajado. Konstantine no podía apartar la mirada de ella. Parecía que todo lo que realmente le importaba en el mundo se concentraba en esa pequeña figura envuelta en una manta, como si estuviera protegiéndose del resto del universo.Se quedó observándola en silencio, preguntándose cómo había llegado a ese punto.¿Cómo se había enamorado de Irina? No tenía ni la más peregrina idea.Trabajar junto a su hermano durante un par de años no había sido precisamente un camino hacia ella, pero finalmente ahí estaba, en esa habitación, observándola como si no existiera nada más.Suspiró y pasó una mano por su cabello, porque después de todo, aunque ahora la tuviera, y aun
UN ESPOSO DE REEMPLAZO. CAPÍTULO 9. Protección Clasificada Nivel CEl sol apenas comenzaba a despuntar en el horizonte cuando retomaron su viaje. Konstantine conducía con una tranquilidad que, para Irina, resultaba sospechosa. Silbaba una melodía que llevaba un rato repitiendo, mientras ella se revolvía en su asiento, demasiado consciente de cada pequeño movimiento que él hacía.No podía dejar de pensar en lo que había pasado en ese balcón; o sea nada… pero era un “nada todavía”, porque sobraba decir que ahí mucho con qué… trabajar. Lo observaba de reojo, intentando no ser demasiado obvia, pero él, como siempre, parecía capaz de notar todo.—¿Qué pasa, princesa? —preguntó, esbozando una sonrisa suave mientras Irina desviaba la mirada por enésima vez.—Nada —respondió ella con ese tono inocente que nadie se tragaba.—Nada… —repitió Konstantine con un tono burlón, antes de estallar en carcajadas.—¿De qué te ríes? —espetó su esposa, girándose hacia él con el ceño fruncido.—De ti —respo
UN ESPOSO DE REEMPLAZO CAPÍTULO 10. Una tarde llena de sorpresasIrina y Konstantine llegaron a la costa de Grecia al mediodía, justo cuando el sol parecía brillar con más intensidad sobre las aguas azules. Y Konstantine al parecer no había mentido, porque condujo hasta una villa que parecía esculpida directamente en la roca de la costa, con amplias terrazas que ofrecían una vista espectacular del mar, cuartos blancos con cortinas flotantes e incluso una pequeña piscina interna.—Bueno, aquí estamos. La cueva con aire acondicionado que prometí —dijo Konstantine, bajando del auto y estirándose perezosamente.Irina no respondió de inmediato. Se quedó mirando el lugar, pensativa. En su defensa hay que decir que el sitio le encantaba, pero la verdad era que tenía demasiadas preguntas en la cabeza, y la frustración de que su esposo no le contestaría ni una sola.—¿Estás de mal humor? —preguntó Konstantine, con una sonrisa que intentaba aligerar el ambiente.—No —respondió ella, demasiado r
UN ESPOSO DE REEMPLAZO. CAPÍTULO 11. Una mujer seguraIrina empujó a Konstantine con una risa traviesa, provocándole una mirada dulce, tierna y perversa, todo a la vez. No le dio tiempo de hablar, apenas se apartó un poco de él, y ya estaban otra vez juntos, besándose a mitad del callejón mientras iba oscureciendo. A tropezones subieron la pequeña colina frente al mar, con las manos de Konstantine apretadas en su cintura, casi como si temiera que se escapara, aunque no había forma de que Irina pudiera escapar de eso.Había algo en ese momento, algo que no podían ni querían controlar. Los últimos metros los pasaron como si nada más existiera en el mundo. Los dedos de Konstantine se enterraban en su piel con ansias, y ella respondía igual, perdiéndose entre las risas y los gemidos suaves.Cuando llegaron a la puerta de la villa, Konstantine la empujó con un gesto brusco, cerrándola luego con un golpe seco detrás de ellos. Un jadeo común resonaba en sus oídos, y el aire caliente de la c
UN ESPOSO DE REEMPLAZO. CAPÍTULO 12. Categoría “Loco por ti”Era un sacrilegio ver a aquel hombre y no pasarle la lengua como si fuera una condenada paleta de chocolate. Cada maldito músculo estaba diseñado para gustar, para tentar, y aquellas manos grandes recorriendo su cuerpo, apretando y arañando por donde pasaban, era como una anticipación de un infierno bien ganado.Los ojos se Irina se cerraron mientras su cuerpo se arqueaba. Podía sentir su boca sobre sus pechos, delineando sus pezones mientras el calor entre los dos se hacía insoportable. El latigazo de placer que antes se concentraba en su vientre se fue directo a su sexo, castigándola con una necesidad devastadora mientras hundía los dedos en el cabello de Konstantine.Aquello iba a ser como una maldita bola de demolición, pero no le importaba.Solo sintió sus manos abiertas sobre el nacimiento de sus muslos, como si quisiera controlar cuánto abría sus piernas y en qué posición. Irina temblaba de pies a cabeza sin poder evi
UN ESPOSO DE REEMPLAZO. CAPÍTULO 13. Nadie pensó en el “después”El resto de la luna de miel pasó como un borrón. Besos, risas, sexo, caricias furtivas en rincones inesperados. Para Irina, la alegría de repente había tomado forma física y esa era Konstantine: su sonrisa burlona, sus manos inquietas y esos ojos que parecían esconder algo más de lo que dejaban ver.Era un hombre envuelto en misterio, eso no podía negarse. A veces lo notaba perdido en sus pensamientos, como si estuviera peleando con algo dentro de él. No era distante ni frío, pero había momentos en los que su mirada se apagaba por segundos, como si recordara algo que preferiría olvidar.Irina decidió no presionarlo; después de todo, era su luna de miel, y si Konstantine quería llevarse sus secretos al borde del acantilado griego donde se besaban cada tarde, que así fuera.Sin embargo, cuando finalmente llegó el día de regresar a casa, el ambiente se sintió diferente. Había algo tenso en los hombros de Konstantine mientra
UN ESPOSO DE REEMPLAZO. CAPÍTULO 14. Una vida juntosMudarse al pequeño departamento de Konstantine fue mucho más fácil de lo que Irina esperaba. En un par de días, su ropa y algunas de sus cosas ya estaban acomodadas, aunque con su estilo particular, ese que Konstantine describía como “el caos funcional” de su vida. Lo más sorprendente, para él, fue que ella no parecía extrañar ni por un segundo la mansión en la que había crecido.Irina se desenvolvía en aquel espacio como si hubiera vivido ahí toda su vida. Se levantaba temprano, tarareando mientras preparaba café o se duchaba, y se encargaba de todo con una actitud que Konstantine encontraba devastadora, porque podía poner su corazón a sus pies en cuestión de segundos.Siempre estaba de buen humor, incluso cuando tropezaba con sus propios tacones en medio del pasillo estrecho o cuando no encontraba lugar para guardar alguna de sus cosas.Una mañana, mientras desayunaban juntos en la pequeña mesa de la cocina, Konstantine dejó la ta