UN ESPOSO DE REEMPLAZO. CAPÍTULO 12. Categoría “Loco por ti”Era un sacrilegio ver a aquel hombre y no pasarle la lengua como si fuera una condenada paleta de chocolate. Cada maldito músculo estaba diseñado para gustar, para tentar, y aquellas manos grandes recorriendo su cuerpo, apretando y arañando por donde pasaban, era como una anticipación de un infierno bien ganado.Los ojos se Irina se cerraron mientras su cuerpo se arqueaba. Podía sentir su boca sobre sus pechos, delineando sus pezones mientras el calor entre los dos se hacía insoportable. El latigazo de placer que antes se concentraba en su vientre se fue directo a su sexo, castigándola con una necesidad devastadora mientras hundía los dedos en el cabello de Konstantine.Aquello iba a ser como una maldita bola de demolición, pero no le importaba.Solo sintió sus manos abiertas sobre el nacimiento de sus muslos, como si quisiera controlar cuánto abría sus piernas y en qué posición. Irina temblaba de pies a cabeza sin poder evi
UN ESPOSO DE REEMPLAZO. CAPÍTULO 13. Nadie pensó en el “después”El resto de la luna de miel pasó como un borrón. Besos, risas, sexo, caricias furtivas en rincones inesperados. Para Irina, la alegría de repente había tomado forma física y esa era Konstantine: su sonrisa burlona, sus manos inquietas y esos ojos que parecían esconder algo más de lo que dejaban ver.Era un hombre envuelto en misterio, eso no podía negarse. A veces lo notaba perdido en sus pensamientos, como si estuviera peleando con algo dentro de él. No era distante ni frío, pero había momentos en los que su mirada se apagaba por segundos, como si recordara algo que preferiría olvidar.Irina decidió no presionarlo; después de todo, era su luna de miel, y si Konstantine quería llevarse sus secretos al borde del acantilado griego donde se besaban cada tarde, que así fuera.Sin embargo, cuando finalmente llegó el día de regresar a casa, el ambiente se sintió diferente. Había algo tenso en los hombros de Konstantine mientra
UN ESPOSO DE REEMPLAZO. CAPÍTULO 14. Una vida juntosMudarse al pequeño departamento de Konstantine fue mucho más fácil de lo que Irina esperaba. En un par de días, su ropa y algunas de sus cosas ya estaban acomodadas, aunque con su estilo particular, ese que Konstantine describía como “el caos funcional” de su vida. Lo más sorprendente, para él, fue que ella no parecía extrañar ni por un segundo la mansión en la que había crecido.Irina se desenvolvía en aquel espacio como si hubiera vivido ahí toda su vida. Se levantaba temprano, tarareando mientras preparaba café o se duchaba, y se encargaba de todo con una actitud que Konstantine encontraba devastadora, porque podía poner su corazón a sus pies en cuestión de segundos.Siempre estaba de buen humor, incluso cuando tropezaba con sus propios tacones en medio del pasillo estrecho o cuando no encontraba lugar para guardar alguna de sus cosas.Una mañana, mientras desayunaban juntos en la pequeña mesa de la cocina, Konstantine dejó la ta
UN ESPOSO DE REEMPLAZO. CAPÍTULO 15. ¿Quién?Irina lo miraba con los brazos cruzados, el ceño fruncido y los labios apretados. El silencio entre ellos se sentía más pesado que nunca, pero ella sabía que no podía dejarlo ir sin al menos intentarlo una vez más.—¿Y no me vas a decir nada? —preguntó finalmente, rompiendo el silencio, y Konstantine dejó la maleta a un lado para girarse hacia ella. Su expresión era seria, pero sus ojos revelaban un cansancio que Irina no podía ignorar.—Te explicaré todo cuando regrese —dijo con un tono calmado pero firme—. Tengo que hacer esto, es una emergencia, y no podré hablarte durante una semana, pero te garantizo que voy a regresar, Irina. Tienes que confiar en mí —contestó, acercándose a ella y tomando sus manos.Irina quiso decir algo más, pedirle respuestas, pero sabía que no iba a obtenerlas cuando él estaba tan apurado por marcharse, así que solo asintió, aunque su corazón estaba lleno de dudas.Y él era preciso incluso en eso, porque pasó una
UN ESPOSO DE REEMPLAZO. CAPÍTULO 16. RespuestasIrina cerró los ojos cuando aquellos brazos la rodearon y Konstantine hundió la cara en su cuello, estrechándola con fuerza. Quería transmitirle tranquilidad, seguridad, pero era demasiado difícil cuando sabía que ella tenía razón para estar inquieta.Hasta ese momento jamás había tenido a nadie a quien le preocupara. Venía de una familia dividida a la que veía cada pocos años y a los que nos les importaba mucho qué hiciera con su vida, pero con Irina las cosas eran diferentes.—Lo siento mucho por no poder decirte nada, nena —murmuró en su oído—. Por favor, entiende, no es que no confíe en ti… pero no puedo hacerlo.Irina no dijo nada, pero a medida que los meses empezaron a pasar y comenzó a vivir una y otra vez aquellos viajes de Konstantine, se daba cuenta de que no estaba hecha para algo como eso.La mayoría de las veces no salía más de veinticuatro horas, a veces un par de días, pero siempre regresaba bien, como si nada hubiera suc
UN ESPOSO DE REEMPLAZO. CAPÍTULO 17. Una mujer preparadaEl aire de la noche estaba cargado de tensión, pero en el pequeño departamento de Konstantine, Irina estaba más decidida que nunca. Repasaba sus documentos de viaje, mirando el sello especial que habían puesto en su pasaporte, cuando la puerta sonó de repente con un golpe firme y seco que resonó en el pequeño espacio.—No estoy esperando a nadie… —murmuró para sí misma, pero cuando observó por la mirilla vio a un hombre que le pareció extrañamente familiar, no porque lo hubiera visto antes, sino porque su expresión era muy parecida a la de Konstantine en todos los sentidos y la hacía sentir que también era un soldado.Irina abrió la puerta y del otro lado la saludó un hombre alto, robusto, con una barba desprolija y una mirada oscura. Vestía de manera sencilla, pero había algo en su postura que lo hacía parecer más peligroso de lo que dejaba entrever.—¿Irina? —preguntó con voz grave.—¿Quién es usted? —respondió ella, entrecerr
UN ESPOSO DE REEMPLAZO. CAPÍTULO 18. El hombre en la celdaEl avión aterrizó con un golpe seco en la vieja pista de la pequeña ciudad. Irina se ajustó el abrigo y bajó las escalerillas con paso decidido, aunque juraba que sus manos estaban temblando de pura tensión. A su lado, Mikhail miraba a su alrededor con una mezcla de alerta y desagrado. El lugar era gris, desolado, y parecía más un escenario de guerra que una ciudad.—Bienvenida a... —Mikhail hizo un ademán con las manos hacia los alrededores— este basurero.—No es momento para sarcasmos, Mikha. —Irina apretó los labios y miró a su alrededor con un gesto rígido mientras la anticipación formaba un nudo en su estómago. Pero no podía permitirse dudar.Fueron directo al hotel más decente que pudieron encontrar, aunque decente era un término generoso. Las paredes estaban manchadas, y el mobiliario parecía salido de un catálogo de los años setenta, pero no era momento para ponerse quisquillosos.—¿Qué sigue? —preguntó Irina mientras
UN ESPOSO DE REEMPLAZO. CAPÍTULO 19. Las malas decisiones de una mujer enamoradaEl silencio en la celda se rompió con un estruendo metálico cuando Konstantine jaló sus cadenas al máximo, luchando inútilmente contra los grilletes que lo mantenían sujeto a la pared. Sus ojos se abrieron por completo, inyectados de furia y desesperación, al ver a Irina allí de pie, porque por desgracias había pasado un mes aprendiendo que el hombre que estaba junto a ella era un enfermo de la peor clase.—¡Irina…! Irina ¿qué haces…? ¡No deberías estar aquí! —gritó con la voz rasposa, demasiado débil después de días de golpes y hambre—. ¡Vete! ¡No puedo permitir que estés aquí!Alguien abrió la reja de su celda y Konstantine vio a Irina avanzar hasta él, arrodillándose a su lado y mirándolo directamente a los ojos, con una calma que no podía entender.—Te ves terrible, amor —murmuró conteniendo el aliento y las ganas de llorar—. Tranquilo, voy a sacarte de aquí. Todo va a estar bien.Pero en aquel moment