UN ESPOSO DE REEMPLAZO. CAPÍTULO 2. Una boda... ¿cancelada?Algo le dolía, algo que definitivamente no podía explicar, pero en el momento en que abrió los ojos lo hizo sobresaltada, con la sensación de que alguien la llamaba desde lejos.Todavía algo aturdida, parpadeó varias veces hasta que la figura de Konstantine, el jefe de seguridad de su hermano, se hizo clara sobre ella... ¡Frente…! Estaba “frente” a ella… mientras la sujetaba en sus brazos con una mezcla de preocupación y urgencia en el rostro que habría creído imposible en la cara de un exmilitar curtido como él.—¿Irina? ¿Puedes oírme? —dijo con esa voz grave que ella siempre había asociado con control absoluto, aunque ahora parecía también vulnerable—. Abre los ojos, vamos… no me des estos sustos… ¿Irina?Antes de que pudiera responder, Konstantine la levantó en brazos con una sorprendente facilidad. Y ella se tensó sintiendo la firmeza de los brazos que la sostenían, aunque la verdad no era por él, sino por toda la situaci
UN ESPOSO DE REEMPLAZO. CAPÍTULO 3. Algunas desavenencias con DiosIrina seguía parada en la entrada de la iglesia, aturdida como si un rayo la hubiera golpeado. La gente en las bancas cuchicheaba y la música, que se suponía que debería haber sido una marcha nupcial, había cesado de golpe, dejando un silencio pesado y tenso.Konstantine, sin embargo, parecía tan tranquilo como si estuviera dando un paseo por el parque mientras avanzaba hacia el altar y se paraba frente a todos.—Muy bien, amigos…—dijo abriéndose el saco y sacudiéndose las solapas de forma que todos pudieran ver muy bien el arnés con las armas que tenía debajo—. Tenemos un pequeño cambio en el programa: el novio sufrió un reemplazo de última hora. Si alguien tiene alguna objeción, siéntase libre de quejarse con cualquiera de las gemelas, aunque advierto que ellas no suelen ser muy comprensivas.Los murmullos aumentaron y a Irina se le querían salir los ojos mientras miraba de reojo a su padre, que tenía una expresión i
UN ESPOSO DE REEMPLAZO. CAPÍTULO 4. Personas destinadas.Konstantine suspiró mientras miraba al techo con las manos a la espalda y las piernas separadas, como si todavía estuviera en el ejército.—¿Sabes que según los estatutos de tu compañía ningún empleado puede recibir más de tres aumentos de sueldo en un año? —dijo en voz baja.—Sí, lo sé, pero tú no sabes en lo que te estás metiendo. Mi hermana no es fácil. ¡Esa mujer te va a salir carísima! —exclamó Mikhail y Konstantine tuvo que hacer un esfuerzo para no soltar una carcajada.—Deberías tener más fe en ella. Irina no es una mujer superficial —suspiró y su jefe lo miró con escepticismo.—¡No es que sea superficial! ¿Sabes cuánto cuesta el champán que toma?Pero antes de que Konstantine pudiera responder, la puerta se abrió y apareció Irina con los brazos cruzados.—¿Qué te está diciendo mi hermano? —preguntó, clavando la mirada en Konstantine y este la miró hacia abajo porque le encantaba que ella fuera mucho más baja que él.—Q
UN ESPOSO DE REEMPLAZO. CAPÍTULO 5. Una luna de miel… ¿interrumpida?Los ojos de Irina eran don pozos demandantes, interrogantes… y otros —antes.—Un día te contaré la historia de los carteles de los cocodrilos —dijo Konstantine con una sonrisa nerviosa—. No es tema para una boda.Y por supuesto que no lo era, porque a la princesita adorada de la familia se habían contentado con decirle que su excuñada secuestradora estaba presa en alguna cárcel de América al otro lado del mundo; no que Konstantine había hecho que se la comieran los cocodrilos solo por amenazarla.Así que la condición de “loco por ella” no estaba en debate, solo era un poco secreta.—¿Será una historia graciosa? —preguntó Irina y él carraspeó.—Bueno… supongo que depende de cuánto tiempo pase —suspiró.Tres horas después la recepción de aquella boda estaba en pleno apogeo. Ya Konstantine le había advertido al señor Angelov que iba a cuidar muy bien de su hija (porque al revés ni hacía falta). Y el aire estaba lleno de
UN ESPOSO DE REEMPLAZO. CAPÍTULO 6. Una película de horror—¡Lo sabíííííía! —Aquella exclamación se merecía un Oscar, definitivamente—. ¡Desde el principio supe que había algo raro en ti!Irina se llevó una mano al pecho mientras retrocedía contra la camioneta. La luz de la luna iluminaba el encaje de su vestido, y ella estaba haciendo el mejor acto dramático de su vida.—¿Ah, sí? ¿Qué sabías exactamente? —preguntó Konstantine mientras se acercaba lentamente, con el cuchillo moviéndose en su mano.—¡Tantas cosas buenas no podían ser reales! ¡Ahora entiendo por qué te casaste conmigo! ¡Eres un asesino letal!... —Irina de llevó una mano a la frente con el tono más dramático que pudo reunir—. Tú estás encaprichado conmigo, te has obsesionado por años, y ahora que has logrado alejarme de todos, me vas a matar en medio de la nada. ¡Como en todas esas películas de terror!Konstantine dejó escapar una risa profunda y gutural mientras la acorralaba contra la camioneta.—¿Yo? ¿Un asesino letal
UN ESPOSO DE REEMPLAZO. CAPÍTULO 7. Un niño arrogante y engreídoSus manos se movían con la precisión de quien sabe exactamente lo que provoca. Era firme y cuidadoso mientras deslizaba el filo del cuchillo por los restos del vestido de encaje que ella llevaba. Cada botón cortado era seguido por el aliento cálido de Konstantine, porque ni siquiera llegaba a besarla y sabía que no lo necesitaba. Podía ver sus nudillos pálidos aferrados a la madera del tocador frente al espejo, el mismo que le devolvía la imagen de aquellos ojos cerrados y aquel puchero delicioso que le encendía los peores instintos.La tela terminó de ceder con facilidad, cayendo al suelo en un desorden de vuelos y encajes, mientras trataba de no perder el equilibrio, con respiración entrecortada y más balbuceos que palabras mientras sentía aquel pecho enorme pegado contra su espalda.—Esto… no era… no… necesario —murmuró Irina con una voz apenas audible.—No, pero fue divertido —respondió Konstantine sin detenerse—. Cr
UN ESPOSO DE REEMPLAZO. CAPÍTULO 8. La reacción que hay que causar¡Y no se había desmayado!Era justo reconocerlo, solo se había quedado dormida antes de que se terminara la botella de champaña.No podía decir exactamente cómo había ocurrido, pero ahí estaba, hecha un ovillo en la cama, con la respiración tranquila y el rostro relajado. Konstantine no podía apartar la mirada de ella. Parecía que todo lo que realmente le importaba en el mundo se concentraba en esa pequeña figura envuelta en una manta, como si estuviera protegiéndose del resto del universo.Se quedó observándola en silencio, preguntándose cómo había llegado a ese punto.¿Cómo se había enamorado de Irina? No tenía ni la más peregrina idea.Trabajar junto a su hermano durante un par de años no había sido precisamente un camino hacia ella, pero finalmente ahí estaba, en esa habitación, observándola como si no existiera nada más.Suspiró y pasó una mano por su cabello, porque después de todo, aunque ahora la tuviera, y aun
UN ESPOSO DE REEMPLAZO. CAPÍTULO 9. Protección Clasificada Nivel CEl sol apenas comenzaba a despuntar en el horizonte cuando retomaron su viaje. Konstantine conducía con una tranquilidad que, para Irina, resultaba sospechosa. Silbaba una melodía que llevaba un rato repitiendo, mientras ella se revolvía en su asiento, demasiado consciente de cada pequeño movimiento que él hacía.No podía dejar de pensar en lo que había pasado en ese balcón; o sea nada… pero era un “nada todavía”, porque sobraba decir que ahí mucho con qué… trabajar. Lo observaba de reojo, intentando no ser demasiado obvia, pero él, como siempre, parecía capaz de notar todo.—¿Qué pasa, princesa? —preguntó, esbozando una sonrisa suave mientras Irina desviaba la mirada por enésima vez.—Nada —respondió ella con ese tono inocente que nadie se tragaba.—Nada… —repitió Konstantine con un tono burlón, antes de estallar en carcajadas.—¿De qué te ríes? —espetó su esposa, girándose hacia él con el ceño fruncido.—De ti —respo