HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 55. Un momento para la reconquistaEl aire en la sala del tribunal se volvió más denso que nunca. La sentencia estaba dictada, pero Mera no parecía dispuesta a aceptar su derrota. Su rostro, antes impecable, ahora estaba enrojecido por la rabia, y sus ojos brillaban con furia mientras miraba a Mikhail. Él, en cambio, permanecía tranquilo, como si estuviera viendo una obra de teatro mediocre.—¡Esto es inaceptable! —gritó Mera, golpeando con ambas manos la mesa frente a ella—. ¿Cómo se atreve a darme solo dos mil euros al mes? ¡Es ridículo, es... es una broma de mal gusto!Mikhail soltó un suspiro lento, cruzando los brazos sobre el pecho. Había esperado este tipo de reacción y estaba más que preparado para enfrentarla.—Mera, ya te lo dije, pero parece que tendré que explicarlo otra vez con más claridad. Todo el dinero de los Angelov pertenece a la familia, no a mí. No puedo disponer de él como si fuera una alcancía personal. No obtendré nada hasta que here
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 56. Niñito de mamáAcarició sus muslos despacio, levantándole el vestido a la altura de las caderas mientras sentía la calidez que se extendía desde su sexo. Era la mejor sensación del mundo, tenerla, besarla, hundir sus dedos en la carne tensa de sus nalgas y escucharla gemir.—Dime que lo quieres —gruñó Mikhail mientras sentía sus dedos soltándole el cinturón con un gesto urgente.—Si lo tengo que pedir, ya no lo quiero —refunfuñó Karina, y los dos sabían que era mentira, porque en el mismo segundo en que su mano se coló en sus pantalones y acarició su miembro, era demasiado evidente que lo quería y mucho.—¡Maldición, estás desquiciada! —jadeó él echando atrás la cabeza y disfrutando cada una de sus caricias.—¡No, lo que estoy es mojada! —le advirtió ella al oído, y gimió sin poder evitarlo cuando Mikhail apartó despacio el encaje de sus bragas, acariciando aquel humedad caliente y deliciosa.Un segundo después la estaba besando como un desposeído, y al
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 57. Desesperación.El aeropuerto de Varna estaba lleno de viajeros y familiares despidiéndose. Mikhail se encontraba apoyado contra una de las columnas de la salita de embarque privada, mirando su reloj con impaciencia. Había llegado con tiempo suficiente para despedirse de Karina antes de que abordara su avión a Italia, pero ella aún no aparecía.Había tenido que salir muy temprano esa mañana de casa de sus padres por una emergencia en la empresa, algo realmente estúpido, pero ella lo había empujado fuera de la cama y lo había mandado a ganarse el pan.—Voy a resolver esto pero llegaré a tiempo para despedirte en el aeropuerto, ¿de acuerdo? Y en una semana iré a Italia a verte —le había prometido Mikhail.Sin embargo ella no estaba allí, no había llegado y el capitán del vuelo privado salió para avisar que tendrían que reagendarlo.Revisó su teléfono por quinta vez en los últimos minutos, marcando el número de Karina. Nada. Así que llamó a Irina, esperando
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 58. Otras intenciones.Mikhail rio sin humor, señalando hacia el coche destrozado mientras sus ojos se humedecían.—¿Calma? ¿Quieres que esté calmado cuando la mujer que amo está desaparecida, posiblemente herida, y quién sabe en manos de quién? —escupió apretando los puños, pero la respuesta de su segundo al mando terminaría de desesperarlo.—Bueno, jefe, no quisiera echarle más leña al fuego, pero creo que los dos sabemos bastante bien en manos de quién puede estar —declaró Konstantine—. No es como si la familia Angelov fueran unos mafiosos o algo así. Las rencillas que tienen contra ustedes se resumen… básicamente a una persona.Y por terrible que pudiera parecer. Konstantine Petrov tenía por costumbre no equivocarse.Muy lejos de allí, en una de las salidas al campo en el otro extremo de la ciudad, el olor a humedad y tierra vieja de aquel sótano oscuro se metía en la nariz de Karina.Abrió los ojos con lentitud, sintiendo un dolor punzante en la cabeza
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 59. Otra como túEl motor del auto rugió cuando Mikhail pisó el acelerador. Konstantine, sentado en el asiento del copiloto, cargaba un arma en silencio mientras miraba la dirección que habían recibido del teléfono de Mera. El ambiente estaba tenso, como un cable a punto de romperse, pero ninguno de los dos parecía demasiado alterado.—¿No piensas llamar a nadie más? —dijo Mikhail, rompiendo el silencio mientras mantenía la vista fija en la carretera—. No sabemos cuántos hombres tiene, no sabemos con qué nos vamos a encontrar y no creo que Mera sea tan estúpida como para no tener guardias.—No, estúpida sí es, o de lo contrario no se le habría ocurrido secuestrar a la señora Karina —replicó Konstantine—. Pero tiene razón, jefe, no creo que sea ella la que haya apretado el gatillo que mató al chofer desde otro auto en movimiento; así que debe tener ayudantes para esto.Konstantine, siempre imperturbable, se encogió de hombros mientras le ponía el silenciador
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 60. A ninguno de los dos.Ver a Mera escapar no fue lo peor de todo, lo peor fue ver cómo Karina se desvanecía en medio de aquella pesadilla que era el sótano sucio del horrible almacén en que la habían secuestrado.Nada evitó que Mikhail corriera hacia ella con desesperación, y la abrazara con fuerza, levantándola contra su pecho para sacarla de allí.El rugido del motor ronroneaba en el silencio de la noche mientras conducía hacia el hospital. Llevaba a Karina en el asiento del copiloto, semiinconsciente después del susto y el agotamiento. Su respiración era irregular, pero al menos estaba viva, y eso era todo lo que importaba en ese momento.—Aguanta, nena, ya casi llegamos —dijo Mikhail, con la voz tensa mientras le echaba rápidas miradas de preocupación.Karina apenas movió los labios en un intento de responder, pero estaba demasiado débil. El corte en su mejilla había dejado un rastro seco de sangre, y Mikhail apretó el volante con tanta fuerza que su
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 61. Cuando todo terminaEl amanecer se filtraba por las ventanas del hospital cuando Karina abrió los ojos. Su visión estaba algo borrosa, pero no tardó en reconocer la figura familiar de Mikhail sentado junto a su cama. Estaba apoyado hacia adelante, con los codos sobre las rodillas y los ojos cerrados, como si estuviera rezando o simplemente agotado. Pero en cuanto Karina movió la mano, el ligero sonido de las sábanas lo hizo reaccionar. Levantó la cabeza de inmediato, y sus ojos azules se iluminaron al verla despierta.—Hey —murmuró él con una sonrisa suave, inclinándose hacia ella.—Hey tú —respondió Karina, con voz ronca pero con una pequeña sonrisa en los labios—. Dime que todo terminó.Mikhail tomó su mano entre las suyas, apretándola ligeramente como con eso quisiera darle fuerzas.—Ya estás fuera de peligro, muñeca. Todo está bien.Karina suspiró de alivio, pero pronto sus ojos se llenaron de preocupación.—¿Y Mera?El rostro de Mikhail se tensó li
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 62. Un hombre protector con tooooooda la familiaEl sol de la mañana entraba suavemente por las enormes ventanas de la mansión Angelov, iluminando la sala principal donde Karina estaba sentada en un cómodo sillón, con una taza de café en las manos. Aunque la herida en su mejilla aún estaba ligeramente sensible, los cuidados de los médicos y el cariño de la familia Angelov habían hecho maravillas; y a pesar de todo lo que había pasado, se sentía tranquila y querida.Pero sobre todo estaba muy consentida porque Mikhail se había tomado absolutamente en serio aquello del plan de reconquista. El único problema era que no lograba que le hiciera los favores necesarios porque ahora la trataba como si fuera una muñequita de cristal.Parecía tenso por todo, preocupado por todo, y Karina juraba que estaba a punto de encargar un bunker y meterla en él. Y aquella idea se confirmó cuando él entró en la sala, sosteniendo su teléfono y con una expresión preocupada en el ro