CAPÍTULO 34. Una mirada diferente.Grayson respiró hondo porque estaba muy lejos de pretender hacerse el héroe, pero al menos estaba convencido de que no era el peor villano en aquella historia.—Solo estoy tratando de protegerlas —le dijo a Karina, y ella lo miró con una expresión condescendiente y lastimosa.—No, solo estás tratando de proteger tus propios intereses. Serena no es más que un instrumento para ti, y Meli tampoco. Así que puedes dejar caer la máscara, porque la realidad es que solo estás obligando a una mujer que lo único que quiere es alejarse de ti.Grayson empujó la puerta del departamento porque no estaba en ese instante interesado en meterse en ninguna clase de diatriba con Karina.—Ya aprenderá a confiar en mí —sentenció él, mientras a su espalda solo escuchó una risa cansada.—No, no lo hará. Las personas que han perdido mucho en su vida están acostumbradas a cubrirse a toda costa. Serena jamás confiará en ti, no puedes llegar a ella, solo puedes forzarla, como t
CAPÍTULO 35. ¿Por qué no estaba feliz?Grayson sabía que se merecía aquella desconfianza en todas las formas posibles. Lo verdaderamente extraño era que, si hacía solo unas semanas esa desconfianza lo hubiera halagado, y el hecho de que ella le tuviera miedo solo le hubiera provocado satisfacción; por alguna razón que no entendía, en ese mismo instante no fue precisamente eso lo que sintió.En medio del saloncito, Meli sacaba todos los juguetes, y eso le derretía esa pared que con tanto ahínco había erigido alrededor de su corazón. Sin embargo, frente a él, Serena solo estaba nerviosa, sin siquiera ser capaz de disfrutar de la felicidad de su hija.¿Y no era eso lo que quería precisamente? ¿Que ella no tuviera ni un segundo de paz, que ella pagara por todo lo que había hecho, que ella fuera profundamente infeliz? Entonces, ¿por qué demonios no estaba contento si era evidente que ya lo había conseguido?—Serena, no voy a cobrarte nada de esto de ninguna forma, por favor —gruñó entre di
CAPÍTULO 36. Lo sientoEn una fracción de segundo lo único que había quedado de Grayson Blackwell en aquella cocina era el rastro de su maldito perfume. Apenas eran unos metros, la piscina estaba cerca y él solo quiso que la tierra se abriera bajo sus pies cuando escuchó aquel grito en medio de los chapoteos.Ni siquiera se molestó en quitarse nada. El salto fue preciso, largo y poderoso, y para cuando volvió a sacar la cabeza ya llevaba por delante el cuerpo de Meli, que manoteaba asustada. Grayson no encontraba palabras para decirle que se calmara, solo alcanzó la orilla lo más rápido que pudo y la sentó en el borde, golpeando su espaldita mientras la nena escupía y soplaba toda el agua, antes de echarse a llorar del susto.Y para ser honesto él no estaba mucho mejor, sentía el corazón en la garganta, como si el miedo estuviera apretándosela a cada segundo, y cuando miró por encima del hombro de Meli, vio cómo Serena resbalaba contra el marco de la puerta, sentándose en el piso con
CAPÍTULO 37. Exceso de demoniosEra simplemente insoportable. Podía culparla, eso sin dudas era más fácil, pero todavía no existía la mujer que fuera ni medianamente seductora con los ojos hinchados, la nariz roja y un pequeño rastro de mocos justo debajo. No había mujer en la Tierra en aquel estado que hubiera podido despertarle una erección a Grayson Blackwell, excepto esa que la vida le mandaba para desmentirlo.Serena estaba todavía temblorosa, tenía los labios rojos e hinchados de tanto apretarlos, y los de Grayson estaban a punto de ponerse así de tanto mordérselos... porque era eso o besarla. Ni siquiera tenía sentido que lo negara, no había una versión de Serena Radcliffe que no le provocara eso, que no lo llenara de deseo, que no lo hiciera querer estrecharla, besarla, devorarla.Abrió los botones del vestido uno a uno y le bajó los tirantes hasta que la prenda cayó alrededor de las caderas de la muchacha sobre el lavabo. Había un rastro de sangre sobre la herida lastimada y
CAPÍTULO 38. Apoyo emocionalSerena apretó los labios porque lo que había dicho simplemente se le había salido sin pensar, y por supuesto que eso era malo porque Grayson Blackwell no era la clase de persona con la que pudiera darse el lujo de relajarse. Sin embargo también estaba segura de que intentar ocultárselo solo lo haría sentir mucha más curiosidad por eso.—Mi hermana y yo —respondió con la mayor calma que pudo acumular.—No sabía que tuvieras una hermana —murmuró él.—La perdí hace tiempo —contestó Serena tomando el vaso de su mano y bebiendo todo lo que quedaba—. No vale la pena hablar de eso —murmuró levantándose—. Será mejor que consigas la botella completa.Sin embargo antes de que pudiera marcharse Grayson la retuvo por el brazo.—De verdad lamento lo que pasó hoy. Te prometo que para mañana la piscina va a estar asegurada.Solo la vio hacer un gesto leve de asentimiento con la cabeza, y Serena entró a la casa mientras él se quedaba pensando en cómo demonios iba a cumpli
CAPÍTULO 39. El problema era él.No se podía negar: Meli lo estaba disfrutando. Por supuesto que Serena no tenía cómo mantener una mascota, pero cuando todo aquello terminara, al menos sabía que su hija tendría a aquel perro para apoyarl… aunque su nombre le recordara demasiado al otro perro.Y tampoco se podía negar que ver aquellas dos cabezas asomadas en la puerta de la cocina era gracioso, así que solo se cruzó de brazos.—¿Cuál de los dos?—Llamé al más bonito —respondió ella y Grayson hizo una mueca.—Amigo, ahí te llaman —dijo palmeándole la cabeza alejándose mientras Serena le servía de cenar a Gray.Y si alguien dudaba de la inmensa conexión de un niño con su perro, baste decir que para cuando Serena se fue a dormir esa noche, se encontró con que su lugar en la cama ya estaba ocupado, y Meli abrazaba a Gray toda despatarrada.—Cuídamela bien, ¿de acuerdo? —le pidió y el animalito le lamió una mano con cariño.Serena respiró con cierto alivio y no le molestó en absoluto acurru
CAPÍTULO 40. MaîtresseSerena no podía contener el miedo, no era extraño, simplemente no podía decirle por qué.—¡Eres un...! —Pero el agua estaba en su cintura—. ¡Eres un...!—Dame dos minutos —le pidió él mientras se hundían hasta el pecho y Serena ahogaba un jadeo.—¡Grayson!—Solo dejaré de cumplir con mi palabra por dos minutos... te lo prometo... —jadeó con una ansiedad en la voz que dejó a la muchacha impresionada y un segundo después aquella boca estaba sobre la suya.Podía resistirse, pero también podía hundirse. Podía morderlo... pero su cuerpo estaba tan rígido que era como si nada en ella respondiera, nada excepto sus labios.Aquello era horrible, terrible, peligroso, y aun así la resistencia de Serena murió en cuando aquella lengua se hundió en su boca, reclamando cada beso como si de verdad le pertenecieran. Sintió la pared de la piscina contra su espalda y la forma inquieta en que Grayson se apretaba contra ella.La había besado antes, o mejor dicho: la había castigado
CAPÍTULO 41. PerdónameLlevaba el corazón oscuro y la mente nublada. Serena no podía negarlo. Después de tanto tiempo y de tantos golpes, aún seguía siendo tan estúpida como para creer en la parte buena de la gente.Aquella frase decía: "No creas en las palabras, cree en los actos", pero quien fuera que lo había dicho también se equivocaba, porque a veces los mejores actos de una persona tenían un trasfondo de malas intenciones. Y resultaba más que evidente que todo lo que Grayson estaba haciendo por ella y por su hija no era más que una farsa, una forma de ganarse su confianza para que ella hiciera de buena gana lo que él quería que hiciera.—Serena, espera... —intentó detenerla, tratando de no alzar la voz porque lo último que quería era hacer un escándalo—. ¡Como un demonio, mujer!, ¿me dejas hablar? —gruñó, sujetándola por un brazo.Pero en el mismo instante en que la vio darse la vuelta, la única respuesta que obtuvo fue el eco de aquella bofetada en todo el corredor.Las pupilas