CAPÍTULO 41. PerdónameLlevaba el corazón oscuro y la mente nublada. Serena no podía negarlo. Después de tanto tiempo y de tantos golpes, aún seguía siendo tan estúpida como para creer en la parte buena de la gente.Aquella frase decía: "No creas en las palabras, cree en los actos", pero quien fuera que lo había dicho también se equivocaba, porque a veces los mejores actos de una persona tenían un trasfondo de malas intenciones. Y resultaba más que evidente que todo lo que Grayson estaba haciendo por ella y por su hija no era más que una farsa, una forma de ganarse su confianza para que ella hiciera de buena gana lo que él quería que hiciera.—Serena, espera... —intentó detenerla, tratando de no alzar la voz porque lo último que quería era hacer un escándalo—. ¡Como un demonio, mujer!, ¿me dejas hablar? —gruñó, sujetándola por un brazo.Pero en el mismo instante en que la vio darse la vuelta, la única respuesta que obtuvo fue el eco de aquella bofetada en todo el corredor.Las pupilas
CAPÍTULO 42. Una trabajadora socialHabía algo odioso, dulce y terrible en tomar su boca como si no tuviera derecho a ella, porque no lo tenía; en apretar su cuerpo contra el suyo como si ella no pudiera resistirse, porque realmente no podía; en sentarla sobre aquella encimera y meterse entre sus piernas, dejando que toda la marea de malos sentimientos, de emociones oscuras y salvajes, de dolor ininterrumpido y de innegable deseo saliera todo por la misma puerta, en el mismo instante, todo por su boca mientras devoraba la de Serena con ese instinto elemental, animal, más básico: el que le gritaba que aquella mujer era suya.O quizás era al revés.Quizás él había sido suyo desde el primer instante, pero ese no era un pensamiento racional que pudiera alentarlo o detenerlo en aquel momento. Porque no había racionalidad allí, solo una necesidad profunda de tenerla en sus brazos, de sentir la forma en que se estremecía aun involuntariamente, de perderse en el sabor de sus labios...Y para
CAPÍTULO 43. Una promesaSerena se sentó en aquella butaca, con la mitad de su expresión sorprendida y la otra aterrada. No entendía nada de lo que estaban hablando, solo sabía que Edith Sacks había sido la maestra de Meli en la guardería.—No entiendo... —murmuró mientras sus ojos viajaban entre la trabajadora social y Grayson—. ¿Qué fue lo que pasó con la maestra de Meli?Lydia Baptiste miró a Grayson con curiosidad, y él se sentó en otra de las butacas de la sala.—No le he comentado nada a Serena sobre el asunto —explicó para las dos—. En el momento en que las cosas sucedieron, ella estaba recién operada, muy delicada, y me pareció que lo último que necesitaba en ese momento era saber que algo tan grave había sucedido con Meli en la guardería.La trabajadora social esbozó un gesto de absoluta comprensión mientras el rostro de Serena se ponía lívido y se giraba hacia Grayson.—¿Qué fue lo que pasó con Meli en la guardería? ¡Yo no la llevé más porque los niños la molestaban! —exclam
CAPÍTULO 44. Preguntas incómodasEn cualquier otro momento Grayson lo habría disfrutado. Juraba que unas semanas antes habría sentido una satisfacción enorme por el simple hecho de verla emplazada en medio de todos aquellos abogados y, sobre todo, de cara a su hermana. Sin embargo, en aquel instante todo era diferente.Kenneth y Karina habían llegado a la mansión para quedarse con Meli esa mañana, mientras Grayson llevaba a Serena al despacho de los abogados. Ella iba tan silenciosa que parecía una estatua, y si era honesto, él ni siquiera sabía qué decirle. Así que solo abrió aquella puerta para ella y vio cómo las dos mujeres en la habitación se miraban con expresiones muy distintas. En el rostro de Serena solo había una profunda tristeza, y en el de su hermana, un odio inimaginable.—¿Y a esta zorra por qué la traes tú? —gruñó Annabelle de inmediato, y Grayson no cometió el error de decirle que la muchacha estaba viviendo con él.—Annabelle, por favor, compórtate —le pidió con el t
CAPÍTULO 45. Una prueba de infidelidadLo mismo el abogado que Grayson la miraron con el ceño fruncido, pero solo uno de ellos sintió el corazón latiéndole en los oídos ante aquella respuesta.—Señora Radcliffe, por favor entienda que el abogado del señor Huxley no descansará hasta que la obligue a revelar esta información —le recriminó el abogado.—Y puede intentar obligarme todo lo que quiera, pero la verdad es que no puedo decirles lo que no sé. No me acuerdo de nada, estaba pasada de tragos y no me acuerdo de nada —declaró Serena con voz vacía porque hacía cuatro años le había hecho la misma pregunta a Brooke una y otra vez, y una y otra vez, pero Brooke le había contestado siempre lo mismo: no sabía, no se acordaba, estaba demasiado bebida.—Entonces, ¿cómo puede afirmar que se acostó con el señor Huxley?—Porque con él me desperté al otro día —murmuró Serena.—Lo siento, pero eso no va a ser suficiente. Tiene que haber algo más, alguna prueba... —insistió el abogado, y los ojos
CAPÍTULO 46. No la puedes salvarLa mitad de la historia que había contado era verdad, y la otra mitad era una verdad ajena. Era cierto que Serena había conocido a Jerry en el casting de aquella película de la cual había sido protagonista durante medio año. Y también era cierto que en esa misma filmación había sido donde Jerry había conocido a su hermana, y donde a Brooke se le había metido en la cabeza aquella idea de que también quería ser actriz. Después de todo, estaba viendo el éxito de su hermana mayor, ¿por qué no podía aspirar a lo mismo?Por suerte o por desgracia, cuando Serena había entrado en aquella industria, había sido lo suficientemente madura para evadir los problemas. A fin de cuentas, ella tenía una hermanita pequeña que cuidar. Sin embargo, Brooke no estaba en la misma posición; ella solo quería brillar, ser grande, famosa y reconocida. No tenía idea de lo caro que podía costarle la fama en Hollywood a las chicas lindas.Cada fragmento de aquella conversación volví
CAPÍTULO 47. Sentimientos incontrolablesTenía que irse de allí, tenía que correr, tenía que hacer algo o de lo contrario se volvería loca. Atravesó aquel bosquecillo hasta llegar a la mansión, pero en cuanto estuvo a menos de diez metros de su hija supo que no podía cargarla con toda aquella angustia que ella tenía, así que procuró controlarse mientras Kenneth y Karina se despedían de las dos.El resto de la tarde fue una completa agonía, los recuerdos iban y venían en su cabeza, pero la culpa no se iba de su corazón. Finalmente, para las ocho Meli estaba tan cansada después de la diversión del día que no tuvo que mandarla a la cama dos veces.—¿Y angelito? —la increpó a la niña mirando hacia la puerta mientras su madre la arropaba—. ¿E besito de buena noche?Serena frunció el ceño porque hasta ese momento había estado tratando de evitar tanto a Grayson que no se había percatado de que aún no había regresado a la casa.Le inventó una excusa sobre que estaba buscando estrellas para tr
CAPÍTULO 48. Algo diferente—¡Aaaaah! ¡Gray...!—¡Distingue, por Dios! ¡Distingue!—¡Grayson!—¡Mucho mejor!...Serena había dejado de ser virgen desde los diecinueve, pero siempre había procurado que sus pocas relaciones no la rebasaran más de un año en edad, así que era justo decir que jamás había estado con un hombre con tanta experiencia como Grayson Blackwell, o al menos ninguno que la hiciera sentir de aquella manera.Su piel parecía a punto de estallar a cada minuto. Lo sentía rascando en su interior, midiendo, provocando hasta que aquellos espasmos la inundaron una sola vez. Cerró los ojos con fuerza, pero no llegó a morderse los labios porque él los devoró, bebiéndose también el resto de aquellos gritos que salían contra su boca.Y tenía que tener demasiada mala suerte, pero Grayson podía jurar que jamás los gritos de una mujer le habían provocado lo que le estaban provocando los de Serena. Se dejó envolver por cada uno de aquellos gemidos bajos que ella exhalaba mientras su