CAPÍTULO 47. Sentimientos incontrolablesTenía que irse de allí, tenía que correr, tenía que hacer algo o de lo contrario se volvería loca. Atravesó aquel bosquecillo hasta llegar a la mansión, pero en cuanto estuvo a menos de diez metros de su hija supo que no podía cargarla con toda aquella angustia que ella tenía, así que procuró controlarse mientras Kenneth y Karina se despedían de las dos.El resto de la tarde fue una completa agonía, los recuerdos iban y venían en su cabeza, pero la culpa no se iba de su corazón. Finalmente, para las ocho Meli estaba tan cansada después de la diversión del día que no tuvo que mandarla a la cama dos veces.—¿Y angelito? —la increpó a la niña mirando hacia la puerta mientras su madre la arropaba—. ¿E besito de buena noche?Serena frunció el ceño porque hasta ese momento había estado tratando de evitar tanto a Grayson que no se había percatado de que aún no había regresado a la casa.Le inventó una excusa sobre que estaba buscando estrellas para tr
CAPÍTULO 48. Algo diferente—¡Aaaaah! ¡Gray...!—¡Distingue, por Dios! ¡Distingue!—¡Grayson!—¡Mucho mejor!...Serena había dejado de ser virgen desde los diecinueve, pero siempre había procurado que sus pocas relaciones no la rebasaran más de un año en edad, así que era justo decir que jamás había estado con un hombre con tanta experiencia como Grayson Blackwell, o al menos ninguno que la hiciera sentir de aquella manera.Su piel parecía a punto de estallar a cada minuto. Lo sentía rascando en su interior, midiendo, provocando hasta que aquellos espasmos la inundaron una sola vez. Cerró los ojos con fuerza, pero no llegó a morderse los labios porque él los devoró, bebiéndose también el resto de aquellos gritos que salían contra su boca.Y tenía que tener demasiada mala suerte, pero Grayson podía jurar que jamás los gritos de una mujer le habían provocado lo que le estaban provocando los de Serena. Se dejó envolver por cada uno de aquellos gemidos bajos que ella exhalaba mientras su
CAPÍTULO 49. Una confrontación... y una decisiónAnnabelle venía histérica, solo Dios sabía por qué, pero Grayson podía imaginarlo, y aun así ese no era el problema. El problema era que, por la forma en que había atravesado el auto frente a su camioneta, existía cualquier posibilidad de que se metiera a su casa y descubriera a Serena y a Meli ahí dentro.—¡Por supuesto que tenemos que hablar! ¿Pero te crees que estas son formas? —espetó, furioso, saliendo de su coche—. La verja es automática, ¿quieres que se lleve por delante los dos carros? —la increpó, acercándose al panel de control de la puerta. Sin embargo, su primer gesto fue activar el botón del intercomunicador mientras hacía todo el escándalo posible discutiendo con su hermana.Y por suerte la estrategia dio resultado, porque aquellos gritos llegaron de inmediato a la cocina, y Serena y Karina se miraron azoradas. En cuestión de unos pocos segundos fueron por Meli, que estaba jugando en la sala, y Serena de inmediato le señal
CAPÍTULO 50. Una pompa de jabónLa pregunta era muy simple, la respuesta no tanto. ¿Por qué estaba haciendo aquello? ¿Por qué estaba dándole la oportunidad de escapar en cualquier momento? Quizás porque la había visto, porque llevaba demasiados días viéndola, y sabía que absolutamente nada alrededor de aquella mujer era una actuación.—No lo sé —respondió con sinceridad, evitando su mirada—. No sé por qué diablos estoy haciendo esto, solo... No quiero que te lastimen más. ¿Eso tiene algún sentido? —murmuró Grayson, y Serena puso a un lado aquella cartuchera, abrazándose el cuerpo.—Honestamente, no mucho. No tiene mucho sentido que digas que no quieres que lastimen a una mujer a la que odias.—Yo no... —Grayson se apresuró a replicar, hasta que se dio cuenta de que realmente las palabras que iban a salir de su boca eran ciertas—. Yo no te odio —dijo, girándose para mirarla—. Es verdad que tampoco tengo claro nada de lo demás que siento por ti, pero no te odio.Serena pasó saliva, porq
CAPÍTULO 51. Desesperación.Grayson había pasado años esperando aquel momento y meses planeándolo. Cada vez que pensaba en todas las veces que su hermana había estado en esos extremos de depresión, en que era un peligro hasta para sí misma, solo podía soñar con que por fin lograba liberarla de aquella cadena al rojo vivo que seguía siendo su matrimonio con Jerry Huxley.Sin embargo, en ese instante, mientras atravesaba las puertas del juzgado junto a ella, protegiéndola de la horda de periodistas a su alrededor, no pudo evitar pensar que alguno de los abogados a los que tan bien les pagaba tenía que ser lo bastante inteligente como para poder proteger a Serena de la misma forma si ella lo necesitaba, ¿verdad?Y todos sus miedos respiraron con alivio cuando, quince minutos después, la vio entrar por la puerta de la sala de audiencias sana y salva."¡Maldición... mañana le pondré guardaespaldas!", fue su primer pensamiento, porque entre las muchas cosas que no lograba entender sobre lo
CAPÍTULO 52. Sin importar nada másPor desgracia, era una mentira. No iba a estar bien, y Grayson lo supo en el mismo instante en que vio a su hermana aparecer por la puerta de aquel ascensor y correr hacia ellos con la rabia reflejada en el rostro.—¡¿Qué demonios fue lo que pasó aquí?! —exclamó, viendo la escena, y Grayson intentó ignorarla porque en aquel momento lo único que quería era asegurarse de que Serena estaba bien.La hizo apoyar los pies en el suelo y la sostuvo frente a él, evaluando si era capaz de mantenerse en equilibrio.—Mírame con atención, Serena, mírame —le dijo sin importarle nada más—. ¿Dónde te duele?Ella solo se tocó algunos cortes que tenía en los brazos, causados por los vidrios rotos, pero más allá de eso, solo negó con la cabeza.—Estoy bien... Creo... Estoy bien, de verdad —aseguró, mientras junto a ellos comenzaban a sonar las sirenas de las ambulancias y los bomberos.—Ocúpate de que todos estén bien —espetó Grayson, mirando al jefe de sus abogados, y
CAPÍTULO 53. Un abismo para dosEra como intentar negar la luna. La luna existía, ¿verdad? Entonces, eso que ellos estaban sintiendo, fuera lo que fuera, también existía.Sus labios se encontraron en medio de un deseo violento y desesperado, como si sentir la piel del uno contra el otro fuera la única solución para aquella locura temporal. Grayson podía jurar que la piel de Serena ardía contra la suya, y ella podía jurar que las manos de aquel hombre estaban hechas para gobernar, porque parecía que iban dejando una orden por dondequiera que pasaban.Y esas manos de Grayson bajaron, delinearon su espalda, sus caderas... Serena ahogó un jadeo de necesidad en el mismo momento en que sus dedos se anclaron bajo sus nalgas, subiéndolas hasta que las piernas de la muchacha rodearon su cintura, y la llevó contra aquella pared de piedra como si sus vidas dependieran de eso.Grayson apenas podía controlar esa erección que se apretaba contra su sexo, y aun en medio del agua, podía jurar que aque
CAPÍTULO 54. Un refugio en sus brazosEra dulce y extraño a la vez tenerla allí, envuelta en un abrazo posesivo del que, hasta ese momento, Grayson ni siquiera se había creído capaz. Sin embargo, como esos momentos al parecer no estaban destinados a ellos, a él no le concedieron más de media hora para tenerla así, hecha un ovillo y acurrucada contra su costado, hasta que su teléfono comenzó a sonar con insistencia.—¡Maldición! —gruñó entre dientes al ver el número de su hermana, pero si bien no planeaba responder en ese momento, el mensaje que entró solo unos pocos segundos después no pudo ignorarlo.Serena lo sintió incorporarse con un gesto de sorpresa y lo miró, aún un poco aturdida por el cansancio.—¿Qué pasó? —fue la única pregunta que salió de sus labios, porque estaba convencida de que algo grave debía haber sucedido para que se pusiera tan tenso en tan poco tiempo.—Mi hermana —murmuró Grayson, levantándose y tratando de vestirse a toda prisa—. Kenneth me acaba de escribir.