CAPÍTULO 147. RecuerdosNo era dolor, no era sorpresa, no era incomprensión. Era aquella certeza profunda y terrible de que Greyson la había amado con todo su corazón, a toda costa y sin importar nada. El hecho de que le hubiera dejado absolutamente todo a Meli no era lo más importante, sino que aquel testamento se había ingresado hacía cinco meses, cuando ellas no habían regresado, cuando Greyson no sabía absolutamente nada de lo que había sucedido. Al final, era como si nada importara, solo el hecho de que ellas existían y de que las amaba.La mano de Percy se cerró con fuerza sobre la de Serena para levantarla y sacarla de allí. Ya sabía muy bien que el abogado familiar no transaría, no permitiría que se jugara sucio con la voluntad de Greyson. Aquel hombre había sido uno de los mejores amigos de su padre durante muchos años y, ciertamente, no iba a decepcionar a uno de sus hijos.—No puedo creer... No puedo creer que haya hecho eso... —susurró Serena, con el corazón encogido—. ¡No
CAPÍTULO 148. Mitad diario, mitas cartas de amor.Sobra decirlo, por supuesto que Aurelio fue el primero en llegar a Percy, en alcanzarlo, pero solo un segundo después Renzo lo apartó de sus brazos y lo llevó para sentarlo en una silla en la cocina.—¿Pero qué demonios…? —gruñó Aurelio, y su hermano levantó aquel dedo índice lleno de autoridad que nadie se atrevía a discutirle.—Está teniendo un ataque de depresión postraumático. Puedes quedarte tranquilo. Yo me encargo —sentenció Renzo, y Aurelio frunció el ceño, mirando a Moon, que estaba junto a él.—¿Esa mierd@ existe? —preguntó, y la chica solo asintió con un mudo gesto de la cabeza, y antes de que Aurelio pudiera protestar, ya le estaba cerrando la puerta de la cocina en la cara.—Pero... yo solo quería ayudar —murmuró Aurelio con un suspiro cansado, abriendo los brazos y girándose hacia Serena, que estaba tan confundida como él.—Ha perdido mucho —dijo la muchacha—. Básicamente todo lo que tenía, porque es obvio que no puede co
CAPÍTULO 149. Una agresión sin treguaUna semana. Una larga, triste y caótica semana en la que Serena solo pudo contener la debacle que se les venía encima, y tanto ella como Percy o los Viscontti terminaban absolutamente agotados. Algo ocurría cada día, como si el maldito set estuviera embrujado, y el incendio solo había sido la primera catástrofe. Un sabotaje tras otro, y cada uno de ellos tenía que ser solucionado. El problema era que, aunque supieran que había un autor o autores detrás de todo, todavía no podían acusar directamente a nadie. Así que, de momento, solo eran cinco personas prácticamente haciendo turnos para responder a los desastres. —¡Serena... Serena!Ella levantó la cabeza ante la llamada de Adriano y alcanzó la pluma más cercana con un gesto automático, como si tuviera que firmar algo otra vez. —Necesitas irte a casa, estás exhausta —le dijo el italiano, y ella negó con la cabeza. —Ustedes también lo están. —Nosotros somos hombres —replicó Renzo, levantando
CAPÍTULO 150. Una amarga verdadSu primer movimiento fue darse la vuelta y correr. Ya había estado una vez en manos de Jerry Huxley, y por la forma en la que la había golpeado, Serena era muy consciente de que era más que capaz de matarla. Así que gritar y encerrarse era su única salida, porque ganar tiempo ya no le serviría para nada. Cruzó el umbral del baño y se dio la vuelta con toda la fuerza que tenía, empujando un hombro contra la puerta para cerrarla, pero ni siquiera aquel gruñido de esfuerzo con que intentaba pegarla al marco sirvió de nada contra el empujón que arrancó la madera de las bisagras y la envió al suelo violentamente. La única razón por la que Serena no se pegó contra alguno de los muebles era que el baño era lo suficientemente espacioso, pero en cuanto su cuerpo golpeó sobre la alfombra supo que ya solo le quedaba un recurso. —¡Auxilioooooo! —gritó desesperada, tratando de llegar a la ventana del baño—. ¡Ayudaaaaaaaaaaa! ¡Auxiliooooooooo! ¡Ayu...! Sin embarg
CAPÍTULO 151. El fin de una pesadilla.Peleaba, sabía que estaba peleando porque sus uñas se hundían en la piel de los antebrazos de Jerry y lo escuchaba bufar y gruñir, tratando de soportarlo. Pero aquellas manos que se habían cerrado sobre el cuello de Serena, estaban determinadas, y más que determinadas, furiosas. La apretaban tanto que ella ni siquiera pudo exhalar una palabra o un gemido. El aire ya no entraba ni salía, y el dolor era tan seco en su pecho que, solo unos segundos después, su vista empezó a nublarse. Pataleó, rasguñó y peleó hasta que el techo blanco del baño comenzó a oscurecerse... y luego solo vio una sombra enorme y violenta cruzar sobre ella. ¿Cruzó? ¿Voló? ¿Impactó? Serena no lo sabía... Solo sabía que aquella sombra había separado las manos de Jerry de su cuello. Retrocedió, abriendo la boca como si estuviera ahogándose en medio del mar, tratando de aspirar todo el aire que podía, mientras veía aquella sombra enorme rugir como si fuera un animal herido, y
CAPÍTULO 152. Una silueta contra la penumbraLa madrugada tenía su encanto. Esa hora cercana al amanecer era especial porque todo el mundo caía rendido ante ella. Quizás fuera algo natural, o quizás simplemente fuera obra del cansancio y la adrenalina que se había liberado durante todo el día. Lo cierto era que, para el momento en que los pies de Serena tocaron la alfombra, no se escuchaba ni el aleteo de un mosquito despistado en aquella mansión.Alcanzó una bata que le habían dejado a mano y que le llegaba casi a los tobillos; y tragó con dificultad porque absolutamente todo alrededor de su cuello y su garganta dolía demasiado.El silencio reinaba mientras caminaba lentamente fuera de la habitación, dirigiéndose hacia la cocina. Sin embargo, no había nada allí que le interesara. Solo quería llegar a ese punto donde se encontraban los salones y la escalera principal de la casa.En una mesita cercana aún estaba la pequeña caja con un montón de fotografías y recuerdos que a Percy se le
CAPÍTULO 153. La manera difícilSentía el cuerpo desconectado, como si su mente se hubiera escapado por un rato a un sitio mejor, un sitio donde los golpes emocionales no dolían, donde el remordimiento no existía, donde la conciencia terrible de sus errores no lo persiguiera como un depredador hambriento. Quizás eso era lo que se sentía estar a las puertas de la muerte, el problema era que si Grayson creía que aquel sería el final, era porque estaba muy lejos de conocer la determinación de los Viscontti.—Tiene que sobrevivir —escuchó aquella voz que parecía ser la del mismo diablo, y cuando apenas pudo abrir los ojos, vio a Renzo mirar en su dirección con expresión determinada.Sí, era el mismísimo Diávolo y no le permitiría olvidar que había hecho un pacto con él.—Señor Viscontti, por favor entiéndalo, está demasiado delicado, apenas si logró rebasar el paro —le decía el médico con impaciencia.—Entonces dígale a todo el mundo que no lo hizo —declaró y el galeno frente a él abrió l
CAPÍTULO 154. Cualquier cosaQuería llorar, quería hacer el berrinche de una niña chiquita, quería olvidar que era una adulta, simplemente porque aquel peso sobre sus hombros, aquella opresión en su pecho era demasiado intensa como para evadirla ya.—Dime que esto es real… dime… —suplicó, pero la única respuesta que obtuvo fue aquel gesto urgente y posesivo con que Grayson la levantó contra su cuerpo, tomando sus labios y hundiendo la lengua en su boca como si no pudiera decirle, como si solo quisiera que lo sintiera: que era real, que estaba allí.Grayson intió las manos de Serena tanteando despacio sobre su torso, explorando con suavidad, como si tuviera miedo de tocarlo, hasta que sus brazos se cruzaron detrás de su nuca y tiró de él, besándolo con la misma necesidad, con la misma añoranza, mientras sus lágrimas hacían de aquel beso una mezcla salada y llena de deseo.Había allí una desesperación implícita, un millón de minutos de angustia y un dolor que solo podía calmarse con sus