Martes 22 de septiembre, 2011. Birmingham, Inglaterra. Eran más de la cinco de la tarde, la universidad estaba casi vacía, y Kendal estaba por salir. Estaba cansado, estresado y sobre todo hambriento. Sostuvo su mochila vieja de los tirantes, la cual tenía algunos agujeros, y tiritando al sentir el frío viento rozar sus pálidas mejillas. No tenía ni un sólo centavo en el bolsillo y no comería hasta llegar a su casa, y poder comer algún pedazo de pan o beber una taza de té barato.Su padre era el único que trabaja en casa, a veces, y su sueldo resultaba escaso por gastar más de la mitad de éste en alcohol y prostitutas. Y eso afectaba directamente a Kendal quién no podía trabajar debido a su enorme carga académica. Se mentalizó a que la miseria acabaría pronto. Luego estaba su madre que no trabajaba, y si lograba obtener un empleo, no duraba más de una semana, gracias a su drogadicción la cual simplemente crecía y no tenía intención de acabar, de hecho, Kendal se convenció de que el
—Vendrás conmigo entonces —él murmuró dándose por vencido— Soy Dante —dijo segundos después, presentándose. —Te acostumbrarás a mí Kendal, te conservaré —él parecía más aliviado con lo que estaba diciendo. Después se acercó al chico, lo cargó y llevó hasta su auto nuevamente, mientras él aún estaba inmóvil temblando y sin comprender que acababa de pasar. Temblaba quizá de frío, quizá de miedo, o ambos.Seguía sollozando bajito y tratando de recobrar la normalidad de su respiración.Lo dejó en los asientos de atrás como si se tratara de un objeto, y volvió a la casa para cerrar las puertas y dejar todo en orden. Antes de subir y cerrar las puertas de atrás, advirtió severamente al chico: —Si haces algo estúpido, o te comportas mal, voy a hacerte daño y esta vez asesinarte —él dijo señalándolo con su dedo índice. Kendal intentó desatarse, fallando una y otra vez, así que sólo se dio por vencido y se quedó inmóvil nuevamente, la falta de alimento desde hace horas hacía finalmente efe
—Bien...—Kendal accedió y soltó un suspiro.Se quitó la camiseta y desabotonó sus pantalones, bajándolos lentamente, sintiendo un escalofrío recorrerle el cuerpo entero cuando el hombre extraño lo mirada burlón. Lo miraba con el derecho de hacerle lo que se le pasara por la mente. Se sacó los zapatos, y alzó la mirada luego. Se sentía humillado y frágil.—Toda la ropa, Kendal—Dante ordenó.—Pero... ¡Claro que no!—Kendal se negó, diciendo aquello en un tono más alto.—¿Quieres que lo haga yo? —Dante preguntó sin rodeos y alzó una ceja— No me interesa ver tus... dimensiones—se burló—, tampoco voy a abusar de ti. Te quiero limpio, nada más.Kendal quiso llorar. Se sentía frágil y expuesto a toda maldad. —No quiero hacerlo...—susurró sintiéndose indefenso y a punto de llorar.—¿Crees que a mí me importa, si quieres hacerlo o no? —Dante preguntó cínicamente— Estás para obedecer, yo te perdoné la vida.—Por favor, Dante —Kendal rogó y mordió la parte interna de su labio. Que lo llamara por
Las lágrimas empezaron a caer de sus ojos, humedeciendo sus frías mejillas mientras muchos sollozos se escapaban de su boca. Se cubrió con aquella sábana al sentir frío en sus piernas y al sentirse tan indefenso en aquel lugar, suponiendo de inmediato que podría ocurrirle cualquier cosa. Calló sus sollozos hundiendo su rostro en aquella almohada y se refugió bajo la sábana, sintiendo que aquella esposa que estaba alrededor de su mano lo lastimaba. —¿Por qué mi vida debe ser así? ¿Por qué deben pasarme estas cosas? Maldita sea... —él se hizo aquella pregunta en voz baja y siguió llorando, con mucho dolor en su pecho. Sollozó desconsolado y tembló— ¿Por qué nunca existió alguien que me ame y me cuide? —él se preguntó por último y sollozó fuerte, con el sentimiento más profundo y doloroso que no sentía desde hace mucho.Pronto su cabeza dolía de tanto llanto y pensamientos tristes y suicidas. Se sintió mareado y agotado. Así se quedó dormido, sobre las sábanas y la extraña calidez de
—Siéntate —Dante dijo firmemente, señalando una de las sillas, borrando de la nada aquella sonrisa que se había formado en su frío rostro. Kendal obedeció y se sentó en ella.—Preparé algo para ti, quiero que lo comas todo, ¿de acuerdo? —él pudo formar y colocar un plato con comida frente a Kendal. Le tendió un tenedor, y Kendal tímidamente lo cogió. Llenó un vaso con jugo de naranja y lo dejó junto al plato. Kendal descubrió todo, sintiendo el olor de la comida, viendo lo bien que se vio, y notando también, como Dante tomó asiento junto a él, pero no comía, no pretendía hacerlo. Lo olio una vez mas; pan tostado, huevos revueltos, queso y mantequilla derretida sobre una pieza de pan. Eso además del jugo de dulce de naranja.—¿Te quedarás mirando la comida y no comerás? —Dante preguntó al notar que Kendal llevaba varios minutos mirando su comida, sin probar nada. Alzó una ceja y lo cuestionó— Si lo que te preocupa es que pueda tener algún tipo de droga, no te preocupes, ¿de acuerdo?
Kendal estaba totalmente inmovilizado. Podía sentir la respiración tibia y el aliento de Dante sobre su cuerpo. Aún tenía las manos atadas y no podría quitárselo de encima.—Por favor aléjate, Dante—Kendal suplicó tratando de no entrar en pánico, para después tragar saliva.Dante rió y se alejó por completo poniéndose nuevamente de pie. —No lo haré ahora, porque tengo mucho que hacer, pero prometo que lo haré, y tú...—dijo señalando al chico que aún estaba atado. —, rogarás por más. Es una promesa, yo no soy un violador, soy más bien un buen amante.Kendal sólo cogió aire y se mantuvo cabizbajo.Dante se acercó nuevamente a él y desató sus manos. Kendal sintió su sangre fluir tranquilamente y sintió total alivio al poder mover todo su cuerpo nuevamente. Si algo ocurría luego, podría defenderse de una u otra forma. Frotó sus muñecas adormecidas y sólo se quedó sentado esperando a que Dante hiciera o dijera algo. ¿Qué más podría hacer él? Era una indefensa y pacifica víctima junto a D