Capítulo 40 Aire.

Ukara ingreso en el cuarto de Kalila, sus ojos vagaron por el lugar, pues era la primera vez que estaba en ese cuarto, mientras la humana se sentó con las piernas cruzadas sobre la gran cama y le hizo una seña al brujo para que la acompañara.

— Tu cama sí que es grande. — fue lo primero que el brujo dijo.

— Supongo que Ikigaí la hizo de este tamaño por Nuriel. — rebatió de forma distraída y los ojos de Ukara centellaron.

— No creo que el fénix necesite una cama para hacerte suya, ya nos dio una idea de que puede tomarte en cualquier lugar. — las mejillas de Kalila enrojecieron, mientras Kiriko susurraba en su mente que el brujo estaba celoso.

— Creo que nunca le pedí a Nuriel que se disculpara con ustedes por hacer eso. — murmuro de pronto acalorada, pues solo ahora tenía pequeños destellos de lo que había sido el primer encuentro entre el fénix y ella.

— Creo que debería pedirte disculpas a ti, por exponerte de esa forma. — Kalila fijo sus ojos en el brujo y de pronto el olor a pimie
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