Los días siguientes fueron una tortura para ambos, sobre todo para Lukas, porque ella lo evitaba a toda costa, cuando lo veía llegar donde estaba, se iba, se encerraba en su habitación y solo salía cuando él se había ido.Lukas, por su parte, se debatía entre la culpa y la frustración, queriendo hablar con ella, verla, saber cómo pensaba, quizás era un tonto, pero haberse acostado con Fabi, no había cambiado para nada lo que sentía por Sofía.A decir verdad, haber estado con Fabi, solo le había dejado una sensación de vacío, ni siquiera había sentido placer, y en algún momento, debió imaginarse que se trataba de Sofía.Lo que había provocado era una distancia más grande entre ellos, y ese abismo parecía insalvable y no tenía la mínima idea de cómo acercarse.“Eres un idiota, tanto que te costó convencerla y hacerle bajar la guardia ¿Qué culpa tiene ella que su madre le sea infiel a tu padre?”, recriminó su conciencia.—¿Y qué querías que siguiera con ella? Seguro sabe lo que hizo su m
Cuando Sofía abrió los ojos, su boca se abrió en una expresión de asombro. Frente a ella, brillando bajo la luz del garaje, estaba un hermoso auto deportivo color rojo.—¡Oh, por Dios! —exclamó Sofía, llevándose las manos a la boca—. ¿Es... es para mí?Danilo asintió, su rostro iluminado por una sonrisa de orgullo y amor.—Así es, mi niña. Es todo tuyo. Sé que has estado trabajando muy duro y que se te hace difícil movilizarte, mereces tener tu propio auto.—No, papá, no puedo aceptar eso, es demasiado. Yo puedo comprarme uno usado…Él la interrumpió.—Nunca has sido una chica interesada y siempre has estado allí, dándome todo su cariño, y sabes cuánto te amo, no podía amarte más ni aunque fueras mi hija de sangre, tú y tu madre, vinieron a complementar mi felicidad —dijo conmovido y ella se lanzó a los brazos de su padre sus ojos brillando de emoción.—Gracias, sabías que eres el mejor padre de todo —pronunció ella con una sonrisa.Se acercó al auto, pasando sus manos suavemente por
Sofía sintió que el corazón le daba un vuelco al escuchar que Armando ya había llegado. Se miró rápidamente en el espejo, arreglándose el cabello y el maquillaje.—Bueno, supongo que es hora de irme —dijo, tratando de ocultar su nerviosismo—. No me esperen, porque de allí me voy a la mansión.—No es tarde para irte a esa hora —replicó preocupado Danilo.—Todo estará bien —les dijo dándole un beso a cada uno y saliendo con rapidez.—Ten cuidado, mi amor —le dijo Marleni, dándole un beso en la mejilla—. Y diviértete.Danilo, por su parte, la miró con una mezcla de preocupación y cariño, luego se centró en Armando.—Recuerda Armando, que soy un padre policía —bromeó, aunque había un toque de seriedad en su expresión.—No se preocupe, que estará muy bien cuidada.Cuando salieron, ella caminó a su auto, mientras sacaba las llaves, y Armado abrió los ojos sorprendidos.—¿No te vienes conmigo? —Es que quiero continuar estrenándome el coche que me dio mi padre —respondió ella.—Está muy lind
Sofía se sentía ligera y feliz mientras bailaba con Armando en la pista. La música vibraba a su alrededor, y por primera vez en mucho tiempo, se permitió relajarse y disfrutar del momento sin pensar en Lukas o en los problemas que la esperaban en casa.Armando resultó ser un excelente bailarín, guiándola con gracia y confianza. Sus manos en su cintura la hacían sentir segura y apreciada, algo que había anhelado desde hace mucho.—¿Te estás divirtiendo? —le preguntó Armando al oído, acercándola un poco más.—Mucho —. Gracias por esta noche, realmente lo necesitaba.Ella sintió un escalofrío recorrer su espalda ante la cercanía de Armando. Por un momento, se permitió perderse en sus ojos, notando por primera vez lo atractivo que era. —Me alegro —dijo Armando, su voz suave, pero audible sobre la música—. No sabes cuánto tiempo he esperado para tenerte así, cerca de mí.Sofía sintió que se sonrojaba, pero no se apartó. Había algo en la manera en que Armando la miraba, que la hacía sentir
En la habitación, Sofía, a pesar de su achispamiento, se le ocurrió una idea.—Armando, necesito que hagas algo por mí ¿Lo harías? —preguntó maliciosa.—Lo que tú me pidas mujer, sabes que estoy para complacerte —respondió Armando sin dejar de observarla, mientras ella sonreía con una expresión divertida.Entretanto, fuera de la habitación, el corazón de Lukas era un frenético tamborileo contra sus costillas, el ardor de los celos chamuscando todo pensamiento racional. Su oído, pegado a la fría madera de la puerta, se tensaba en busca de cualquier sonido que pudiera romper su mundo.Cada momento que pasaba era una eternidad, y las ganas de traspasar la barrera se hacían insoportables. “Ella no puede acostarse con Armando”, se dijo negándose a que la mujer de la que se había enamorado aún en contra de su voluntad, terminara estando con otro.Su conciencia lo reprochó “Pero tú sí pudiste estar con otra y allí si no pensaste en como ella pudiera sentirse, ni pensar. Entonces, tienes un p
En el momento en que la puerta se cerró tras Armando, Lukas sintió que su corazón se aceleraba. Era su oportunidad. Con determinación en sus ojos azules, tomó el teléfono y marcó un número.—Necesito dos caballos. Los mejores que tengas —, ordenó sin titubear. —Uno negro como la noche y una yegua blanca resplandeciente. Pidió alimentos, las sillas, y todo lo que necesitaba para su cuidado. Allí había unos establos, los cuales se puso a limpiar para recibir los ejemplares.Ese mismo día, en horas de la tarde, mientras trabajaba y esperaba la entrega, Lukas no podía dejar de pensar en Sofía. Recordaba vívidamente los pósteres de caballos que adornaban su habitación, la forma en que sus ojos brillaban al hablar de equitación, por eso pensó que de esa manera podía llegar a ella. —Esto tiene que funcionar —, murmuró para sí mismo. —Tengo que recuperarla, volver a ganarme su confianza —se dijo preocupado.Cuando los magníficos equinos llegaron, Lukas contuvo el aliento, imaginando la reac
Por un instante, el tiempo pareció detenerse. Sofía sintió el peso de Lukas sobre ella, su respiración agitada mezclándose con la suya. Sus ojos se encontraron y, por un momento, toda la tensión y el resentimiento de los últimos días parecieron desvanecerse.Lukas no pudo contenerse más. Lentamente, acercó su rostro al de ella, sus labios a centímetros de distancia. Sofía contuvo la respiración, su corazón latiendo con fuerza. Una parte de ella quería apartarlo, recordar todas las razones por las que no debía confiar en él. Pero otra parte, una que lo había anhelado desde que tuvo uso de razón, durante mucho tiempo, ansiaba ese contactoLa mirada de Lukas se detuvo en los ojos color miel de Sofía, esos que parecían contener historias de cálidos días de verano y secretos susurrados al anochecer. La deseaba con una intensidad que rayana en la desesperación, con el corazón retumbándole en el pecho como una bestia enjaulada, desesperada por liberarse.—Sofía —, empezó, con la voz cargada
Lukas se quedó atónito ante la reacción de Sofía. Esperaba indignación, negación, incluso lágrimas. Pero no esto. No esta risa amarga que parecía burlarse de su revelación.—¿De qué te ríes? —preguntó, confundido y frustrado—. ¿Acaso no me crees?Sofía dejó de reír abruptamente, sus ojos brillando con una mezcla de ira y decepción en la penumbra.—¿Crees que creeré eso de mi madre? Ya sé que siempre las has odiado, por más que intentó acercarse a ti, nunca se lo permitiste, cuando ella trataba de hacerlo, la herías, la insultabas y le decías que tarde o temprano se iba a ir, le colocabas animales a los que les tenía miedo y nunca te acusó con tu padre, porque no quería romper la relación entre los dos. Y a pesar del tiempo, sigues queriendo alejarla de tu padre —dijo molesta, sintiéndose muy decepcionada de él.—¿No me crees? Nadie me lo contó, yo lo vi —espetó furioso.—¡Eso mentira, mi madre sería incapaz de serle infiel a mi padre! Seguramente viste algo que interpretaste como una