Capítulo 32. Amargas acusaciones.

Lukas se quedó atónito ante la reacción de Sofía. Esperaba indignación, negación, incluso lágrimas. Pero no esto. No esta risa amarga que parecía burlarse de su revelación.

—¿De qué te ríes? —preguntó, confundido y frustrado—. ¿Acaso no me crees?

Sofía dejó de reír abruptamente, sus ojos brillando con una mezcla de ira y decepción en la penumbra.

—¿Crees que creeré eso de mi madre? Ya sé que siempre las has odiado, por más que intentó acercarse a ti, nunca se lo permitiste, cuando ella trataba de hacerlo, la herías, la insultabas y le decías que tarde o temprano se iba a ir, le colocabas animales a los que les tenía miedo y nunca te acusó con tu padre, porque no quería romper la relación entre los dos. Y a pesar del tiempo, sigues queriendo alejarla de tu padre —dijo molesta, sintiéndose muy decepcionada de él.

—¿No me crees? Nadie me lo contó, yo lo vi —espetó furioso.

—¡Eso mentira, mi madre sería incapaz de serle infiel a mi padre! Seguramente viste algo que interpretaste como una
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