En el momento en que la puerta se cerró tras Armando, Lukas sintió que su corazón se aceleraba. Era su oportunidad. Con determinación en sus ojos azules, tomó el teléfono y marcó un número.—Necesito dos caballos. Los mejores que tengas —, ordenó sin titubear. —Uno negro como la noche y una yegua blanca resplandeciente. Pidió alimentos, las sillas, y todo lo que necesitaba para su cuidado. Allí había unos establos, los cuales se puso a limpiar para recibir los ejemplares.Ese mismo día, en horas de la tarde, mientras trabajaba y esperaba la entrega, Lukas no podía dejar de pensar en Sofía. Recordaba vívidamente los pósteres de caballos que adornaban su habitación, la forma en que sus ojos brillaban al hablar de equitación, por eso pensó que de esa manera podía llegar a ella. —Esto tiene que funcionar —, murmuró para sí mismo. —Tengo que recuperarla, volver a ganarme su confianza —se dijo preocupado.Cuando los magníficos equinos llegaron, Lukas contuvo el aliento, imaginando la reac
Por un instante, el tiempo pareció detenerse. Sofía sintió el peso de Lukas sobre ella, su respiración agitada mezclándose con la suya. Sus ojos se encontraron y, por un momento, toda la tensión y el resentimiento de los últimos días parecieron desvanecerse.Lukas no pudo contenerse más. Lentamente, acercó su rostro al de ella, sus labios a centímetros de distancia. Sofía contuvo la respiración, su corazón latiendo con fuerza. Una parte de ella quería apartarlo, recordar todas las razones por las que no debía confiar en él. Pero otra parte, una que lo había anhelado desde que tuvo uso de razón, durante mucho tiempo, ansiaba ese contactoLa mirada de Lukas se detuvo en los ojos color miel de Sofía, esos que parecían contener historias de cálidos días de verano y secretos susurrados al anochecer. La deseaba con una intensidad que rayana en la desesperación, con el corazón retumbándole en el pecho como una bestia enjaulada, desesperada por liberarse.—Sofía —, empezó, con la voz cargada
Lukas se quedó atónito ante la reacción de Sofía. Esperaba indignación, negación, incluso lágrimas. Pero no esto. No esta risa amarga que parecía burlarse de su revelación.—¿De qué te ríes? —preguntó, confundido y frustrado—. ¿Acaso no me crees?Sofía dejó de reír abruptamente, sus ojos brillando con una mezcla de ira y decepción en la penumbra.—¿Crees que creeré eso de mi madre? Ya sé que siempre las has odiado, por más que intentó acercarse a ti, nunca se lo permitiste, cuando ella trataba de hacerlo, la herías, la insultabas y le decías que tarde o temprano se iba a ir, le colocabas animales a los que les tenía miedo y nunca te acusó con tu padre, porque no quería romper la relación entre los dos. Y a pesar del tiempo, sigues queriendo alejarla de tu padre —dijo molesta, sintiéndose muy decepcionada de él.—¿No me crees? Nadie me lo contó, yo lo vi —espetó furioso.—¡Eso mentira, mi madre sería incapaz de serle infiel a mi padre! Seguramente viste algo que interpretaste como una
El silencio que siguió a la salida de Marleni era denso, cargado de tensión. Sofía miraba a Lukas con una mezcla de incredulidad y furia, mientras él mantenía la vista fija en la puerta por la que había salido Marleni.—¿Cómo pudiste? —siseó Sofía finalmente, rompiendo el silencio—. ¿Cómo te atreves a acusar así a mi madre?Lukas se volvió hacia ella, sus ojos ardiendo con una intensidad que la hizo retroceder instintivamente.—¡Porque es la verdad! —espetó mirándola a los ojos—. La vi, Sofía. La escuché en esta misma casa follando en la misma habitación de mi padre con otro hombre.—¿Tú la viste? ¿Dime era ella? ¿Y quién es el hombre? —preguntó ella desesperada.—Si era ella, su voz, al hombre solo escuché su susurro… pero no me atreví a abrir la puerta, porque si lo hacía era capaz de matarlos en ese mismo momento —sentenció apretando las manos en puños.—Entonces si no la viste no puedes dar por hecho eso… yo confío en mi madre, siempre ha sido una mujer de principios y la creo inc
El chirrido de la puerta resonó en la habitación en penumbra cuando Sofía y Lukas se quedaron con la boca abierta en el umbral. Allí, en una maraña de miembros y estaban Marleni y Danilo, sus padres, atrapados en un abrazo íntimo. La escena que tenían ante ellos parecía el fotograma congelado de una película atrevida: Danilo, vestido como un severo agente de policía, con el sombrero torcido; Marleni, vestida a rayas como una presidiaria, con las mejillas sonrojadas por algo más que el esfuerzo.—¿Por qué están vestidos así, de policía y reo? —A Sofía le tembló la voz, entre confusa y mortificada. Sus ojos se movieron entre la comprometida posición de sus padres y sus escandalosos atuendos.El rostro de Danilo adquirió un tono carmesí intenso mientras intentaba cubrir a Marleni con una manta cercana. La vergüenza de Marleni era palpable, su respiración se entrecortaba mientras intentaba serenarse bajo el brazo protector de su marido.Lukas, sintiendo un malestar que parecía constreñi
Lukas se quedó paralizado en el pasillo, viendo cómo Sofía desaparecía tras la puerta de su habitación. El eco de sus pasos resonaba en su mente, mezclándose con el torbellino de emociones que lo invadía. Vergüenza, arrepentimiento y una profunda sensación de pérdida que se arremolinaba en su interior. Caminó lentamente hacia su propia habitación, cada paso pesado como si llevara el mundo sobre sus hombros. Al cerrar la puerta tras de sí, se desplomó sobre la cama, hundiendo el rostro entre las manos. —¿Cómo pude ser tan estúpido? —, se reprochó en un murmullo. Las imágenes de los últimos días pasaban por su mente como una película repetida, causándole una mayor angustia. Lukas se revolvió en la cama, prisionero de sus recuerdos, en ese momento tan turbulentos. Cada vez que respiraba entrecortadamente, se le oprimía el pecho al recordar los acontecimientos, las duras palabras que le había dirigido a Marleni y, lo peor de todo, el daño que le había causado a Sofía llevando a otra m
Marleni comenzó a llamar a Lukas.—¡Espera, no te vayas! Debes escucharme.Pero él ya no le prestó atención; su única idea era seguir a Sofía. No podía dejarla a solas con Armando.“Maldito Armando, te voy a enseñar a que no te acerques a mi mujer”, gruñó en su interior. Estaba corriendo cuando chocó con su papá.—Hijo, ¿para dónde vas? —preguntó el hombre con el ceño fruncido del desconcierto.—Debo hacer algo importante, papá —dijo sin detenerse.Danilo se quedó mirándolo con el ceño fruncido y luego vio a su esposa salir.—¿Qué le pasa? ¿Por qué sale de esa manera? ¿Te pidió disculpas o volvió a discutir contigo? —interrogó.—Ya, quédate quieto, todo está arreglado y muy bien entre nosotros… y bueno nos tocará comer solos, porque los chicos se fueron —respondió, dejando las cazuelas en la mesa.El tintineo de los cubiertos contra la porcelana resonó en el acogedor comedor donde Marleni y Danilo estaban sentados, disfrutando una tranquila comida.Charlaban ociosamente entre risas; s
Sofía se quedó mirando fijamente a Lukas, esperando una respuesta. Él por su parte, mantenía una expresión de inocencia impecablemente ensayada.—Sofía, no te sigo —dijo Lukas, levantando las manos en señal de rendición—. Es una coincidencia. Vine aquí a relajarme un poco, y te encontré. Pero si te incomoda, puedo irme.Sofía suspiró, claramente frustrada.—No, no te vayas. Ya que estás aquí, siéntate y esperas a que coma y mientras tanto respóndeme ¿Por no me dejas en paz? —preguntó con seriedad.Lukas tomó asiento, adoptando una postura relajada.—Porque estoy decidido a que me perdones y me des una nueva oportunidad —comenzó a decir y por primera vez ella vio esa expresión de nerviosismo en él—, sé que la cagué de la peor manera, y no tienes idea de lo arrepentido que estoy, por eso quiero que empecemos de cero, por favor.Sofía se quedó en silencio por un momento, procesando las palabras de Lukas. Su mirada se suavizó ligeramente, pero aún mantenía una expresión cautelosa.—Lukas,