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4. Familiar sabor a traición.

Esta vez Alexander reaccionó rápido y la tomo en brazos pero Dayana dio un brinco para apartarse de su cercanía.

— Lo lamento tanto, había olvidado que ese escalón estaba ahí

Para Dayana esto era lo más vergonzoso que había experimentado en su vida, su rostro ardía de la vergüenza, era incapaz de ver a Alexander a la cara.

— Descuida... tu habitación es la última del pasillo... permiso tengo algo que hacer...

Alexander salió huyendo del lugar, Dayana cerro los ojos con fuerza, su idea de tener una buena impresión ante ese hombre estaba echa añicos, temía que lo abría echo enojar por la manera tan tosca y rápida en que le respondió, así que se dio la vuelta para irse a su habitación.

Pero todo lo contrario a lo que Dayana pensaba, Alexander entró a su habitación que era la única del otro lado al frente de la sala, su corazón palpitaba de un manera tan acelerada que empezó a temer que le diera un paro cardíaco, desabotono algunos botones de su camisa por la parte del pecho ya que sentía un calor sofocante.

La imagen de esa chica de rodillas ante el y esos ojos verdes avergonzados llenaba su cabeza cada vez que cerraba los ojos, haciendo que nuevamente su temperatura corporal se elevara y su ritmo cardíaco subiera hasta las nubes; rápidamente empezó a deshacerse de su ropa que la sentía como un gran estorbo asfixiante para después entrar al baño y tomar una ducha de agua fría.

Dayana también pensaba mucho en la anterior situación y al igual que Alexander experimentaba calor y latidos acelerados, pero era por la creciente y agobiante vergüenza que se negaba a desaparecer.

— Rayos, como volveré a ver a ese hombre a la cara...

Se frotó el rostro con ambas manos, y se dio unas ligeras bofetadas ya que empezaba a tener bastante sueño, se levantó para ir al baño que estaba en la habitación para mojarse la cara.

De repente se escuchó el sonido del timbre de la casa, el corazón de Dayana latio acelerado al salir de la habitación corriendo, ella no estaba segura si era por ver a Edgar o la vergüenza que tendria que toparse con Alexander de nuevo.

Fue directo a ver por un extremo de las cortinas de la sala, se miraba hacia la parte de abajo donde estaba estacionado el auto de Alexander, afuera en el portón se lograba apreciar la camisa roja que llevaba Edgar.

Dayana se fue a la puerta con todas las intenciones de abrir pero se detuvo antes de salir, pensó que sería bueno darle la sorpresa a Edgar de que ella estaba ahí, así que con vergüenza aún, decidió ir a llamar a Alexander para que el abriera la puerta.

En cuanto bajo el escalón para ir a la sala, por el otro pasillo Alexander también había escuchado el timbre así que ya iba para allá, se toparon frente a frente y fue inevitable chocar entre ellos.

Alexander no se movió ni un centímetro, pero Dayana rebotó contra su pecho, casi caía hacia atrás pero el la atrapó en sus brazos; ambos estaban muy inclinados, sus rostros estaban tan cercas que podían sentir el aliento del otro.

El se perdió en su mirada, esos ojos verdes resplandecientes eran los más hermosos que había contemplado, ella emanaba un aroma dulce que le resultaba embriagador.

Las manos de Dayana estaban sobre el fuerte y firme pecho desnudo de Alexander, al echarle un vistazo Dayana se dio cuenta que el estaba envuelto solo con una toalla en su cintura, acababa de salir de la ducha hace poco así que tenía la piel humedecida al igual que el cabello.

Una gota de agua cayó sobre la frente de Dayana, esto la hizo volver en si y apartarse del cuerpo de Alexander; apenada empezó a rascar su cabeza, pero antes de que cualquiera de ellos dijera una palabra el timbre volvió a sonar.

Alexander se apartó de ella para caminar a la puerta, presionó un botón del panel de seguridad que tenían al lado para abrir la puerta exterior en la que estaba Edgar esperando.

De repente Dayana empezó a sentir pánico

¡¿Que pensara Edgar cuando me mire aquí y a su padre asi?!

Ella prefirió quedarse donde estaba en la sala, con sus manos al filo del respaldo del sofá, su lado frío e indiferente se apoderó de ella calmando sus nervios de inmediato y controlandola.

De repente empezaron a golpear la puerta de la casa, Edgar ya estaba ahí, en cuanto Alexander abrió la puerta apareció Edgar, con la ropa toda desaliñada el pelo revuelto y una sonrisa de idiota; pero... no venía solo, una chica entró detrás de el, Edgar se giró hacia ella, la tomó de la cintura y le dio un ferviente beso.

Tanto Dayana como Alexander se quedaron perplejos ante la escena que se llevaba acabo frente a sus ojos, Edgar no era consiente de la presencia de Dayana, Alexander volteo disimuladamente a donde estaba ella pero encontró ese lugar vacío.

— Mi habitación es la primera de este pasillo, vamos...

Edgar le dijo a la chica al separarse de su pasional beso, ella al mirar a Alexander se quedó hipnotizada, y no era para menos, el físico de ese hombre era de admirarse, a eso sumándole que estaba desnudo y solo una toalla cubría lo más importante es imposible no verlo.

Edgar molesto e incómodo por la actitud de la mujer le dio una palmada en el tracero para que avanzara, se disponía a ir tras ella, cuando de repente la mano de Alexander cayo sobre su hombro y lo detuvo...

— ¿Que significa esto Edgar? Ella no es tu novia...

— Ahora no Alex, no me hagas drama, no te metas en mis asuntos.

Sin más Edgar se dio la vuelta, sin darle importancia a las palabras de Alexander, el clavo su mirada filosa como navajas en la espalda de ese chico, estaba muy enojado con el, le molestaba el comportamiento y la actitud que siempre tenía; su mirada se suavizó al recordar la presencia de alguien más en el lugar, su mirada voló hacia el sillón de la sala de estar.

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