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3. Situación incómoda

Dayana estrechó la mano del hombre al poco tiempo que fue consiente que ya había pasado tiempo de más mirándolo algo extraño, el ambiente entre ellos empezó a sentirse pesado e incómodo así que ella habló sin pensarlo.

— ¿Donde esta Edgar?

Aunque no lo noto, la pregunta le salió con un toque de preocupación, cosa que curiosamente incomodo un poco a Alexander, éste se aclaró la garganta y volteo a otro lado.

— Se quedará dos horas más aquí encerrado como castigo de mi parte por su comportamiento indebido, espero no te moleste

— No... para nada.

Ahora Dayana habló de una manera tan distante e insensible que Alexander volteo a verla confundido, en un principio parecía preocupada por su hijo, pero ahora parecía que no le interesaba.

— Me imagino que querías verlo, si quieres vamos a casa, puedes esperarlo ahí si gustas

— No debería, es demaciado tarde ya

— Te puedes quedar en la habitación de invitados, así se pueden ir juntos mañana a clases.

El estaba tratando de ver hasta donde llegaba la preocupación y el interés que ella tenía por Edgar ya que se quería quitar la duda que sus anteriores comportamientos le habían causado.

Dayana no era tonta así que supo que Alexander estaba midiendo de cierta manera su relación con Edgar, ella se abría negado inventando mil y un excusas pero ya que hace no mucho pensó en la posibilidad de tomar más encerio su relación con Edgar esto podía ser un buen inicio, creando una impresión positiva de ellos ante Alexander el padre de su novio.

— Claro me encantaría, si no es mucha molestia claro.

— Para nada... vamos...

Alexander se hizo a un lado extendiendo el brazo para que Dayana empezara a caminar para después posicionarse a su lado, el era bastante alto a su lado, era una más notorio ya que ella llevaba unos zapatos planos.

Al llegar al auto, un hermoso Mercedez negro Alexander le abrió la puerta del copiloto como un gesto caballeroso de su parte, pero Dayana abrió la puerta tracera y lo miro.

— Iré en la parte tracera si no le importa.

Sin esperarse a su respuesta, se metió y cerró la puerta, Alexander se quedó observando su mano sosteniendo la puerta del copiloto por unos segundos, era la primera mujer que despreciaba su caballerosidad, cerró la puerta y rodeó el auto para ir a casa.

El camino fue silencioso, ambos no dijeron palabra alguna, Alexander estaba sumido en sus pensamientos mientras Dayana igual.

Ella se preguntaba si había sido buena idea aceptar ir a casa de Edgar, al final de cuentas ya tenía algo de sueño y sería algo grosero de su parte irse a dormir y no esperar despierta la llegada de Edgar.

Ya casi eran la 1 a.m. y tendría que levantarse mucho más temprano que todos para irse a casa a cambiarse la ropa para ir a clases. Solo a Edgar se le ocurría ir de fiesta entre semana.

Al llegar a la gran casa Alexander salió de el auto con toda la intención de abrir la puerta a Dayana, pero cuando el rodeo el carro para llegar a su puerta ella ya había salido y cerrado.

La caballerosidad era un aspecto muy importante para el, pero Dayana parecía no tener aprecio por ello, cosa que hizo sentir a Alexander un poco consternado ante el comportamiento de la chica.

Ambos subieron las escaleras para llegar a casa, Alexander presionó los interruptores y la casa se iluminó. Al entrar del lado izquierdo estaba la cocina y la barra, del lado derecho el pasillo a las habitaciones, y derecho estaban la sala y comedor.

— Adelante estas en tu casa...

Alexander camino al pasillo del lado derecho de las habitaciones, Dayana fue y se sentó en el gran sillón en forma de L, ya había estado ahí en otras ocasiones así que estaba algo familiarizada con el lugar.

Se levantó después de unos cuantos minutos y movió ligeramente la cortina para mirar al exterior, por las grandes ventanas de piso a techo.

La noche era silenciosa y tranquila, suqnue algo inquietante, empezó a sentir mucho sueño de repente, y se preguntaba si en verdad era necesario todo eso, en estos instantes ya estaría en la comodidad y calidez de su cama más sin embargo estaba en casa ajena esperando por la llegada de un hombre que el 95% del tiempo solo le daba dolores de cabeza.

Se empezaron a escuchar ruidos provenientes de alguna habitación del pasillo, Alexander había entrado a la habitacion de invitados para revisar que todo estuviera en orden y la novia de su hijo de la cuál desconocía su nombre, tuviera a la mano cualquier cosa de uso básico que llegara a necesitar.

Cuando Dayana escucho los pasos de Alexander acercándose ella dejó de ver por la ventana y se encaminó a su encuentro, el hiba llegando a la sala cuando ella también caminaba hacia el.

Dayana ya tenía mucho sueño y se sentía cansada así que esperaba poder ir a recostarse por lo menos un rato antes de que llegara Edgar; ella olvidó por completo que había un pequeño escalón que dividía el área de la cocina y la sala así que sin más tropezo con el.

Como Alexander ya estaba cerca, ella al no tener nada cercano para sujetarse más que Alexander se sujetó a las caderas de este pero aún así calló de rodillas al piso de madera.

Alexander no supo cómo reaccionar ya que todo fue tan rápido y ni siquiera alcanzó a meter las manos para sujetarla, en un abrir y cerrar de ojos la chica venía hacia el y ahora ella estaba de rodillas frente a el.

El ambiente empezó a cargarse de electricidad que cosquilleaba por sus cuerpos, Dayana estaba atónita mirando el suelo, reprendiendose mentalmente por su patético acto de torpeza.

Al levantar el rostro se topó con la mirada abrazadora y ardiente de Alexander, sintió un cosquilleo que le recorrió el cuerpo; cuando por fin logró reaccionar ante la situación Dayana se dio cuenta que su rostro estaba muy cerca de la entrepierna del hombre.

Ahogada en la vergüenza Dayana se levantó de un brinco casi casi, pero sus rodillas estaban algo adormiladadas por el reciente impacto así que se tambaleó de nuevo un poco.

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