Capítulo 91

El open de Lisboa reunió a un selecto número de tenistas ranqueados. Y todo se hizo de noche. En el primer partido, ante una sueca, me afectaron mucho las luces de los reflectores. Estallaban en mis ojos y no veía bien la pelota. Mis pupilas no estaban acostumbradas a ese tipo de fulgores. Cuando manipulaba explosivos usaba una linterna discreta que me ponía en la boca y alumbraba los alambres y los cables. Ahora sentía las luces como cascadas desbordándose sobre mí, encegueciéndome.

De eso aprovechó mi rival para sacar ventaja en el primer set y ganarme muy fácil por 6-1. El público que colmaba el estadio, estaba decepcionado. Ellos querían ver a "martillo de hierro en acción, a la "fabulosa y hermosa Tecelao, ganadora del Wimbledon, finalista en Roland Garros, que lanzaba la pelota a 400 kilómetros por hora" y veían en cambio, a una jugadora desubicada, deambulando en el ladrillo, parpadeando mucho y sin ningún deseo de ser coqueta.

-¿Y si juegas con lentes?-, preguntó Maggi
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