Pedro recordó con cierta desesperación esos momentos de su infancia que había compartido con el chico que acababa de morir, no es que fueran grandes amigos, después de todo había dejado de verlo desde el día en que el cartel se los había llevado de su hogar, pero sintió en parte que la sangre que corría por el suelo del aquel lugar que había dejado de ser sagrado desde hacía muchos años atrás por culpa de la oscuridad en el alma de los hombres, en parte era por su culpa, había sido cómplice de un asesinato a sangre fría solo porque un hombre con poder se lo había pedido.

Antes de que lo mataran, Pedro tomo el arma del florero, se intentó reincorporar, para buscar la ubicación de aquel sádico que había asesinado a Rafael, pero enseguida recibió un disparo en el hombro, la sangre comenzó a correr sin piedad por su piel manchando la camisa blanca, se echó hacia atrás temeroso de que fuesen a darle un disparo fulminante, aún quería volver a casa y ver a su abuela, la cual ya estaba demasi