Isidora Johnson
Colgué la llamada con Jackson y me quedé pensativa, ¿Qué es lo que estaba pasando entre él y Lilly? Ella se fue y…cerré los ojos y tomé aire para soltarlo lentamente.
— ¿Pasa algo, amor? —me volví hacia James que tenía aun la mano en el picaporte, su rostro mostró curiosidad. —Isidora. —usó el tono de advertencia que no le esté ocultando algo.
—Me ha informado el hombre de la caseta que se fue Lilly, y Jackson me acaba de informar que no vendrá a la cena. —James cerró la puerta para que nadie escuchara.
— ¿Por qué se ha marchado?
—No lo sé.
— ¿Y Jackson por qué no vendrá?
—No lo sé tampoco. —James se sentó en el brazo del sillón.
<Lilly BradleyLunes por la mañana…Era tarde. Mi habitación había quedado desordenada como si un tornado hubiera pasado y arrasado por el lugar. Leah se había marchado temprano y mis padres igual. Yo era la única que quedaba en casa y llegaba tarde por primera vez a la empresa. Casi no había dormido este fin de semana en casa de Jackson, fuimos demasiado demandantes el uno al otro, no dejábamos de tocarnos, de acariciarnos y de tener orgasmos. Fue un fin de semana maratónica.Tomé el abrigo, mi bolso y mi celular. Llegué a la puerta, al abrirla, me topé con el vecino de enfrente: Oliver.—Buenos días, Lilly. —reprimí una mueca de fastidio, era el colmo de los colmos.—Buenos días. —le di la espalda para cerrar, poner el seguro y marcharme, “No va a arruinar mi lu
Jackson Johnson Empresas Johnson —Cancela mis citas del día. —dije de inmediato a mi secretaria al pasar a mi oficina, entré y me aflojé un poco mi corbata, tenía mucha molestia en mi interior por lo de Oliver. El verlo salir de ese edificio me hizo sentir algo que no intenté controlar, sin duda, eran celos, pero había algo más que no podía saber que era. Tocaron a la puerta y anuncié que podía pasar, sabía que era mi secretaria. —Señor, la señora Johnson ha llegado. —arrugué mi ceño, ¿Qué hace mi madre tan temprano en mi empresa? Me volví hacia a ella. —Bien. Que nadie nos interrumpa, ¿Puedes traernos dos cafés? Y un poco de leche descremada. —Sí, señor. —la puerta se cerró y un momento después, escuché la voz de mi madre hablando con mi secretaria de manera animosa, luego tocó con los nudillos y abrió la puerta para asomarse. —Toc, toc. Tu madre ha llegado de m
Lilly BradleyMiré la pantalla de mi computadora, mi mente estaba repitiendo una y otra vez la escena de Oliver y Jackson de esta mañana, me tenía inquieta. Sabía que a Jackson eso lo estaba molestando y no lo decía en voz alta, pero… ¿Qué podía hacer? Busqué mi celular a toda prisa para mandarle mensaje a Leah, quería que me ayudara a solucionar este asunto, intenté de nuevo, por segunda vez ya que la primera estaba la línea ocupada.—Dime—contestó algo agitada.— ¿Interrumpo algo? —pregunté, curiosa.—No, no, estoy subiendo los escalones, me he dado cuenta que mi condición física…es deplorable. Estoy en el nuevo proyecto con mi jefe y tu novio.—No es mi novio. —al decirlo en voz alta, me estremeció, se hizo un silencio del otro lado de
Jackson JohnsonSu pregunta me había provocado muchas sensaciones, estas corrían por debajo de mi piel haciendo un fuerte hormigueo y que el corazón latiera de manera frenética, ¿Pero qué está pasando? Yo soy quien quería hacer esa pregunta el sábado por la noche, ya tenía todo listo para hacerlo especial, pero ella…—No. —dije de repente sin filtro, ella tomó una bocanada de aire y lo retuvo unos segundos, sus mejillas se enrojecieron, soltó el aire lentamente. —Lilly…—ella alzó ambas manos para que no dijera nada.—Lo sé, lo sé, yo pensé que…—se detuvo ella misma, se pasó una mano por su cuello de manera repetida.—Espera, espera…— ¿Cómo le dirás que la sexta cita sería pedirle que fuese tu
Lilly BradleyDespués de tener un momento en privado con Jackson, retomé mis labores exactamente a las dos de la tarde, estaba sonriendo como una tonta, “¡Soy la novia de Jackson!” solté un gritito que solo yo podía escuchar y mis pies hicieron un baile debajo del escritorio.— ¿Señorita Bradley? —levanté mi mirada y el señor Paige, estaba debajo del marco de la puerta, me tensé.—En unos momentos le enviaré la información que me ha pedido.—Bien, lo espero. —su postura cambió, luego se retiró, entré al correo y adjunté la información que me había pedido entregar al llegar de almorzar, y aunque no probé bocado, valió la pena no hacerlo. Volví a sonreír como una tonta frente a la computadora. Le di enviar y listo. Cuando llegó
Lilly Bradley— ¿Sufrido? No estoy haciendo ningún papel, Lilly. —solté un bufido en señal de que no le creía nada, luego me recargué en el respaldo de la silla. —Estoy hablando en serio. Solo escúchame…—se aclaró la garganta y sus ojos se quedaron fijos en mí. —Cuando terminaste nuestro
Jackson Johnson Entré al restaurante decidido a tomar el asunto del ex prometido. Tenía que dejarle claro que Lilly estaba conmigo, así que llegué a la mesa de Oliver y él sonrió de manera descarada. — ¿Ya te vas? —pregunté, él arrugó su ceño. —Estaré en el bar, ¿Por qué? —pude notar en su mirada la diversión. —Te veo en el bar en unos minutos, hablemos. —él asintió, me giré para tomar mi camino hasta mi cliente, él esperaba en la mesa ansioso. —Pensé que te habías olvidado de mí. —dijo divertido. —No, no, solo fui a revisar unos detalles, entonces, ¿Qué opina de la cena? —Deliciosa, tiene ese toque como si fuere la real comida italiana. —sonreí. —Tengo al personal perfecto. —Sí, y felicidades, señor Johnson, estoy contento de hacer negocios con usted… —le agradecí, platicamos de temas triviales, revisé mi celular y tenía un mensaje de Richard confirmando la llegada de Lilly a su
Jackson Johnson Llegué a mi ático con un dolor de cabeza que hace mucho tiempo no tenía, tenía tantas cosas en la cabeza dando batalla y eso me restó el concentrarme del todo. —Señor Johnson, bienvenido. —saludó el ama de llaves. —Gracias, señora Green. — ¿Quiere que en quince minutos sirva la cena? —negué. —Gracias, pero no tengo hambre. —pude ver en su mirada sorpresa. — ¿Puede guardarlo? —ella asintió lentamente. —Gracias. —Es el costillar que le encanta. —comentó al pasar por su lado, sonreí a su táctica, pero realmente no tenía hambre. —Gracias, pero hoy no cenaré. —Disculpe mi intromisión, pero… ¿Se encuentra bien? —detuve mi camino en el primer escalón, suspiré y miré en su dirección. —Tengo dolor de cabeza, si me da hambre más tarde, yo mismo lo calentaré, muchas gracias por preguntar. — ¿Quiere una pastilla para el dolor? —Gracias, se lo agradezco. —ella c