Bitácora personal
Doctora Abigail Valdemar, M.D.
Lugar: Edificio Lovecraft, sede central de la Corporación Raven, Devon, Inglaterra.
1 de marzo
A pesar de mis años como médica forense debo decir que siempre es algo duro realizar la autopsia a infantes, y éste caso no es la excepción. En fin, habiendo realizado ya las autopsias de dos civiles desconocidos muertos en un combate, grabé un detallado informe con la información siguiente:
—La mujer sufría de retinosis pigmentaria, enfermedad genética degenerativa e incurable que la dejó completamente ciega. Tenía entre 35 y 40 años y algunos problemas de salud producidos por la mala alimentación y la falta de ejercicio. Por lo demás estaba sana y no aparece evidencia de consumo de drogas o alcohol en su sistema. Falleció debido a unas balas alojadas en el área pectoral, una de las cuales le atravesó el corazón.
>>El infante también es un niño perfectamente normal y sano, salvo por una leve malnutrición aunque muy inferior que la que sufría la madre. Podría decirse que se le alimentó lo mejor posible. No sufría ningún padecimiento notorio, crónico ni genético. Tenía unos siete meses. Falleció de un disparo en la cabeza.
Cuando me disponía a realizarle la autopsia al tercer cuerpo recuperado, llegó al laboratorio la agente Talbot con el cuello vendado, casualmente la venda cubría los hematomas que yo le había atendido hacía pocas horas y que eran producto del apretón que le hizo el tercer fallecido.
—¿No debería estar descansando, Talbot? —pregunté. Espero que mi tono haya sido el de una médica preocupada y no de una persona grosera.
—No puedo irme sin antes entender bien qué sucedió.
—Le mostraré algo —dije. Dejamos momentáneamente el laboratorio forense y me dirigí con Talbot hasta la biblioteca de las instalaciones.
El Dr. Teillefer, nuestro jefe y presidente de la Corporación, había invertido su considerable fortuna ganada gracias a los pioneros descubrimientos médicos y farmacéuticos que desarrolló cuando joven, en la compra de quizás la colección más completa de libros de ocultismo y demonología del mundo. Había adquirido volúmenes invaluables, antiquísimos y raros, la mayoría casi imposibles de encontrar para quien no tuviera sus fondos. Hay quien dice que incluso algunos salieron de la Biblioteca del Vaticano, en sus secciones más secretas, tras onerosos sobornos, lo que le permitió adueñarse desde evangelios gnósticos y apócrifos prohibidos, hasta libros blasfemos que sobrevivieron la Inquisición.
Aferré un viejo libro de alquimia que mostraba en la contraportada a su autor; un aristócrata del siglo XVII. —Él es el Dr. Johann Konrad Dippel von Frankenstein, apodado “Víctor” (el victorioso) por sus amigos —dije enseñándoselo a Talbot— nació en el Castillo Frankenstein de Alemania en 1673 donde sus vecinos aseguraron que realizaba experimentos con cadáveres de criminales. Estudió medicina en la Universidad Ingolstadt y luego se sumió en estudios esotéricos de alquimia y hermetismo.
—¡Víctor Frankenstein!
—Correcto. Un personaje histórico real. Aunque la creación de su Monstruo siempre ha sido considerada un mito ideado por la mente de la escritora Mary Shelley.
—Es obvio que no era un mito.
—Bueno… aún no tengo evidencias fehacientes de que este ser sea el Monstruo de Frankenstein, pero sin duda se le parece. De serlo, podría ser la clave para la inmortalidad humana pues ha vivido más de 300 años.
—Entrevistamos a algunos de los indigentes que rodeaban la zona. Todos le evitaban y le temían mucho… y dicen que desde hace años que se había “casado” con la mujer ciega y que el hijo era de él. Ella, además de ser ciega, agradecía la protección que él le brindaba. ¿Crees que el bebé sea de él?
—Tendría que hacer exámenes de ADN pero es muy probable.
—Pero… no se parecen en nada…
—Si esta Criatura es el Monstruo de Frankenstein, las características genéticas que tiene no serían heredables. El Monstruo sólo sería capaz de transmitir el material genético de quien quiera que sea el hombre al que pertenecieron sus genitales cuando ese alguien estaba vivo. Por lo que he podido observar el torso está cocido a la cabeza y las extremidades. El bebé se parecería al dueño del torso, quien quiera que haya sido. Ni siquiera hubiera necesariamente heredado la fuerza o el tamaño de la Criatura…
Nuestra conversación se interrumpió por un aullido estridente y lastimero que brotó del laboratorio. Me heló la sangre… era como un lamento del infierno.
Talbot desenfundó su pistola. Ambas corrimos hasta el lugar y allí, atónita, observé al Monstruo de pie llorando sobre los cuerpos de su esposa y su hijo. Su llanto era como los quejidos de ultratumba que emitiría un muerto atormentado en el purgatorio.
—¿Qué habéis hecho? —dijo la Criatura al vernos. Hablaba con un extraño acento de inglés antiguo y un léxico muy refinado— ¿Por qué? ¿Por qué cegasteis sus vidas? ¿Qué os habían hecho estas inocentes y dulces criaturas? Ellos nunca le habían hecho mal a ser vivo alguno… El único amor que llegué a sentir en mi vida triste y desolada… ¡Dios! ¿Por qué os ensañáis así con este miserable ser? ¿No he sufrido ya bastante? ¿Es que deberé pagar toda mi inmortal vida por el blasfemo sacrilegio de mi padre? ¡Despreciable sino que me persigue! ¡Los pecados del padre son pagados por el hijo! —dijo acariciándole la cabeza al bebé— ¡Los pecados del padre… son pagados… por el hijo…!
Inmediatamente llegó al lugar personal de seguridad fuertemente armado. Era notorio que la Criatura era capaz de sobrevivir disparos de bala, pero al menos podían amedrentarlo o dejarlo inconciente.
Sin embargo el Monstruo no se resistió. Voluntariamente se introdujo a una de las celdas de la Corporación Raven, especialmente diseñadas para contener formas de vida peligrosas. Lo separaba del exterior una lámina translúcida de plástico antibalas, y en el interior tenía una cama razonablemente cómoda y un sistema sanitario. Por órdenes mías hice que le introdujeran además alimento, agua y ropa nueva (ya que los harapos de pordiosero que solía vestir estaban manchados de sangre y con agujeros de balas) aunque fue difícil encontrar ropa de su talla.
La Criatura solo se sentó en la cama, como presa del dolor, a emitir unos lastimeros sollozos toda la noche.
Talbot y yo la observamos curiosas, aunque pude intuir que la mirada de Talbot proyectaba remordimiento por la muerte accidental de su familia y el sufrimiento de la Criatura.
—Si le hace sentir mejor, agente Talbot —le dije— la autopsia revela que las balas que mataron a la mujer y los niños son de las que usa la policía londinense y no de las que usan ustedes.
—Eso no nos hace menos culpables.
Bitácora personalAgente Laura TalbotLugar: DevonMisión: Ataque selectivo a una guarida de teriomorfos agresivos. 5 de marzo El lugar designado para lo que coloquialmente llamábamos “la purga” era en las afueras de Devon, donde se extendía un área forestal muy tupida y que rodeaba una serie de fábricas y aserraderos abandonados tras una crisis económica que golpeó la zona. El bosque comenzó a reclamar el territorio y poco a poco las edificaciones que asemejaban una ciudad fantasma se cubrían por más y más vegetación. El lugar perfecto para que se ocultara un grupo de teriomorfos.La noche era excepcionalmente oscura y debo decir que mientras nuestra camioneta llegaba al sitio recordé cuando fui una militar del Ejército brit&aac
Bitácora personalDoctora Abigail ValdemarLugar: Edificio Lovecraft, Sede Central de la Corporación Raven, Devon, Inglaterra. Reporte: atención a las heridas de los agentes que asistieron a la última misión de control. 5 de marzo—Bueno, agente Fort, debo decir que es usted un hombre afortunado —le dije mientras desinfectaba y suturaba sus heridas— ya que, hasta donde sabemos, es inmune al virus que causa la licantropía. De no ser así, se convertiría en hombre lobo en la próxima luna llena.—Gracias, Dra. Valdemar —me dijo. Los agentes Blake y Talbot también fueron atendidos pero ambos indicaron que no habían sufrido ninguna herida de consideración. A la agente Talbot le curé los rasguños en su antebrazo derecho. Seg&
Acta de reunión de personal 6 de marzo de 20…Discusión del Caso FrankensteinSoy muy meticuloso en mis apuntes. Trato siempre de mantener un archivo apropiado de las cosas que se discuten y espero esta acta sea adecuadamente detallada, como es mi costumbre.El Edificio Lovecraft es bastante grande aunque se vea modesto por afuera. En su interior hay laboratorios, celdas de contención, gimnasios para entrenamiento de mis agentes mercenarios, mi preciada biblioteca y las oficinas administrativas, entre otros. La sala de reuniones es también amplia y bien iluminada, con sillas modernas y una mesa negra y larga siempre tan limpia que refleja. Suelo sentarme a la cabeza justo debajo de un enorme retrato de mi ancestro, Lord Lovecraft.Si su retrato era fiel a su aspecto, Lord Lovecraft debe haber sido un hombre intimidante, de mirada dura y bigote poblado. Yo nunca he queri
Bitácora personalAgente Laura TalbotLugar: Resort Vacacional Däastard, Norte de Noruega. Misión: Control de entidad biológica que pone en peligro la vida humana. 11 de marzo Una pareja de turistas americanos se besaban afectuosamente desde un mirador. Tenían frente a ellos la hermosa vista de las montañas nevadas noruegas y estaban cerca de un lujoso resort turístico para esquiadores y entusiastas de deportes invernales. Una suave nevada caía desde el blanco y nublado cielo.Luego, un pestilente hedor comenzó a invadir el ambiente y les arruinó el momento.—¿Qué es esa peste? —dijo la chica y ambos se cubrieron la boca y la nariz con la mano.A lo lejos, subiendo por una lejana cuesta que conectaba con una tupida monta&ntil
Bitácora personal Doctora Abigail Valdemar Lugar: Laboratorio, Corporación Raven. 11 de marzo Carson siempre ha sido un asistente de laboratorio muy eficiente. Es una lástima que asuntos personales lo vuelvan un sujeto tan molesto. En general no quisiera ser grosera o arrogante, pero resulta poco profesional que siempre esté intentando ligarme. Talbot me había dicho que aquel hombrecillo calvo, bajo y tímido tenía un profundo enamoramiento hacia mí. Para mí rayaba en lo obsesivo. De la manera más cortés, para evitar emponzoñar la relación laboral, declinaba sus insistentes y casi diarios esfuerzos por ligarme. —Gracias por las flores, Carson, eres muy amable —dije intentando verme más preocupada por el trabajo mientras examinaba muestras de la sangre del monstruo en un tubo de ensayo a contraluz. —Más que merecidas para una mujer inteli
Bitácora personalAgente Laura TalbotLugar: Devon, Inglaterra.12 de marzo¡Por fin algo de tiempo libre! Este día decidí disfrutarlo. Me desperté tarde, pasé todo el día ociosamente y fui a trotar en la noche. En el camino de regreso me topé a Fort y a su sobrina en una pizzería del centro y pasé a saludarlos. Una joven adolescente muy bonita de cabello rojo y actitud típica de su edad, o quizás hasta más infantil. La muchacha hablaba solo de cosas superficiales como programas de televisión, sus amigas del colegio, música pop, chismes de redes sociales… no se como la aguantaba Fort.—¿Quieres pizza, Talbot? —me preguntó amablemente Fort— va a sobrar porque Lucía no come mucho.—No quiero engordarme &md
Remito este informe en aras de aclarar las dudas que puedan surgir para los señores policías locales y demás autoridades. Si existiesen dudas adicionales les recuerdo que nuestras instalaciones cuentan con cámaras de video de seguridad en todas partes y que todo lo que narraré a continuación está respaldado en video.Como es bien sabido, la clase de cosas que maneja la Corporación son por demás inusuales. Pongo mis instalaciones a las órdenes de las autoridades pero, como bien sé, preferirán no involucrarse. No importa, en todo caso espero que mi reporte les baste.Como Director General de la Corporación me encontraba hablando con uno de mis comandos de seguridad de mayor confianza; el agente Donovan Fort. Discutíamos algunos asuntos administrativos y logísticos.Nuestra reunión fue interrumpida súbitamente cuando son&oac
Bitácora personalAgente Laura TalbotLugar: Devon, Inglaterra. Mi apartamento. 15 de marzoDentro de mi apartamento Blake y yo nos tomábamos un par de cervezas tratando de pasar el rato. Como es lógico, Blake es mucho menos escéptico que los policías que me atendieron, pues él como yo, ha visto cosas inexplicables. Luego nos pusimos a rememorar anécdotas hasta tarde la noche, estimulados por el licor que adormeció un poco mi dolor, terminamos besándonos y haciendo el amor. En principio no era nada del otro mundo. Blake y yo nos habíamos sumido muchas veces en esa pasión carnal, incluso en ocasiones de pie en los vestidores de la Corporación. Pero por alguna razón me sentía más… cándida… más apasionada. Lo tomé con fuerza y lo lancé sobr