Erick Collins.Despierto con un dolor de cabeza terrible. Siento que con el mínimo sonido, por muy bajo que sea, mi cabeza estallará en mil pedazos.No debí haber tomado tanto anoche.Abro mis ojos por completo y es cuando notó que he dormido en el sofá de la sala. Con razón me duele tanto la espalda. No recuerdo cómo termine durmiendo aquí, o como llegue a casa. De hecho, no recuerdo nada de la noche anterior después de que me encontré a mi secretaria en el bar.Me incorporo en el sofá, en la mesita que está frente a mí veo cinco botellas de licor vacías y una por la mitad. —Joder, ¿por qué bebí tanto? —me quejo, pasando las manos por mí rostro.Me pongo de pie, mareandome en el proceso. Vuelvo a sentarme, cerrando mis ojos con fuerza mientras apoyo la cabeza del espaldar del sillón hasta que el mareo desaparece.«No volveré a tomar en mi vida» Me repito.Otra vez me levanto y voy a mi despacho, sitio en el que busco en los cajones de mi escritorio una tableta de pastillas para los
Raquel Martínez.—¿Qué has dicho? —preguntó Joel.Su novia se dio la vuelta, dándose cuenta de nuestra presencia y con sus ojos tan abiertos que temo que se le salga.Balbucea incoherencias, con el terror plasmado en su mirada. Y la comprendo, porque también estoy asustada de lo que pueda suceder ahora.—¿Qué fue lo que dijiste, Jimena? —insistió, completamente serio.Mi amiga guardó silencio. Se nota que no sabe que decir porque se supone que esto no debía saberlo nadie más. Así que se limitó a mirarlo, temblorosa y después desvío su mirada hacia mí, pidiéndome con la misma perdón.—¡Responde, Jimena! —él elevó la voz, a lo que ella de la impresión dió un pequeño brinco, asustada. Al ver que no diría nada, Joel dirigió su mirada hacia mí.—¿Es cierto eso? —me pregunta—. ¿Por eso me pediste lo de hace un momento?—Y-yo... Joel...—Responde.Bajo la mirada a mis pies, asintiendo con la cabeza.—Si.—¿También te hizo eso? —señaló mi herida con su dedo.—Fue un accidente... —trato de de
Raquel Martínez.Ha pasado un mes.Un maldito mes desde que todo se terminó entre Erick y yo.Y siendo sincera, estando lejos de Erick he estado más tranquila. Cero preocupaciones. Aunque hay veces que me siento como la mierda al recordar lo que ocurrió porque no todo se olvida de un día para otro y hay heridas que tardan en sanarse más que otras.Y no. De Erick no he sabido nada y prefiero que siga de esa manera. Desde que no está en mi vida, ésta dejo de ser un completo caos. Pero no puedo negarlo; lo extraño con toda mi alma. A pesar de que lo intento no he podido sacarlo de mis pensamientos, tampoco de mi corazón. Y aunque soy consciente de todo el daño que me causó su traición, mi amor por él crece con el pasar de los días.Pero estar lejos uno del otro, es lo mejor para ambos.<3 <3 <3 <3Es jueves.Estoy acostada en el sofá que esta en la sala del departamento de mi mejor amigo —sí, sigo viviendo aquí. Aunque estoy en busca de un lugar bonito y cómodo para mudarme pronto— viend
Raquel Martínez.—Pensé que no volvería a verla —comentó Nicholas.—Siendo honesta, yo mucho menos.—Lo sé —él soltó una risita.—Y... ¿Quieres entrar?Negó rápidamente.—Vine de paso —explicó—. ¿Podrías llamarme a Joel?—Él no está.—¿En serio?—En serio —le aseguro.—Vaya, al parecer me hizo venir por gusto —murmuró—. Aunque, no. Olvídalo. ¿Vas de salida?Asiento con la cabeza.—Si. Pensaba dar una vuelta.—¿Sola? —enarcó una ceja.—Así es.—En ese caso... ¿te importaría si voy contigo? —preguntó, de pronto—. Un poco de compañía nunca cae mal. Además, podríamos ir por un café o un helado después, lo que más te guste.—¿No tienes cosas más importantes que hacer?Negó rápidamente.—Resulta que tengo la tarde libre.No pude evitar sonreír.—Solo si vamos antes por un café.Él esbozó una enorme sonrisa.—Por supuesto.Salgo del departamento, cerrando la puerta con llave. Y nos subimos al elevador, que tarde apenas unos segundos en volver a abrirse en la planta baja. Nos salimos y camina
Erick Collins.Mi vida es una mierda.Lo es desde que Raquel se marchó.Y es que durante este puto mes no he sabido absolutamente nada de ella. He tratado de contactarla, pero no lo consigo. Y me jode tanto eso, porque la extraño y no hay ni un solo maldito día en que me reproche lo que le hice porque desde que acabó lo nuestro mis días se volvieron grises, como antes de conocerla...Si tan solo no hubiera tomado tanto ese día, esto no estuviera ocurriendo ahora.<3 <3 <3 <3Estoy en mi oficina.Mi secretaria me ha enviado unos archivos importantes a m correo y ahora los estoy revisando. Y estoy tan concentrado en leer cada párrafo sin saltarme ni una palabra, que no siento cuando abren la puerta de mi oficina hasta que la cierran con más fuerza de lo habitual para llamar mi atención.Alzó la mirada y veo a mi mejor amigo caminar hacia mí.—Necesito hablar contigo —me dice.—Ahora estoy ocupado.Vuelvo a mirar la pantalla de mi computador, retomando la lectura del archivo.—Es import
Raquel Martínez.—Y Nicholas me trajo al departamento —finalizo de contarle lo que sucedió por la tarde.—Es un imbécil —Jimena habló, molesta—. ¡Insinuó que eres una zorra!Niego.—Me llamó zorra —corrijo.—¡Eso es mucho peor! Y para colmo, querer pelearse con Nicholas en plena calle...—Eso me molestó todavía más.—La próxima vez quien le partirá la cara a golpes seré yo —asegura—. No puede jurar amarte y comportarse como un maldito imbécil contigo.—No me opondré —digo—. Más bien, te ayudaré.Jimena suelta una risa, pero no dura más de dos segundos porque pronto su expresión se vuelve completamente sería.—Y... ¿sentiste algo cuando lo viste?—¿Que si sentí algo? —repito.Jimena asintió.—Sentí de todo, Jimena —soy sincera—. Cuando lo vi pensé que el corazón se me saldría de lo rápido que estaba latiendo. Me sentí como una maldita adolescente hormonal. Y cuando estuvo frente a mí quise abrazarlo, tenerlo cerca como una vez lo tuve... —callo, soltando un suspiro—. Definitivamente, s
—Nicholas, hola —Jimena lo saludó, dándome un beso en la mejilla una vez nos acercamos a ellos. Y le sonrió—. ¿Cómo has estado?—Bien. Gracias —respondió él, sonriendo. Y pronto desvío su mirada hacia mí—. Vaya. Estás realmente preciosa, Raquel.Mientras decía esas palabras, me dio un recorrido con su mirada que empezó desde mis piernas desnudas y terminó en mis ojos.Siento que mis mejillas se tornan calientes. Y maldigo internamente por eso.—Gracias.—No tenías que venir, Nicholas —comento Joel—. Te había dicho que los otros documentos te los daría el lunes en la empresa.—No vine por eso. Vine a buscar a Raquel —vuelve a mirarme—. ¿Estás lista?Asiento con la cabeza.—Si. Ya podemos irnos.—Un segundo —interviene mi amigo—. ¿Ustedes saldrán? ¿Y juntos?—Así es —respondió Nicholas.—No sabía que ustedes de habían hecho tan amigos como para empezar a salir y de noche.Suprimo una risa. Estaba en modo protector.—¿Acaso te pone celoso que salgan, cariño? —se burló su novia.—Para nad
Raquel Martínez.—¿Q-qué... estás haciendo aquí? Pregunto, dándome la vuelta hacia él, sintiendo como los nervios se apoderan de mi con el pasar de los segundos gracias a su presencia.—¿Yo? —se apuntó a sí mismo con su dedo.—No, tu gemelo —respondo, sarcástica. Y ruedo los ojos—. Claro que tú Él sonríe, divertido.—Solo... vine a lavar mis manos.Caminó hacia el lavabo a mi lado y abrió el grifo, metiendo sus manos bajo el agua después.—¿En el baño de damas? —arqueo una ceja.Movió su cabeza en un gesto afirmativo, sin mirarme.—Estan limpiando el de caballeros así que tuve que venir a este —se encogió de hombros, restándole importancia.—No puedes entrar a este —aclaro—. Debiste esperar a que lo limpiarán.—Sí, debí.Ambos guardamos silencio.Cansada, suelto un suspiro. Y tomo mi bolso, cerrandolo.—Mejor me voy.Me gano la ignorada del siglo por parte de Erick, quien sin mirarme termina de lavar sus manos. Cierra el grifo y toma una servilleta de las que están en la pared para