Raquel Martínez.Voy hasta la puerta principal y cuando la abro veo a una chica frente a mí.— Hola, soy...Al principio me pareció conocida, algo me dice que la he visto antes, su rostro y su voz me es un tanto familiar, solo que no recuerda hasta después de mirarla detalladamente unos segundos más que recuerdo de a donde la he visto.Me siento más que contenga de verla, puesto a que hace años no nos veíamos, desde que ambas teníamos doce años.Ella y yo crecimos juntas, en la niñez fuimos las mejores amigas, aunque a dicha edad perdimos contacto absoluto cuando ella tuvo que mudarse con sus padres al extranjero.La veo bien y no parece ser aquella niña de doce con la que solía jugar muñecas, está tan cambiada, por ello no la reconocí tan fácilmente. Su piel se ha puesto un tanto más morena, su cabello que solía ser por encima de los hombros está por debajo de su cintura, sus curvas están más marcadas. En fin, está guapísima.— ¿Jimena? —termino por ella, sorprendida y contenta a par
Raquel Martínez.Después de media hora llegamos al hotel que fué reservado para celebrar el aniversario de la empresa de los padres de Joel, en el sitio hay personas bajando de lujosos automóviles vestidos de manera pulcra con sus elegantes trajes mientras unos fotógrafos les toman fotos a todos, así que imagino que nosotros no seremos la excepción.El del valet parking de encargó de abrirnos la puerta a mí y luego a Jimena, mi amigo le entrego las llaves del coche y tanto Jimena como yo enganchamos nuestros brazos con los de él.Pasamos por donde están los fotógrafos y al ver Joel el hijo del dueño le pidieron unos fotos de más que acepto encantado para después entrar al salón del hotel donde se lleva a cabo todo.Una música suave suena de fondo mientras las personas beben champagne y conversan entre sí, nosotros avanzamos entre las personas, un mesero se nos acercó y nos ofreció una copa de champagne cosa que recibimos encantados antes de acercarnos a una señora y un señor platicand
TIPO DE NARRADOR: OMNISCIENTE.Una mujer de estatura baja, piel blanca como la leche y cabello rubio natural, con un cuerpo de infarto se acercó al hombre que bebía de su trago.Erick se sorprendió de ver a su secretaria en aquel bar, no pensó que ella siendo tan amargada y "aburrida", como ha escuchado que le dicen por los pasillos de la empresa estaría en un lugar como ese, pero allí estaba con un sexy vestido rojo que le llegaba por encima de los muslos y un escote en la espalda que no le permite usar brasier.— Señor, no pensé que podría encontrarlo aquí —dice, sonriendo.— Ni yo a ti, Alondra.— ¿Puedo sentarme?Erick lo piensa por un instante, pero ¿Qué había de malo en compartir una copa con uno de sus empleados antes de marcharse? — Claro.La chica sonríe con satisfacción y se sienta al lado del ojiverde, de manera que su pierna y su hombro quedan a centímetros del cuerpo del chico.Erick pidió una ronda más al hombre que lo atendió desde que llegó, mientras conversaba y reía
Raquel Martínez.De manera lenta la puerta de la habitación se abre a la vez que produce un molesto sonido, por inercia me incorporo en la cama y es cuando veo a un Erick con claras señales de haber tomado entrar a la habitación.— ¡Erick, me tenías preocupada! —me levanto de la cama—. ¿Dónde te habías metido?— En... en... no lo recuerdo —suelta una risa por lo bajo.— Erick estoy hablando en serio —cruzo los brazos sobre mi pecho—. ¿Por qué llegaste borracho? ¿Por qué no me...?— Ya para de preguntar tanto —se queja.Camina hacia mí mientras se sostiene de todo lo que ve a su paso para no caerse, una vez se posa frente a mí me toma de la cintura buscando más cercanía entre nosotros.— Mejor hagamos otra cosa más... divertida que estar hablando.Susurra a centímetros de mi rostro y el fuerte olor al alcohol hace que las náuseas quieran aparecer otra vez así que coloco mis manos sobre su pecho y lo alejo de mí.— Olvídate de eso Erick, hasta que no me respondas...Callo cuando me lanz
Erick Collins.Despierto con un dolor de cabeza terrible. Siento que con el mínimo sonido, por muy bajo que sea, mi cabeza estallará en mil pedazos.No debí haber tomado tanto anoche.Abro mis ojos por completo y es cuando notó que he dormido en el sofá de la sala. Con razón me duele tanto la espalda. No recuerdo cómo termine durmiendo aquí, o como llegue a casa. De hecho, no recuerdo nada de la noche anterior después de que me encontré a mi secretaria en el bar.Me incorporo en el sofá, en la mesita que está frente a mí veo cinco botellas de licor vacías y una por la mitad. —Joder, ¿por qué bebí tanto? —me quejo, pasando las manos por mí rostro.Me pongo de pie, mareandome en el proceso. Vuelvo a sentarme, cerrando mis ojos con fuerza mientras apoyo la cabeza del espaldar del sillón hasta que el mareo desaparece.«No volveré a tomar en mi vida» Me repito.Otra vez me levanto y voy a mi despacho, sitio en el que busco en los cajones de mi escritorio una tableta de pastillas para los
Raquel Martínez.—¿Qué has dicho? —preguntó Joel.Su novia se dio la vuelta, dándose cuenta de nuestra presencia y con sus ojos tan abiertos que temo que se le salga.Balbucea incoherencias, con el terror plasmado en su mirada. Y la comprendo, porque también estoy asustada de lo que pueda suceder ahora.—¿Qué fue lo que dijiste, Jimena? —insistió, completamente serio.Mi amiga guardó silencio. Se nota que no sabe que decir porque se supone que esto no debía saberlo nadie más. Así que se limitó a mirarlo, temblorosa y después desvío su mirada hacia mí, pidiéndome con la misma perdón.—¡Responde, Jimena! —él elevó la voz, a lo que ella de la impresión dió un pequeño brinco, asustada. Al ver que no diría nada, Joel dirigió su mirada hacia mí.—¿Es cierto eso? —me pregunta—. ¿Por eso me pediste lo de hace un momento?—Y-yo... Joel...—Responde.Bajo la mirada a mis pies, asintiendo con la cabeza.—Si.—¿También te hizo eso? —señaló mi herida con su dedo.—Fue un accidente... —trato de de
Raquel Martínez.Ha pasado un mes.Un maldito mes desde que todo se terminó entre Erick y yo.Y siendo sincera, estando lejos de Erick he estado más tranquila. Cero preocupaciones. Aunque hay veces que me siento como la mierda al recordar lo que ocurrió porque no todo se olvida de un día para otro y hay heridas que tardan en sanarse más que otras.Y no. De Erick no he sabido nada y prefiero que siga de esa manera. Desde que no está en mi vida, ésta dejo de ser un completo caos. Pero no puedo negarlo; lo extraño con toda mi alma. A pesar de que lo intento no he podido sacarlo de mis pensamientos, tampoco de mi corazón. Y aunque soy consciente de todo el daño que me causó su traición, mi amor por él crece con el pasar de los días.Pero estar lejos uno del otro, es lo mejor para ambos.<3 <3 <3 <3Es jueves.Estoy acostada en el sofá que esta en la sala del departamento de mi mejor amigo —sí, sigo viviendo aquí. Aunque estoy en busca de un lugar bonito y cómodo para mudarme pronto— viend
Raquel Martínez.—Pensé que no volvería a verla —comentó Nicholas.—Siendo honesta, yo mucho menos.—Lo sé —él soltó una risita.—Y... ¿Quieres entrar?Negó rápidamente.—Vine de paso —explicó—. ¿Podrías llamarme a Joel?—Él no está.—¿En serio?—En serio —le aseguro.—Vaya, al parecer me hizo venir por gusto —murmuró—. Aunque, no. Olvídalo. ¿Vas de salida?Asiento con la cabeza.—Si. Pensaba dar una vuelta.—¿Sola? —enarcó una ceja.—Así es.—En ese caso... ¿te importaría si voy contigo? —preguntó, de pronto—. Un poco de compañía nunca cae mal. Además, podríamos ir por un café o un helado después, lo que más te guste.—¿No tienes cosas más importantes que hacer?Negó rápidamente.—Resulta que tengo la tarde libre.No pude evitar sonreír.—Solo si vamos antes por un café.Él esbozó una enorme sonrisa.—Por supuesto.Salgo del departamento, cerrando la puerta con llave. Y nos subimos al elevador, que tarde apenas unos segundos en volver a abrirse en la planta baja. Nos salimos y camina