Raquel Martínez.Alondra abre los ojos tan grandes como dos grandes faroles al ver a Erick, y balbucea incoherencias presa de los nervios mientras yo esbozo una gran sonrisa.— Cállate —espeta Erick—. Qué lo he escuchado todo.—Puedo explicarlo —dice, nerviosa—. Todo fue un malentendido...Erick se acerca a nosotras con grandes zancadas y se posiciona a mí lado.— ¡Qué te calles, joder! —eleva la voz, haciendo que varias personas volteen a vernos—. Que sea la primera y última vez que trates a Raquel de esa forma, porque la próxima te largas de mi empresa. ¿Lo has entendido?— S-si.— Ahora lárgate de mi vista.La tal Alondra le hace caso a Erick y se marcha a su puesto de trabajo, él voltea a verme.— ¿Vamos a almorzar?Muevo la cabeza en un gesto afirmativo y con nuestras manos entrelazadas salimos de su empresa.Al subirnos al coche de Erick este empieza a manejar, adentrándose en el tráfico de la ciudad, poco después detiene el auto frente a un lindo restaurante con mesas al aire l
Raquel Martínez.Cuando abro los ojos veo que es de día.Pero no estoy sola en la cama, Erick está a mi lado rodeando no cintura con su brazo acostado boca abajo.Sonrío viéndolo dormir, se ve tan hermoso.Lo veo gruñir por lo bajo y moverse en la cama, pero no aparta su brazo.— ¿Disfrutando la vista?Murmura con voz ronca y sus ojos todavía cerrados.Abro la boca, pero la cierro pronto al no saber que decir. ¿Cómo supo que lo veía?Erick abre sus ojos y me regala una media sonrisa.— Puedo sentir tu mirada sobre mi, preciosa.— Si, pero yo no...No termino de decir ya que el espécimen que tengo al lado me hala hasta que quedó frente a frente con él.— Me encanta despertar así, contigo a mí lado.Sonrío por inercia tras escuchar aquellas palabras, porque a mí me encanta lo mismo.— ¿Llevas mucho despierta?Niego suavemente.— Me acabo de despertar.Ambos nos quedamos en silencio un par de minutos mientras nos miramos a los ojos, y es entonces cuando las palabras de Zack vuelven a mí
Raquel Martínez.Giro sobre mi propio eje y me encuentro con el ojiverde que trae un enorme ramo de flores en sus manos y una sonrisa en su rostro.— Erick... —murmuro.Él extiende las flores hacia mí así que lo tomo.— ¿Por qué has hecho esto?— Porque tú te lo mereces —dice—. Mereces que hagan esto por ti, incluso más.— N-no... no era necesario...— Si lo era, lo es porque el momento lo amerita —toma una bocanada de aire y da un paso hacia mí—. Estás hermosa.Mete un mechón de mi cabello detrás de mí oreja y sus ojos se clavan en mis labios.— Gracias, tú también.Una sonrisa divertida aparece en su rostro.— ¿También estoy hermosa?Suelto una pequeña risa.— Hermoso —corrijo.Su sonrisa se agrandó y me tomo la mano libre.— Vamos a la mesa.Asiento con la cabeza y dejó que me guíe con nuestras manos entrelazadas hasta la mesa, él separa un poco mi silla y después se tomo asiento él hace lo mismo.Una mujer delgada con cabello rubio se acerca a nosotros, no toma la orden y se retir
Raquel Martínez.Veo como el ojiverde sale por la puerta de la habitación y muero de sueño todavía así que me acuesto a dormir otro rato más.Cuando despierto son más de las diez de la mañana, así que enrollo la sábana de a mí cuerpo desnudo a la hora de levantarme y camino hacia el baño, a la mitad del camino el sonido de mi celular indicándome que me están llamando me detiene, voy a la mesita de noche y lo tomo para después contestar.— ¿Bueno?— Hola pequeña.— Valla, por fin te acuerdas de mí existencia mejor amigo.Escucho como al otro lado de la línea suelta una suave risa.— Pido perdón —dice—. He estado ocupado con el trabajo.— Te creo, te creo...— Otra opción no tienes —dice—. Oye, ¿te parece si almorzamos juntos?— Claro, avísame dónde y eso.— Vale, ahora te dejo, nos vemos ahora.Cuelga y dejo mi celular en el sitio donde estaba antes.Voy al baño y cepillo mis dientes, hago mis necesidades y me doy una ducha larga con agua tibia, cuando termino me seco con una toalla l
Raquel Martínez.No quería mentirle a Erick con respecto a con quién almorzare en realidad, pero tampoco quise que se molestará o peor todavía... qué pensará cosas que no eran. Después de dos horas recibo el mensaje de mi amigo con la dirección del restaurante donde comeremos juntos, así que me despido del ojiverde con un beso y me voy en un taxi a aquel sitio.Cuando llego le pago al taxista y entró al restaurante, una vez adentro busco con la mirada a mí mejor amigo, pero no lo encuentro hasta que...— ¿Buscas a alguien? —dice una voz masculina a mis espaldas, y volteo en cuanto reconozco esa voz.Sonrío al ver al pelinegro quien a diferencia de la última vez que nos vimos esta un tanto diferente, pues a decidido dejarse la barba y siendo sincera no le queda nada mal.— ¡Joel! —me lanzo a sus brazos—. Te extrañé.— Yo más —deja un beso en mi cabeza y se aparta de mí—. Es idea mía o estás más preciosa.— Ideas tuyas —rio—. El que si está guapo eres tú, eh.Reímos.— Ven, tomemos asi
Raquel Martínez.— ¿Qué?— Ella... va a morir —sollozó.— Hey, cálmate —le pido, sentádome a su lado en el suelo—. No digas eso...— Es la verdad —dice—. El diagnóstico que le dieron los médicos no fue muy alentador, el tumor está en una zona que no puede operarse y... —su voz se quiebra—. Le dieron máximo cinco meses de vida.— Cuánto lo siento —la abrazo, a lo que ella esconde su cara en mi pecho sin dejar de llorar—. Pero no seamos pesimistas, tu tía puede visitar otros médicos...Ella se aparta de mi y niega suavemente.— No tenemos el dinero suficiente para eso, apenas con mi sueldo y el de su hija mayor nos alcanza para los exámenes, los medicamentos...— Puedo prestarles y así visitan otros médicos para ver si hay solución.— ¿De verdad lo harías? —un brillo de ilusión aparece en su mirada, así que asiento—. No sabes cuánto te lo agradezco.— Para eso estamos las amigas, Sandra.Le sonrío, a lo que ella me devuelve el gesto, pero dicha sonrisa no le llega a los ojos.— Te lo pa
Un mes después.Tipo de narrador: Omnisciente.Las cosas entre Raquel y Erick no podrían estar mejor.A pesar de que han tenido discusiones como cualquier otra pareja su relación va perfecta.Hoy era sábado.Erick no había ido a trabajar ya que quería tomarse ese día para compartirlo con Raquel puesto a que desde hace unos días poco habían compartido por su trabajo.Por eso mismo desde temprano salieron de compras, al cine, al parque de diversiones y a comer mientras disfrutaban de la compañía uno del otro.Ahora están en un parque cercano a la casa del ojiverde, a dicho parque solía venir mucho Raquel cuando necesitaba pensar o simplemente cuando estaba aburrida. Los dos sentados en el césped comparten las fresas con crema batida que él compró.— ¡Erick no! —dice después que el antes mencionado le llene el rostro con crema batida—. ¡Ahora tendré ese pegote en la cara por tu culpa!Le reclama molesta, mientras limpia su cara con una servilleta y él ríe a carcajadas.— Perdóname —dice
Raquel MartínezLlego a la empresa y voy directo a la oficina del ojiverde sin detenerme a preguntar si está o no. Abro de golpe la puerta y él levanta su cabeza al instante, al verme una sonrisa aparece en su rostro.— Que sopresa más agradable... —dice—. ¿Por qué no me...?Calla al ver mi cara de angustia mientras trato que mi respiración vuelva a la normalidad.— ¿Qué ocurre?— Yo... el parque... un niño... —balbuceo, echándome aire a la cara con ambas manos.— A ver, Raquel —se levanta de su asiento y viene hacia mí—. Siéntate, tranquilízate y dime qué te ocurrió.Tomo una bocanada de aire y la expulso tratando de tranquilizarme, tomando asiento junto a él en los sofás del rincón.— Yo... estaba en el parque en el que estábamos ayer y un niño se acercó a mí, y me dió esto —le entrego el sobre.Él lo toma con desconfianza y a medida que va leyendo lo que hay dentro su ceño se frunce.— ¿Qué es está ridiculez?Arrugo la hoja y la lanza en el cesto de basura.— ¿Quién era ese niño?