Raquel Martínez.Giro sobre mi propio eje y me encuentro con el ojiverde que trae un enorme ramo de flores en sus manos y una sonrisa en su rostro.— Erick... —murmuro.Él extiende las flores hacia mí así que lo tomo.— ¿Por qué has hecho esto?— Porque tú te lo mereces —dice—. Mereces que hagan esto por ti, incluso más.— N-no... no era necesario...— Si lo era, lo es porque el momento lo amerita —toma una bocanada de aire y da un paso hacia mí—. Estás hermosa.Mete un mechón de mi cabello detrás de mí oreja y sus ojos se clavan en mis labios.— Gracias, tú también.Una sonrisa divertida aparece en su rostro.— ¿También estoy hermosa?Suelto una pequeña risa.— Hermoso —corrijo.Su sonrisa se agrandó y me tomo la mano libre.— Vamos a la mesa.Asiento con la cabeza y dejó que me guíe con nuestras manos entrelazadas hasta la mesa, él separa un poco mi silla y después se tomo asiento él hace lo mismo.Una mujer delgada con cabello rubio se acerca a nosotros, no toma la orden y se retir
Raquel Martínez.Veo como el ojiverde sale por la puerta de la habitación y muero de sueño todavía así que me acuesto a dormir otro rato más.Cuando despierto son más de las diez de la mañana, así que enrollo la sábana de a mí cuerpo desnudo a la hora de levantarme y camino hacia el baño, a la mitad del camino el sonido de mi celular indicándome que me están llamando me detiene, voy a la mesita de noche y lo tomo para después contestar.— ¿Bueno?— Hola pequeña.— Valla, por fin te acuerdas de mí existencia mejor amigo.Escucho como al otro lado de la línea suelta una suave risa.— Pido perdón —dice—. He estado ocupado con el trabajo.— Te creo, te creo...— Otra opción no tienes —dice—. Oye, ¿te parece si almorzamos juntos?— Claro, avísame dónde y eso.— Vale, ahora te dejo, nos vemos ahora.Cuelga y dejo mi celular en el sitio donde estaba antes.Voy al baño y cepillo mis dientes, hago mis necesidades y me doy una ducha larga con agua tibia, cuando termino me seco con una toalla l
Raquel Martínez.No quería mentirle a Erick con respecto a con quién almorzare en realidad, pero tampoco quise que se molestará o peor todavía... qué pensará cosas que no eran. Después de dos horas recibo el mensaje de mi amigo con la dirección del restaurante donde comeremos juntos, así que me despido del ojiverde con un beso y me voy en un taxi a aquel sitio.Cuando llego le pago al taxista y entró al restaurante, una vez adentro busco con la mirada a mí mejor amigo, pero no lo encuentro hasta que...— ¿Buscas a alguien? —dice una voz masculina a mis espaldas, y volteo en cuanto reconozco esa voz.Sonrío al ver al pelinegro quien a diferencia de la última vez que nos vimos esta un tanto diferente, pues a decidido dejarse la barba y siendo sincera no le queda nada mal.— ¡Joel! —me lanzo a sus brazos—. Te extrañé.— Yo más —deja un beso en mi cabeza y se aparta de mí—. Es idea mía o estás más preciosa.— Ideas tuyas —rio—. El que si está guapo eres tú, eh.Reímos.— Ven, tomemos asi
Raquel Martínez.— ¿Qué?— Ella... va a morir —sollozó.— Hey, cálmate —le pido, sentádome a su lado en el suelo—. No digas eso...— Es la verdad —dice—. El diagnóstico que le dieron los médicos no fue muy alentador, el tumor está en una zona que no puede operarse y... —su voz se quiebra—. Le dieron máximo cinco meses de vida.— Cuánto lo siento —la abrazo, a lo que ella esconde su cara en mi pecho sin dejar de llorar—. Pero no seamos pesimistas, tu tía puede visitar otros médicos...Ella se aparta de mi y niega suavemente.— No tenemos el dinero suficiente para eso, apenas con mi sueldo y el de su hija mayor nos alcanza para los exámenes, los medicamentos...— Puedo prestarles y así visitan otros médicos para ver si hay solución.— ¿De verdad lo harías? —un brillo de ilusión aparece en su mirada, así que asiento—. No sabes cuánto te lo agradezco.— Para eso estamos las amigas, Sandra.Le sonrío, a lo que ella me devuelve el gesto, pero dicha sonrisa no le llega a los ojos.— Te lo pa
Un mes después.Tipo de narrador: Omnisciente.Las cosas entre Raquel y Erick no podrían estar mejor.A pesar de que han tenido discusiones como cualquier otra pareja su relación va perfecta.Hoy era sábado.Erick no había ido a trabajar ya que quería tomarse ese día para compartirlo con Raquel puesto a que desde hace unos días poco habían compartido por su trabajo.Por eso mismo desde temprano salieron de compras, al cine, al parque de diversiones y a comer mientras disfrutaban de la compañía uno del otro.Ahora están en un parque cercano a la casa del ojiverde, a dicho parque solía venir mucho Raquel cuando necesitaba pensar o simplemente cuando estaba aburrida. Los dos sentados en el césped comparten las fresas con crema batida que él compró.— ¡Erick no! —dice después que el antes mencionado le llene el rostro con crema batida—. ¡Ahora tendré ese pegote en la cara por tu culpa!Le reclama molesta, mientras limpia su cara con una servilleta y él ríe a carcajadas.— Perdóname —dice
Raquel MartínezLlego a la empresa y voy directo a la oficina del ojiverde sin detenerme a preguntar si está o no. Abro de golpe la puerta y él levanta su cabeza al instante, al verme una sonrisa aparece en su rostro.— Que sopresa más agradable... —dice—. ¿Por qué no me...?Calla al ver mi cara de angustia mientras trato que mi respiración vuelva a la normalidad.— ¿Qué ocurre?— Yo... el parque... un niño... —balbuceo, echándome aire a la cara con ambas manos.— A ver, Raquel —se levanta de su asiento y viene hacia mí—. Siéntate, tranquilízate y dime qué te ocurrió.Tomo una bocanada de aire y la expulso tratando de tranquilizarme, tomando asiento junto a él en los sofás del rincón.— Yo... estaba en el parque en el que estábamos ayer y un niño se acercó a mí, y me dió esto —le entrego el sobre.Él lo toma con desconfianza y a medida que va leyendo lo que hay dentro su ceño se frunce.— ¿Qué es está ridiculez?Arrugo la hoja y la lanza en el cesto de basura.— ¿Quién era ese niño?
Raquel Martínez.Voy hasta la puerta principal y cuando la abro veo a una chica frente a mí.— Hola, soy...Al principio me pareció conocida, algo me dice que la he visto antes, su rostro y su voz me es un tanto familiar, solo que no recuerda hasta después de mirarla detalladamente unos segundos más que recuerdo de a donde la he visto.Me siento más que contenga de verla, puesto a que hace años no nos veíamos, desde que ambas teníamos doce años.Ella y yo crecimos juntas, en la niñez fuimos las mejores amigas, aunque a dicha edad perdimos contacto absoluto cuando ella tuvo que mudarse con sus padres al extranjero.La veo bien y no parece ser aquella niña de doce con la que solía jugar muñecas, está tan cambiada, por ello no la reconocí tan fácilmente. Su piel se ha puesto un tanto más morena, su cabello que solía ser por encima de los hombros está por debajo de su cintura, sus curvas están más marcadas. En fin, está guapísima.— ¿Jimena? —termino por ella, sorprendida y contenta a par
Raquel Martínez.Después de media hora llegamos al hotel que fué reservado para celebrar el aniversario de la empresa de los padres de Joel, en el sitio hay personas bajando de lujosos automóviles vestidos de manera pulcra con sus elegantes trajes mientras unos fotógrafos les toman fotos a todos, así que imagino que nosotros no seremos la excepción.El del valet parking de encargó de abrirnos la puerta a mí y luego a Jimena, mi amigo le entrego las llaves del coche y tanto Jimena como yo enganchamos nuestros brazos con los de él.Pasamos por donde están los fotógrafos y al ver Joel el hijo del dueño le pidieron unos fotos de más que acepto encantado para después entrar al salón del hotel donde se lleva a cabo todo.Una música suave suena de fondo mientras las personas beben champagne y conversan entre sí, nosotros avanzamos entre las personas, un mesero se nos acercó y nos ofreció una copa de champagne cosa que recibimos encantados antes de acercarnos a una señora y un señor platicand