CAPÍTULO 4

Miré el anillo en mi dedo por lo que parecieron horas y es que, no lograba aceptar la cruda realidad, acababa de casarme e iba en un automóvil junto con quien ahora era mi esposo, camino a un lugar totalmente desconocido para mi, pues este no era el camino a su casa, ni ese simple hecho de no saber a dónde me dirigía llenó mis pensamientos, solo podía pensar en una sola cosa y era … 

Me había casado —pensé, mientras lo veía de reojo. 

No sabía nada de él, solo su nombre y me daba temor, le había dado el sí a una persona que no conocía para nada, solo podía esperar que tuviera consideración conmigo.  

La ceremonia no había durado tanto, al menos para nosotros, pues se excusó en que tenía un regalo que darme y era algo privado, pero claro que no tenía nada que dar, solamente no le apetecía seguir fingiendo una falsa felicidad y lo entendía, pues yo empezaba a llegar a mi límite de tolerancia. Aunque había aclarado que era algo privado, no habíamos podido deshacernos de los reporteros, por esa razón habíamos tenido que hacer una parada de improvisto para así, perderlos. 

No podía negarlo y era muy hermosa la decoración que había en el lugar, todo era muy elegante, sostificado, las rosas blancas, me había encantado a pesar de que me note indiferente con respecto al tema, no quería que supiera que había hecho un gran trabajo eligiendolo o simplemente que la persona a la que contrató lo había hecho genial. 

—Debo de decir, que lo hiciste muy bien —volteé a mirarlo, sin saber a lo que se refería, su tono de voz había sido muy calmado—. Fingir —agregó rápidamente al ver que no había entendido—. Todos se lo creyeron, aunque claro —una pequeña sonrisa burlona apareció en su rostro—. Necesitaste de cierta motivación extra. 

Apreté mis manos en puño al saber de lo que se refería, su amenaza.

No sabía cuánto tiempo más podría seguir tolerandolas, pero llegaría el día en que me cansaría de su m****a constante y explotaría.

—¿Lo disfrutas? —cuestioné entre dientes, tratando de calmarme, pero era en vano, de lejos se notaba mi molestia. 

—¿El qué? —fingió no saber, lo que más me molestó. 

¿Acaso le gustaba hacerlo?, ¿yo era su payaso personal para divertirse? 

—Verme sufrir, ¿puede una persona ser tan fría?, ¿sin sentimientos?

Se detuvo unos segundos para pensar, cuando pensé que tal vez, tal vez él podría ser otra persona y solo aparentar ser odioso y frío para que no vieran su verdadero yo, alguien débil, cariñoso y amoroso, respondió, haciendo que mis pensamientos se esfumaran por completo.

—Estás viendola justo ahora —fue su única respuesta, respondió con una mirada vacía… sin sentimiento alguno y de la manera más fría posible. 

¿Qué clase de persona era Valentino Marchetti?, ¿podría una persona no tener sentimientos?, ¿qué daño le habían hecho para ser el que era hoy en día? 

Mi única respuesta fue cambiar de tema por uno que empezaba a interesarme al pasar el tiempo. 

—¿A dónde vamos? —pregunté, viendo a la ventana y dándome cuenta de que nos habíamos alejado de la ciudad, estábamos en los alrededores. 

¿Pretendía matarme y enterrar mi cuerpo lejos para que no me encontrarán jamás? —pensé, sintiéndome estúpida al instante. 

Sabrían que había sido él, aparte… ¿por qué querría casarse conmigo cuando tan solo unas horas después me mataría? 

—A veces eres tan estúpida —comentó mi yo interior. 

—A casa —fue lo único que respondió, su mal humor había vuelto y con eso sabía que tenía que andarme con cuidado con lo que dijera. 

—No podré llamarla casa, si estás tú en ella —confesé, no quería tener que guardarme mis palabras, quería que supiera todo mi desagrado que tenía para con él, pero no había dicho absolutamente nada, simplemente siguió en lo suyo, en lo que había estado haciendo durante todo el trayecto, leyendo y respondiendo correos.

Unos minutos después, habíamos entrado a una propiedad privada y unas enormes rejas nos abrieron paso a una mansión, era espectacular y grande, demasiado. 

No esperé a que abrieran mi puerta, salí rápidamente, no aguantando un segundo más a su lado, por culpa de los tacones no podía caminar tan rápido, así que fue fácil para Valentino alcanzarme y adelantarse. 

Rodeé mis ojos exasperada, pero un acto que tuvo me dejó completamente sorprendida, había abierto la enorme puerta para mí, hubiera podido decir cualquier cosa sarcástica, pero no dije nada, solo quería poder quitarme este vestido, no tenía fuerzas ya para discutir. 

El interior de la mansión me sorprendió y pude darme cuenta que todo aquí era nuevo, así que sería donde fingiremos un matrimonio feliz —pensé—. Al menos era un lugar muy hermoso. 

—Las personas del servicio y la seguridad llegan mañana, no hay nadie —me detuve al escucharlo—. Estamos solos. 

Mi respiración se acortó y por un momento sentí preocupación, nos habíamos casado y se suponía que estabamos en nuestra luna de miel, no podría tener relaciones con él, no. 

¿Acaso él esperaba que sucediera?

Volteé a mirarlo asustada y al parecer lo notó, pues su ceño se frunció levemente. 

Él no podría obligarme, esto solo era un contrato. 

—La cocina está equipada y tu cuarto está en el segundo piso, a la derecha —asentí—. Volveré más tarde, tengo cosas que hacer. 

Cuando estaba por irse hablé. 

—Podrías hacerme un favor y no volver —se detuvo y volteó a mirarme—. Sería un lindo detalle. 

—No tienes tanta suerte —fue lo único que respondió. 

Cuando se dio vuelta y la puerta se cerró tras él, mi alma volvió a mi cuerpo y pude respirar tranquila, esto me había confirmado que efectivamente sería un matrimonio falso y no podía estar más de acuerdo con él. 

Fui a buscar mi habitación, quería quitarme el… Me detuve al verme en el enorme espejo que había en la pared y rápidamente mis ojos se llenaron de lágrimas y todo lo que había acontecido en la última semana llegó de golpe.  

Estaba casada con un hombre que ni siquiera conocía, con un hombre que odiaba y sabía que el sentimiento era mutuo, pero aun no entendía… ¿por qué me había elegido a mí?, ¿por qué dañarme la vida de esta manera?, ¿por qué no simplemente salvarme de aquel burdel y ponerme a trabajar para él?

Quería llorar y despertar a la mañana siguiente, dandome cuenta de que todo era una pesadilla, pero sabía que algo como eso no sucedería, debía ser fuerte, no por mi, por mi nonna, así que limpié mis lágrimas y con determinación fui hasta mi habitación para cambiarme e ir con ella, me necesitaba, tenía que saber que yo estaba bien y que no había nada de qué preocuparse. 

Valentino había dicho que la podría ver después de la boda, así que no tendría que haber ningún problema el que la fuera a verla ahora mismo. 

Me había sorprendido al ver que tenía todo lo que pudiera necesitar en mi habitación y la cantidad de ropa nueva que había en el armario era abismal, para todo tipo de ocasión, hasta había un teléfono nuevo y una tarjeta dorada. 

Ya arreglada con unos vaqueros negros, una blusa holgada y mis nike blancas, agarré el nuevo telefono y salí de la casa. 

Había pedido un Uber, así que llegaría pronto. 

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