Termine de ponerme el delineador en el ojo izquierdo, la conferencia de Arturo iba a hacer en una galería de arte, me decidí por un conjunto de blazer con solapa y pantalones a juego de olor menta y un top blanco debajo que dejaba ver mi firme abdomen, el cual tuve que trabajar muchísimo para que volviera hacer firme después del embarazo. De vez en cuando me gustaba lucirlo. Me senté en la cama para ponerme las botas a juego con el top. Me puse en pie e intenté peinarme el cabello, hacía un tiempo que no me lo cortaba y ya me llegaba más debajo de los hombros. No era una persona presumida, pero siempre he sabido que era guapa y que tenía buen cuerpo.
–Isa– mire a Julia, quien era mi ayudante en la casa.
–¿Sí?
–El señor Daniel ha llegado.
–Dile que bajo en 5 minutos.
–Perfecto– Me volví a mirar en el espejo, quería estar impecable. Estaba nerviosa por llegar allí con Daniel, más bien, por ver la impresión de Arturo al vernos llegar. Salí de mi habitación y lo vi parado en medio de la sala, llevaba traje azul oscuro y una camisa blanca debajo.
–Ya estoy– me miro de arriba abajo y levanto las cejas.
–Vaya– sonriendo me acerque a él.
–Lo mismo digo, señor Lopez de Haro–
–Dioses, hace tiempo nadie me llama así.
–Algún día serás el gran señor Lopez de Haro.
–Espero que no, ¿nos vamos? – asentí, tome mi cartera del sofá y salimos, me detuve de repente.
–¿Dónde está el Mustang? Quería manejar el Mustang. Que deshonor.
–Pensaba que no sería apropiado traer el Mustang si ibas a llevar a la pequeña princesa… por cierto, ¿Dónde está? – sonreí sin darme cuenta.
–¡Oh! – me abrió la puerta del SUV– gracias– espere a que se montara para responderle– Leia esta con Arturo. La veremos allá.
–Que bien, porque traje regalos para ella.
–¿Qué? ¿Y para mí no?
–No, tengo que ganarme a la hija antes de la madre– me dedico una sonrisa coqueta antes de poner el auto en marcha.
…
Había una exposición de fotografía llamada belleza como armonía, las obras eran de todo tipo de cuerpos, rostros, manos, cinturas a blanco y negro sobre lienzos. Daniel puso su mano en mi espalda baja y no la quito de allí en ningún momento, de vez en cuando se acercaba a mi oído y me susurraba algo fuera de lugar, pero que me hacía reír. Quien nos veía de lejos pensaría que sí éramos pareja. Pasamos por todas las salas viendo las fotografías.
–Mamá– nos dimos vuelta al escuchar la voz de mi hija–abuela, allá esta mamá– estaba en brazos de Lena. Nos encaminamos a su encuentro.
–Hola, preciosa– ella se soltó de los brazos de su abuela para lanzarse a los míos, la estreche con fuerza– mi bebe. Te amo– le susurre.
–También te amor, mamá– me bio un beso en la mejilla, salude a Helena con un beso.
–¿Cómo estas, Helena?
–Muy bien, después de ver a mi pequeña– ella le acaricio el cabello– espero las vacaciones de navidad con urgencia para poder pasar más tiempo. ¿Te iras a casa de la abuela?
–Síii– grito de emoción, Leia volvió a los brazos de su abuela.
–Helena, él es Daniel Lopez de Haro– lo tome del antebrazo.
–Buenas noches, señora…– se dieron la mano.
–Por favor, solo dime Lena. Isabel sigue llamándome Helena después de tantos años.
–Es por respecto– le respondí, aunque la conversación no fuera conmigo.
La voz de una mujer interrumpió nuestra conversación, nos pedía que pasáramos a la sala de conferencias. Leia se bajó de los brazos de Lena para caminar tomada de mi mano, miro fijamente a Daniel, como si intentara recordar de donde lo conocía, este le sonrío y le pidió su mano para que también la tomara, se mordió el labio, pero al final la acepto. Nos sentamos en la primera fila, allí nos encontramos a Laly y a Avril, luego salió Remy de detrás del escenario, vino en nuestra dirección y me saludo de un abrazo que no me lo esperaba. Le sonreí tan bien como pude. Después le presente a Daniel.
–No me dijiste que tu ex es Arturo Vittini– Daniel me susurro al odio, lo mire sin entender.
–¿Lo conoces?
–A él no, pero su prima y yo fuimos a la universidad juntos.
–No me digas que…– abrí la boca sorprendida.
–Sí, éramos novios, la única relación que he tenía y ella simplemente desapareció un día sin decir nada.
–Entonces, tu corazón lo rompió Karen Vittini– él asintió, sonreí con tristeza.
–¿Qué tienes esta familia?
–No tengo ni idea, pero somos un caso perdido. –nos callamos cuando una chica se paró en el escenario y nos dio la bienvenida.
–Buenas noches, estamos presente para escuchar una conferencia sobre la estética de parte de Arturo Vittini. Quien tiene una licenciatura en Filosofía, también cuenta con un Máster en Filosofía, política y economía, como estudios superiores en Letras y arte. Recibimos con un aplauso a nuestro invitado de honor– todos aplaudimos, él salió sonriendo, llevaba un traje casual negro, con una playera negra a juego. Si fuera otra persona se viera fuera de lugar, pero en él le quedaba perfecto. Se veía como el Arturo que conocía sin importar los títulos que tuviera.
–Se te cae la baba– pestañe mientras lentamente giraba la cabeza en dirección a mi acompañante. –¿Quieres un pañuelo? Ya sabes, para limpiarte la baba que te cae por la comisura de los labios– lo fulmine con la mirada.
–Cállate– lo golpee en el estómago, se tapó la boca para que no se viera que se estaba riendo. Volvimos a mirar al escenario.
–Buenas noches, gracias por estar aquí presente– ¿algún día no me dolerá verlo? Él se movía por el escenario tan confiado, no había duda de que ya no era el joven Arturo que dormía abrazado a mí, que me necesitaba para tomar decisiones. Eso era lo que más me dolía, el que no me necesitara, que si no tuviéramos a Leia ya no nos viéramos, no tuviéramos nada en común. – Alexander Gottlieb Baumgarten usaba la palabra estética como ciencia de los bello, Immanuel Kant por su parte, en su crítica del juicio, cita a la estética como la rama de la filosofía que estudia el origen del sentimiento puro y su manifestación, ¿Qué es el arte? –hizo una pausa, se metió la mano derecha en el bolsillo de su pantalón y recorrió con la mirada el público– Se puede decir que es la ciencia cuyo objeto primordial es la reflexión sobre los problemas del arte. –presento algunas imágenes en el proyector, sonriendo continúo hablando– Si la estética es la reflexión filosófica sobre el arte, uno de sus problemas será el valor que se contiene en el arte; y aunque un variado número de ciencias puedan ocuparse de la obra de arte, sólo la estética analiza filosóficamente los valores que en ella están contenidos. Junto al gran arte clásico griego, en los siglos V y IV a.C. se desarrolló una incipiente teoría del arte en cuya creación participaron también los artistas. Sus tratados transmitían conocimientos técnicos, experiencias prácticas y reflexiones generales sobre las reglas de la simetría, los cánones y los principios estéticos.
¨Existe una belleza objetiva y unas proporciones perfectas. Esa belleza objetiva consistía en números y medidas, pero la interpretación individual del artista contaba con su margen de libertad y las proporciones y escala humana fueron la mayor fuente de inspiración, la belleza del arte clásico deriva de la de la naturaleza y la clásica es una estética estática que prioriza el equilibrio y el reposo y atribuye más valor a la simplicidad que a la riqueza. Por eso nos referimos a la belleza clásica como espiritual y física, de forma y contenido, de unidad-alma cuerpo. – no lograba quitarle los ojos de encima, él tenía ese no sé qué que te atrapaba cuando hablaba de filosofía, verlo allí arriba siempre me llenaba de orgullo. –Y conciben la belleza como lo que produce placer por medio de la vista y el oído, definición que manifiesta su hedonismo y limita el concepto tradicional. Independizaron además la belleza estética de la moral, porque su definición no atañía a esta. –hablo por alrededor de 30 minutos sobre que era la bella y la estética, como los filósofos la definían y que era realmente, nos tenía a todos encantando con sus palabras y su desempeño sobre el escenario. –De la diversidad y variedad de la belleza, Protágoras concluyó que esta era relativa, pero Gorgias, retórico próximo a los sofistas, y después Sócrates concluyeron que algo era bello cuando correspondía a su fin, introduciendo la idea de conveniencia. Esta convicción va en contra del anterior universalismo griego sobre la belleza, porque lo que resulta bello para una cosa puede no serlo para otra. – cuando termino todos nos pusimos de pie para aplaudirle– muchas gracias por su atención. – salimos de sala con el murmullo de los presentes, al estar en la puerta miré sobre mi hombro, ¿Por qué lo hice? Grave error, Remy y él estaban abrazados, para luego alejarse y darse un caluroso beso. Ellos no eran muy propensos a manifestar su amor en público, pero era obvio que entre ellos saltaban las chispas, solo con las miradas que se daban una entendía que se amaban.
–Arturo dijo que iríamos todos a cenar– Lena estaba a mi lado, tocándome con cariño el brazo. Me sonrió cálidamente, ella sabía sobre mis obvios sentimientos a su hijo, nunca decía algo, pero siempre hacia gestos como aquel cuando ellos estaban juntos.
–Sí, no me informo a que restaurante iríamos.
–Tampoco me lo ha dicho a mí.
–Tendremos que esperar que salga– asentí, Daniel estaba a mi lado, poniendo su mano en mi espalda, su mirada me indico que el chico se acercaba a nosotros, sonrío, una sonrisa que le achino los ojos.
–Hola– todos los pelos de mi cuerpo se pusieron en movimiento, el corazón se me acelero al escuchar su voz tan cerca. Me gire para mirarlo.
–Hola– él vino a donde mí, me abrazo como era de costumbre.
–Gracias por venir.
–Fue un placer– levanto la mirada.
–Tú debes de ser el acompañante de Isabel–le tendió la mano al otro hombre, quien muy amable asintió y acepto su saludo.
–Un placer, Daniel.
–Igualmente, Arturo.
–Ha sido una conferencia muy… magnifica, se podría decir. Me ha encantado mucho– Daniel sabía cómo comportarse cuando quería.
–Gracias.
–Hay algunos temas que me gustaría tratar contigo luego.
–Yo encantado– era como si ya se conocían de antes– ¿Nos vamos?
–Sí, muero de hambre– Laly salió de la nada, estaba jugueteando con Leia y Avril.
–Sí, hice la reservación en nuestro restaurante del malecón.
–Excelente idea, cariño– Lena nos puso a todos en movimiento.
…
–Trajiste una silla de bebe– me sorprendí cuando abrí la puerta trasera del SUV de Daniel.
–Sí, era la sorpresa para la pequeña, no cabía en el auto. –sonreí por el acto, subí a Leia en la silla y la sujeté bien.
–Gracias por pensar en ella.
–No fue nada– cerré la puerta y entre por la del copiloto. Esperamos que todos estuvieran en sus respectivos autos para poner el coche en marcha.
–Esta va a hacer una cena bastante incomoda.
–Para nada, solo sígueme el juego–nos miramos un segundo y pico el ojo derecho.
Eso esperaba, porque los nervios y las ganas de llorar me estaban enloqueciendo.
Daniel–Señor, Daniel– me giré de inmediato y le sonreí a la chica detrás del mostrador.–¿Sí? – no recordaba su nombre con exactitud, solo que comenzaba con C.–Su padre lo espera en la fábrica– maldije para mis adentros.–¿Te dijo para qué? – negó con la cabeza, me acerqué a ella y puse la maseta de la orquídea sobre el mostrador. –¿Puedes hacerle llegar esto a la oficina de la señorita Isabel?–Por supuesto– me fije en la placa que colgaba de su chaqueta.–Gracias, Carmen– mire la planta una última vez antes de marcharme, quería ser yo que se la llevara, pero no podía aparecerme en la fabrica con ella. En vez de tomar el ascensor, camine por el pasillo hasta la puerta de la parte detrás de la empresa, que era hermo
–Gracias por ir a la cena– Daniel alejo la taza de café de sus labios para sonreírme.–No fue nada, es nuestro acuerdo. Hablando de eso…– se calló cuando sonaron unos golpes en la puerta de mi oficina.–Adelante– dije y me puse en pie al ver quien era.–Buenos días, Isabel– el señor David Lopez de Haro era imponente para su edad, tenía una voz profunda y pausada, como si hubiera pasado años ensañándola. – ¿Daniel? – miro a su hijo sorprendido, este continúo bebiéndose su café muy tranquilamente.–Padre– mi jefe camino hasta ponerse al lado de su hijo, se sentó muy despacio en la silla vacía, yo me volví a sentar sin saber que hacer.–Es la tercera vez que me te veo en una oficina en la misma semana y que no es por algo personal.&
–Isabel, yo… tú sabes que sí. No era mi intención que pasara esto al venir aquí. –Lo sé. – me gire para no mirarlo. Los hombros me temblaban y las lágrimas no dejaban de salir. –Lo siento. –Deja de disculparte. –No sé qué más hacer para que no estes así. –Podrías no casarte, volver aquí con nosotras. –¡Oh! – puso sus manos en mis hombros. –No digas nada– me di vuelta lentamente– podrías hacer algo por mí. –Cualquier cosa que te haga sentir mejor. –Bésame– él abrió mucho los ojos y dio pequeños pasos atrás. –Isabel. –Por favor–le rogué. –No puedo, no sería justo para ti, ni para mí, estaría engañando a Remy. –Solo un beso– él se volvió a acercar a mí y me abrazo, con fuerza contra su pecho. Me había rebajado a rogarle, estaba en ese punto de desesperación, iba a perderlo para siempre y no quería, me rehusaba a perderlo– ¿Por qué diablos tuve que dejarte ir? – me alejó de su pecho,
–¡Madre mía! – Daniel me miro de arriba abajo.–¿Qué? – lo deje pasar. –¿No es adecuado para ir a ver a tus padres?–No es adecuado para mi salud mental. En serio me estoy conteniendo, pero tú no lo pones fácil.–¡Dioses! – fui en buscar de mis cosas.–Es en serio. – lo empujé para que saliera de la casa y cerré la puerta. –Déjame disfrutar de a vista.–Eres un idiota. ¿Quieres que maneje yo?–Sí, por favor, no creo que tenga todos mis nerviosos en sus lugares.–¿Podrías ser menos dramático? – me paso las llaves de su SUV.–¿No vas a llevar a Leia? – me pregunto dentro del auto.–No, tenía que ir a buscar a casa de Arturo y lo que menos quería era verlo. Además, le dije que se po
Me sentí mal todo el resto del día por la forma en la que Daniel salió de mi oficina… bueno, de nuestra oficina. Cuando llegué a casa lo primero que hice fue abrazar a Leia contra mi pecho.–Mamá.–¿Qué quieres hacer esta noche?–¿Podemos jugar con mis muñecas?–Por su puesto– ella corrió hasta su habitación y volvió con los brazos llenos de juguetes, me quité la chaqueta y los zapatos para estar más cómoda, nos sentamos en el suelo de la sala, ella dio varios viajes para traer más juguetes. Armamos su casa de muñeca, y le cambiamos la ropa varias veces. Inventamos un juego de que éramos mejores amigas e íbamos a todos partes juntos. Nos arrastramos por el suelo riendo, mientras yo le hacía cosquillas.Mi celular sonó avisándome que tenía un nuevo mensaj
Me quede unos minutos más afuera, poniendo mis pensamientos en orden y esperando que se me fueran las ganas de llorar. Había sido nuestro adiós, de ahora en adelante no podía seguir viéndolo igual. Al ir a la habitación Daniel estaba recostado en mi cama, con las piernas cruzadas y los brazos detrás de su cabeza.–Hola– dijo, le dedique una sonrisa farsa. –¿Qué tanto te dijo?–Fue lo que no dijo– me di la vuelta y me quité los botones de mi casa. –¿Vas a quedarte?–¿Quieres que me quedé? –No me moleste en ocultarme al quitarme la ropa y envolver una toalla en mi cuerpo. Quería que se quedara, necesitaba distraerme de alguna forma, necesitaba el consuelo de los brazos de alguien.–Puedes quedarte– No espere su respuesta, fui al baño y me encerré allí dentro, oculte
El viaje fue silencioso y aburrido, estuvimos tres horas dentro del coche sin mucho que decirnos, Leia se durmió una gran parte, como era de costumbre cuando viajamos por carretera, tuvimos que detenernos en un restaurante para llevarla al baño, encontré a Daniel apoyado en su SUV de regreso al estacionamiento, bebiéndose un café de maquina en un vaso de papel, lo sostenía en su mano derecha.–Esta es la cosa más desagradable que he probado– escupió, me paso un vaso a mí y lo acepte. Él me pidió que lo dejara subir a Leia al asiento trasero. Ese día no traía cabeza para resistirme a nada, así que se lo permití, porque en el fondo, sin querer admitirlo, me gustaba verlo intentar que Leia lo quisiera. Él era el único hombre en mi vida con el que mi hija había tenido un tipo de relación, era una de mis reglas, no dejar que ella se encari&
–¿Por qué no me has presentado a tu madre? – Levante la cabeza para mirarlo, estábamos desayunando en el balcón de la habitación, la boda comenzaba en algunas horas, por lo que decidimos permanecer encerrados para no tener que socializar mucho.–¿Qué?–Eso, me presentaste con la familia de Arturo, a la cual he visto en dos ocasiones ya, pero ni has mencionado a tu madre. –Le puso queso crema a su tostada, me quede mirando todos sus movimientos, yo me relacionaba con bastante gente rica, aunque yo no lo fuera, gente con toda clase de modales, pero en mi vida había conocido a alguien que tuviera tantos modales como él. Era casi un pecado culposo verlo comer. –¿Qué? – me dijo antes de llevarse el pan a la boca.–Tienes unos modales impecables, siento que soy una torpe en comparación a ti a la hora de comer– se encogi&