Daniel
Me volví loco en cuanto mi celular no dejo de sonar, maldije, ¿Quién diablos había hecho esto? Espere unas horas para llamarla, quería estar sereno antes de hablar con ella, no recordaba quien era la chica con la que me estaba besándome en la foto, debí de estar muy borracho esa noche. Le escribí un mensaje que no me respondió, después otro y otro, la llame varias veces. Estaba enfadado, yo quería hablar con ella respecto a esto, leí los comentarios que dejaban, a la mitad de las chicas que dejaban esos mensajes ni las conocía, sus nombres no me resultaban familiares y hablaban de mí como si me conocieran.
Cancele la carrera de Motocross que estaba pautada para esa tarde y fui a su casa, esperaba que estuviera allí y que no se creyera esto, pero en cuanto mire sus ojos, supe que estaba jodido, lo que más me dolía era que no quería escucha
DanielOdiaba estar encerrado en casa, lo odiaba sobremanera, no poder moverme con toda la libertad que estaba acostumbrado desde hacía tantos años, los días se me iban del sofá a la cama y viceversa. Y lo peor de todo, era cuanto la extrañaba, estar en la cama me la recordaba a cada segundo, su olor estaba impregnado en las sabanas, en sus cosas en el baño, en la pequeña cantidad de ropa que había en la gaveta que le di, cerraba los ojos y recordaba las noches que pasamos juntos en mi cama, que se volvió nuestra, ya no sé qué hacer, siento que me asfixio dentro de la habitación, en la sala, en la cocina y comienzo a pasar las tardes sentado en el balcón, observando la profundidad del mar Caribe que puedo apreciar desde donde estoy sentado. Me pierdo el azul del mar y en lo profundo de mis pensamientos, en todo lo que debí de decirle, en todos esos sentimientos que tengo por
IsabelCuando el despertador sonó quise que el tiempo se detuviera en ese justo instante, no quería afrontar un nuevo día, no deseaba ir a la oficina y no verlo, aunque yo misma había solicitado esto. Lo extrañaba, malditamente que lo extrañaba como no había añorado a nadie en mi vida. Tomando una larga respiración, aparte todos esos pensamientos y me puse en pie. Oculte cualquier indicio de dolor de mi rostro con un buen maquillaje. Deje a la niña en la escuela y espere a que entrara a clase antes de irme, iba al trabajo y como una maquina trabajaba, cumplía con mis metas, al fin de mes los números estaban en verde y eso me dejaba una pequeña satisfacción.Así fueron mis días por un mes completo, despertar, lamentarme, dejar a Leia en la escuela, ir a trabajar, volver a casa, estar con la niña e irme a dormir imaginando que estaba envuelta en sus br
IsabelVolver a vivir con un hombre era complicado y exquisito a la vez. Despertar en brazos del otro, dormir en la misma posición, ponernos de acuerdo quien entra al baño primero, o si entramos los dos al mismo tiempo cuando duramos más tiempo de la cuenta en la cama, tener que ir haciéndole espacio en el closet, en el baño, tener la conversación de que lado de la cama le toca a cada uno, pero sin duda, mi parte favorita era la hora del desayuno, tener a alguien con quien hacer planes para el resto del día, que él se ofreciera a llevarme al trabajo dos días a la semana, dos días me tocaba a mi manejar y llevarlo a él y el día que quedaba cada uno nos íbamos por separado, pues después de trabajo Daniel practicaba futbol, en varias ocasiones me presente allí sin decirle nada, solo para verlo jugar, Leia insistía en ir conmigo pues su padre se unió a esas p
Isabel–Hola– al abrir lo ojos me tope con el angelical rostro de Remy, llevaba ojeras debajo de sus ojos y su cabello rojo que siempre estaba perfectamente peinado, lo llevaba en una coleta y varios mechones le caían por la cara. Me sentía rara, como con un vacío en el vientre y me dolía bastante.–¿Qué ha sucedido? – Remy respiro hondo antes de hablar.–Isabel, lamento tener que decirte esto– se paso la mano por el rostro y se puso los mechones detrás de las orejas– tuvieron que intervenirte de emergencia…–¿Qué? – quise sentarme, pero ella se puso en pie y con cuidado me puso las manos en los hombros y me hizo sentarme.–Estabas teniendo un aborto espontaneo… tu doctora dijo que vendría y que te explicaría todo, al parecer es debido a tus problemas de tiroides– aprete los ojos
IsabelHubiera preferido casarme en mejores condiciones, hacer esa enorme fiesta con la que tanto fantaseé de niña, aunque en este preciso momento eso importa un comido, porque me estaba casando con un hombre que me amaba locamente y estaba dispuesto a hacer todo por mí. Nuestra boda fue bastante sencilla, mi madre se encargo de todo y la celebramos en nuestro pateo trasero, los invitados no llegaban a 15, cosa que la volvió muy especial y aunque todo era precioso y perfecto, había algo mal en mí, ese vacío por la pérdida de nuestro bebe no me abandonada, la doctora dijo que iba a sentirme así por un tiempo, el nuevo tratamiento no ayudaba mucho a que me sintiera mejor, ella me aconsejo que lo hablara con Daniel, dijo en palabras textuales que era una perdida que no debía de soportar yo sola, que era adecuado contárselo y que juntos trabajáramos para superarlo. Yo quería contá
Me estaba secando el cabello con una toalla al entrar en la habitación y no encontrarlo allí. Fruncí el ceño, dejé la toalla humedad en el perchero y sin molestarme en secarme fui en su búsqueda. Hacía casi tres años que nos habíamos conocido, quien me iba a decir que aquel hombre que me cuido mientras me emborrachaba en nombre de Arturo, se iba a convertir en el compañero de mi vida. No lo encontré en la cocina ni en la sala, mire en el patio y tampoco estaba, era consciente que, estaba mojando el piso, pero no me importaba, ya se secaría solo.Me asomé al estudio y lo encontré en su escritorio, tecleando a toda prisa, cuando se concentraba la punta de su lengua se asomaba por entre sus labios y solía morderse el labio. No se dio cuenta de mi presencia, no hasta que entre por completo.–Sí hubiera sabido que te ibas a convertir en un obseso con el tr
Estaba perdidamente enamorada de un hombre que no me amaba de esa manera, tal vez él algún momento pensó que lo hacía, yo me engañaba imaginando que íbamos a estar juntos para siempre, con el tiempo me di cuenta de que mientras más intentábamos permanecer como pareja, más daño nos hacíamos. Éramos infelices. Tampoco puedo negar que los años que vivimos juntos fueron malos, porque yo ame cada uno de los momentos que tuvimos juntos, de que yo fuera la primera mujer en su vida y toda la confianza que me tenía. Al fin y al cabo, ya éramos familia, trajimos una vida a este mundo y los dos acordamos hacer lo mejor posible para que nuestra Leia fuera feliz, tuviera lo que yo no tuve. Un padre y una familia funcionar. Mi mamá era la mejor del mundo, puede que todos los hijos digan eso de sus madres, pero para mí, la mía era una supermamá. Trabajo tanto para que a mí no me faltara nada, me enseño todo lo que sabía y a trabajar por lo que quería, ganarme el respecto de los demás
Vomitar por estar ebria era horrible, pero vomitar y que un extraño te este sosteniendo el cabello era vergonzoso y horripilante. Pase casi dos horas arrodillada en el piso de mi baño, con el hombre que me trajo a casa cuidando de mí. Cada vez que creía que se había acabado, que podía ponerme en pie, los vómitos aparecían otra vez. Entre vomitada y vomitada balbuceaba palabras que ni yo misma entendía.–Para que una mujer como tú se embriague de esta manera, tiene que existir una razón muy turbia –me paso un vaso con agua, le agradecí y me lo lleve a los labios, enjuagando mi boca para después escupirlo.–Créeme… la hay– dije después de tener mi boca limpia.–¿Puedes pararte?–Eso creo– me puso las manos en la cintura.–A las tres– asentí– uno, dos y tres– me