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Capítulo 6

Daniel 

–Señor, Daniel– me giré de inmediato y le sonreí a la chica detrás del mostrador. 

–¿Sí? – no recordaba su nombre con exactitud, solo que comenzaba con C. 

–Su padre lo espera en la fábrica– maldije para mis adentros. 

–¿Te dijo para qué? – negó con la cabeza, me acerqué a ella y puse la maseta de la orquídea sobre el mostrador. –¿Puedes hacerle llegar esto a la oficina de la señorita Isabel? 

–Por supuesto– me fije en la placa que colgaba de su chaqueta. 

–Gracias, Carmen– mire la planta una última vez antes de marcharme, quería ser yo que se la llevara, pero no podía aparecerme en la fabrica con ella. En vez de tomar el ascensor, camine por el pasillo hasta la puerta de la parte detrás de la empresa, que era hermosa, de varias plantas, con enormes arboles que proyectaban la perfecta sombra para que los trabajadores tomaran su ratos libres por las tardes sentados en lo bancos, pase por el comedor común y seguí caminado unos cinco minutos más, antes de entrar me recibió el encargado de la planta principal, me entrego el equipo para poder acceder a la fabrica y me los fui poniendo mientras entraba. Distinguí a mi padre a unos metros de distancia hablando con algunos de los trabajadores, a él le gustaba pasarse de vez en cuando por allí. Hacer visitas sorpresas para ver la producción de nuestros productos, yo en teoría me crie en aquella fabrica, venia muy seguido con mi abuelo, a quien le gustaba pasarse más tiempo entre estas paredes que en su propia oficina, le encantaba ver el proceso completo de la elaboración del ron. –Buenos días– dije, saludé con un firme apretón de mano a todos los presentes. 

–Hijo– dijo cortante– te estaba esperando, esta a punto de terminarse la producción de nuestro nuevo producto y como tú fuiste que diseñaste y te encargaste de todo quería que estuvieras aquí– me encogí de hombro, sí, estaba orgulloso del último trabajo que realice, pero me mostré córtate con él. 

–Gracias por tomarme en cuenta– me dio unas palmaditas en la espalda y sonrío. Nos quedamos bastante tiempo allí, yo solo podía mirar mi reloj, contando los minutos para salir de allí y poder ir a verla. Había estado haciendo eso desde la noche anterior cuando la deje en su casa junto con su hija. 

–¿Tienes prisa? – levante la mirada y mire a mi padre. 

–No, solo que…– el encargado nos llamó y agradecí muchísimo su interrupción. 

–Ya esta listo. 

–Bien, allá vamos, entonces– mi padre dio unos cuantos aplausos y se encamino hasta las escaleras, lo seguí dejando salir el aire lentamente, no iba a salir de aquel lugar en un buen rato. Desde la segunda planta podíamos observa el proceso de conservar el ron, utilizando barricas de roble, donde anteriormente se conservaban una mezcla de bourbon americano, a esto le íbamos a añadir el clima perfecto del país, pues se construye unas nuevas instalaciones donde las barricas estarían expuestas al sol para acelerar el proceso de envejecimiento. Estaba orgulloso de aquel producto, pues era en honor a mi abuelo y todo lo que me enseño durante mi adolescencia. Ahora solo faltaba el diseño de la botella la cual llevaba en proceso un tiempo, pero ninguna terminaba por gustarme y todo el proceso del marketing, pero eso vendría a su tiempo, ya que este ron no saldría al mercado hasta dentro de tres años, dependiendo del proceso. 

Pasamos toda la mañana viendo que todo quedara perfecto, hasta que estuvo listo para salir de la fabrica y que lo trasladaran a las nuevas instalaciones, en realidad, le preste muy copa atención a todo, sabía que debía de prestar atención y estar más feliz por esto, porque era mi proyecto, mi bebe por así decirlo, no es que no estuviera eufórico, solo que en mi mente vivía una cosa, una persona para ser exacto. Y, quería verla, sentarme a hablar con ella mientras tomábamos café, molestarla un poco, invitarla a cenar y rezar para que aceptara. 

Me disculpé y salí a tomar el aire, el olor allí abajo era demasiado para respirarlo por tanto tiempo seguido, por lo que, le dábamos horarios bastantes flexibles a nuestros empleados. Me saque el celular del bolsillo interior de la chaqueta azul marino y busque rápidamente su contacto, no dude ni un solo segundo, respondió en el tercer tono. 

–Hola– escuchar su voz del otro lado de la línea me saco una sonrisa. Hombre, concéntrate. 

–Hola– le respondí– ¿Qué tal? ¿Te gusto la orquídea? – se escucho un sonido del otro lado de la línea, como si algo se cayera y se rompiea. 

–¡Madre mía! Leia Valentina Vittini, ven acá ahora mismo– sonreí, escucharla mientras ponía su voz de madre me calentó todo el cuerpo. –Disculpa, la niña ha roto un florero en casa de mi madre. ¿Qué me decías? 

–Compra otro– le dije, ella se rio del otro lado. 

–Creo que tengo que poner una fábrica, es el cuarto del año que rompe en casa de mi madre. 

–Ya sabes lo que tienes que hacer, entonces– intente no reírme, pero me fue inútil. 

–Tendría que cerrar el bar– nos quedamos en silencio unos segundos. –Estabas diciéndome algo. 

–¡Ah, sí! Te preguntaba si te gusto la orquídea. 

–Sí, esta muy linda, muchas gracias. La he dejado en la oficina, lejos de las pequeñas manos de Leia. 

–Muy astuta. Me alegra que te haya gustado, aunque debería de hacerte un regalo yo a ti. 

–¿Y eso por qué? – mire al cielo, estaba a punto de empezar a llover. 

–Por agradecerte por lo de anoche, gracias. 

–Es parte de nuestro acuerdo, ¿no? – espere por su repuesta. 

–Sí, así es. –se volvió a escuchar ruido del otro lado de la línea, y ella llamando a su hija con aquella voz autoritaria, podía imaginarme como serian sus… termine esos pensamientos a tiempo, tragando con dificultad volví a mirar al cielo, una gota de agua me cayo en la frente y me la limpie. –Tengo que dejarte, nos vemos en la oficina. 

–Por supuesto, que tengas feliz resto del día– me colgó antes de volver a decir algo más. Me quede mirando el celular hasta que la lluvia empezó a caer. 

No me apetecía ir a casa, estar allí me iba a hacer pensar en muchísimas cosas, por lo que, me fui de pesca, necesitaba una distracción con urgencia y la encontré con facilidad. La chica del otro lado de la barra me miraba mientras intentaba disimular, me puse en pie y fui hasta ella, para invitarle un trago y después de media hora hablando, nos metimos en mi coche. Era hermosa, con su cabello negro y sus ojos claros, tenía unos labios carnosos, de figura esbelta, con un trasero para que cualquier hombre se moriría, pero mientras la besaba y le metía la mano bajo el vestido solo pensaba en una cosa, en una cosa no, hombre. En otra mujer, lo que hizo todo el proceso muchísimo más difícil, pues, todo su trabajo no dio efecto, no logre excitarme del todo. Aunque si logre que ella alcanzara un delicioso orgasmo con mi boca. Me ofrecí a llevarla a su casa y hasta me invito a pasar, pero me escuse con que al otro día iba a levantarme temprano, le pedí su número de teléfono, que tal vez, nunca use. A las mujeres les encantaba que yo le pidiera su contacto, pensaban que las llamaria luego. 

Al llegar a casa, tuve que resolver mi problemita por mi cuenta, debajo de la ducha, en la cama. Solo tenía que cerrar los ojos y veía aquellos ojos tan intrigantes, que solían cambiarle de color, la curva de su cintura, sus largas y esbeltas piernas. Estaba jodido en muchos sentidos. 

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