Me sentí mal todo el resto del día por la forma en la que Daniel salió de mi oficina… bueno, de nuestra oficina. Cuando llegué a casa lo primero que hice fue abrazar a Leia contra mi pecho.
–Mamá.
–¿Qué quieres hacer esta noche?
–¿Podemos jugar con mis muñecas?
–Por su puesto– ella corrió hasta su habitación y volvió con los brazos llenos de juguetes, me quité la chaqueta y los zapatos para estar más cómoda, nos sentamos en el suelo de la sala, ella dio varios viajes para traer más juguetes. Armamos su casa de muñeca, y le cambiamos la ropa varias veces. Inventamos un juego de que éramos mejores amigas e íbamos a todos partes juntos. Nos arrastramos por el suelo riendo, mientras yo le hacía cosquillas.
Mi celular sonó avisándome que tenía un nuevo mensaj
Me quede unos minutos más afuera, poniendo mis pensamientos en orden y esperando que se me fueran las ganas de llorar. Había sido nuestro adiós, de ahora en adelante no podía seguir viéndolo igual. Al ir a la habitación Daniel estaba recostado en mi cama, con las piernas cruzadas y los brazos detrás de su cabeza.–Hola– dijo, le dedique una sonrisa farsa. –¿Qué tanto te dijo?–Fue lo que no dijo– me di la vuelta y me quité los botones de mi casa. –¿Vas a quedarte?–¿Quieres que me quedé? –No me moleste en ocultarme al quitarme la ropa y envolver una toalla en mi cuerpo. Quería que se quedara, necesitaba distraerme de alguna forma, necesitaba el consuelo de los brazos de alguien.–Puedes quedarte– No espere su respuesta, fui al baño y me encerré allí dentro, oculte
El viaje fue silencioso y aburrido, estuvimos tres horas dentro del coche sin mucho que decirnos, Leia se durmió una gran parte, como era de costumbre cuando viajamos por carretera, tuvimos que detenernos en un restaurante para llevarla al baño, encontré a Daniel apoyado en su SUV de regreso al estacionamiento, bebiéndose un café de maquina en un vaso de papel, lo sostenía en su mano derecha.–Esta es la cosa más desagradable que he probado– escupió, me paso un vaso a mí y lo acepte. Él me pidió que lo dejara subir a Leia al asiento trasero. Ese día no traía cabeza para resistirme a nada, así que se lo permití, porque en el fondo, sin querer admitirlo, me gustaba verlo intentar que Leia lo quisiera. Él era el único hombre en mi vida con el que mi hija había tenido un tipo de relación, era una de mis reglas, no dejar que ella se encari&
–¿Por qué no me has presentado a tu madre? – Levante la cabeza para mirarlo, estábamos desayunando en el balcón de la habitación, la boda comenzaba en algunas horas, por lo que decidimos permanecer encerrados para no tener que socializar mucho.–¿Qué?–Eso, me presentaste con la familia de Arturo, a la cual he visto en dos ocasiones ya, pero ni has mencionado a tu madre. –Le puso queso crema a su tostada, me quede mirando todos sus movimientos, yo me relacionaba con bastante gente rica, aunque yo no lo fuera, gente con toda clase de modales, pero en mi vida había conocido a alguien que tuviera tantos modales como él. Era casi un pecado culposo verlo comer. –¿Qué? – me dijo antes de llevarse el pan a la boca.–Tienes unos modales impecables, siento que soy una torpe en comparación a ti a la hora de comer– se encogi&
DanielTodavía nos faltaba la respiración, estaba sudados y agitados. Y yo, no quería dejarla ir tan rápido, no sabía cómo sentirme después de esto, estaba bastante claro que me había enamorado antes, varias veces, pero nada me preparo para sentirme así, necesitaba volver a tenerla en mis brazos. La ayude a ponerse el vestido y cuando se giró la sostuve por la cintura y la bese. Sus labios eran cálidos y amables. Sonriendo aleje mis labios de los de ella, nos miramos a los ojos unos segundos.–Bueno– susurro y eso me hizo reír todavía más.–No tenemos que volver a la boda si no quieres– se pasó la lengua por el labio superior y ese acto no fue ignorado por algunas partes de mi cuerpo. –Lo que sí, es que tenemos que salir de aquí– se echó a reír a carcajadas. Aquel sonido me hizo sentir en p
DanielHabían pasado algunos días desde la boda y yo no entendía como sentirme al respecto, por todo lo que paso ese fin de semana, el reencuentro con Karen, como las cosas se intensificaron entre Isabel y yo, de lo que sí estaba seguro era que me encantaba estar con ella de esta forma, no podía dejar de pensar en ella ni un solo minuto, deseaba estar a su lado todas las horas del día y cuando no lo estaba experimentaba una clase diferente de sentimientos que comenzaron a asustarme. Por lo que, decidí tomarme unos días libres, ser yo otra vez, hacer cosas que antes de conocerla eran habituales en mí. Fui a prácticas de Futbol con mis amigos, lo cual hacía dos días a la semana, me quede trabajando en casa mientras escuchaba música de Bryan Adams a todo volumen, intentando pensar en otras cosas, pero al tercer día de no ir a la oficina me desespere y me presente como quien no quiere
–Creo que no es prudente que te quedes a dormir tanto– Daniel estaba tocándome la piel desnuda de mi hombro, me miro por encima de sus pestañas.–¿Eso quieres? – murmuro, no había nada en su voz que me dijera que estaba enojado.–Eso lo que sé, la niña puede acostumbrarse mucho a tenerte aquí.–¿Eso un problema eso? – rayos, no era ningún problema para mí, todo lo contrario, adoraba que se quedara a dormir, me hacía sentir bien dormir entre sus brazos y despertar en la misma posición. Él seguía tocándome, haciendo que mis pensamientos divagaran, mientras me tocaba no podía llegar a formular una oración coherente.–Puede, ya hablamos de esto– le dije.–Yo hago lo que tú me digas– solo habían pasado una semana desde la boda de Arturo,
Habían pasado casi dos semanas, 10 días intensos donde Daniel y yo no podíamos quitarnos la mano de encima, apenas sí era posible estar solos en la oficina y hacer que él se comportara. Era casi imposible hacer que se fuera a su casa por las noches, en el fondo, me gustaba que estuviera por allí, ayudando a Leia a hacer su tarea o dejando que ella se suba a su espalda y llevarla por la casa sobre sus hombros. Que hablaran sobre los dibujos animados como si fueran personas reales. En ningún momento pregunto dónde estaban las fotos y los libros o por qué los había quitado, el no tener que dar explicaciones me daba cierto nivel de paz. Las palabras de mi amiga me perseguían cada vez que estaba en su presencia, la forma en la que ella se expreso de él, las cosas que dijo, la manera en la que las dijo.Dos días atrás tuvimos el almuerzo con Helena y el padre de Daniel, donde nosot
Daniel estaba tarareando una canción cuando salió de la ducha, desde la cama lo veía moverse de un lado para otro, buscando ropa interior en sus cajones. La canción me sonaba muy familiar, aunque no lograba recordar cual era.–¿Qué haces? – le dije, él me miro a través del espejo.–Buscando algo que ponerme– se encogió de hombros.–No, eso que haces con la boca… ese sonido– él chasqueo a lengua mientras se ponía ropa interior.–Tararear una canción con la que me desperté en la cabeza hoy.–¿Por qué? – él se giró, parecía confundido.–No lo sé– dijo con sarcasmo, intentando ocultar una sonrisa.–¿Podemos quedarnos en la cama el día entero?–Vamos a desayunar con mi hermana&nd