Daniel
Habían pasado algunos días desde la boda y yo no entendía como sentirme al respecto, por todo lo que paso ese fin de semana, el reencuentro con Karen, como las cosas se intensificaron entre Isabel y yo, de lo que sí estaba seguro era que me encantaba estar con ella de esta forma, no podía dejar de pensar en ella ni un solo minuto, deseaba estar a su lado todas las horas del día y cuando no lo estaba experimentaba una clase diferente de sentimientos que comenzaron a asustarme. Por lo que, decidí tomarme unos días libres, ser yo otra vez, hacer cosas que antes de conocerla eran habituales en mí. Fui a prácticas de Futbol con mis amigos, lo cual hacía dos días a la semana, me quede trabajando en casa mientras escuchaba música de Bryan Adams a todo volumen, intentando pensar en otras cosas, pero al tercer día de no ir a la oficina me desespere y me presente como quien no quiere–Creo que no es prudente que te quedes a dormir tanto– Daniel estaba tocándome la piel desnuda de mi hombro, me miro por encima de sus pestañas.–¿Eso quieres? – murmuro, no había nada en su voz que me dijera que estaba enojado.–Eso lo que sé, la niña puede acostumbrarse mucho a tenerte aquí.–¿Eso un problema eso? – rayos, no era ningún problema para mí, todo lo contrario, adoraba que se quedara a dormir, me hacía sentir bien dormir entre sus brazos y despertar en la misma posición. Él seguía tocándome, haciendo que mis pensamientos divagaran, mientras me tocaba no podía llegar a formular una oración coherente.–Puede, ya hablamos de esto– le dije.–Yo hago lo que tú me digas– solo habían pasado una semana desde la boda de Arturo,
Habían pasado casi dos semanas, 10 días intensos donde Daniel y yo no podíamos quitarnos la mano de encima, apenas sí era posible estar solos en la oficina y hacer que él se comportara. Era casi imposible hacer que se fuera a su casa por las noches, en el fondo, me gustaba que estuviera por allí, ayudando a Leia a hacer su tarea o dejando que ella se suba a su espalda y llevarla por la casa sobre sus hombros. Que hablaran sobre los dibujos animados como si fueran personas reales. En ningún momento pregunto dónde estaban las fotos y los libros o por qué los había quitado, el no tener que dar explicaciones me daba cierto nivel de paz. Las palabras de mi amiga me perseguían cada vez que estaba en su presencia, la forma en la que ella se expreso de él, las cosas que dijo, la manera en la que las dijo.Dos días atrás tuvimos el almuerzo con Helena y el padre de Daniel, donde nosot
Daniel estaba tarareando una canción cuando salió de la ducha, desde la cama lo veía moverse de un lado para otro, buscando ropa interior en sus cajones. La canción me sonaba muy familiar, aunque no lograba recordar cual era.–¿Qué haces? – le dije, él me miro a través del espejo.–Buscando algo que ponerme– se encogió de hombros.–No, eso que haces con la boca… ese sonido– él chasqueo a lengua mientras se ponía ropa interior.–Tararear una canción con la que me desperté en la cabeza hoy.–¿Por qué? – él se giró, parecía confundido.–No lo sé– dijo con sarcasmo, intentando ocultar una sonrisa.–¿Podemos quedarnos en la cama el día entero?–Vamos a desayunar con mi hermana&nd
Sostuve la pequeña mano de mi niña toda la noche, sin poder conciliar el sueño, solo me quede sentada sobre el regazo de Daniel, quien me abrazo y consoló toda la noche, dejándome besos en el cabello, me puso su chaqueta sobre los hombros e intento que yo me durmiera, pero fue imposible, la mire dormir toda la noche. A medianoche volvió a sangrar por la nariz y tuve que llamar a una enfermera.–Puedes cerrar los ojos unos minutos y descansar. Yo me quedare despierto y vere que nada malo pase– negué con la cabeza.–No puedo. – llore gran parte de la noche en su hombro, estábamos sentados en un sofá color marrón oscuro. No se quejó en ningún momento y tampoco se durmió.A primera hora de la mañana la enfermera volvió a ver como había terminado de pasar la noche, Daniel se puso en pie llevándome en brazos como si
El día de noche buena viajamos Daniel, mi madre, Leia y yo en su coche, tuve que ir detrás porque a la niña le entro una mamitis aguada a medio viaje y la lleve cargada lo que nos quedó de carretera. Él no nos dijo donde íbamos a quedarnos hasta estaciono el auto en la entrada de una cabaña en medio de la nada.–La rente por varios días, por si quieres quedarte– me dijo cuando estuvimos dentro. No era tan grande como se veía por fuera, pero tenía un balcón con unas vistas de las montañas de en sueño.–Quiero quedarme a vivir aquí– mi mamá se paseó por todo el lugar, abriendo ventanas para que, segundo ella, el aire ventilara. Leia le dio la bienvenida correteando por toda la cabaña hasta que se cansó y le pidió a su abuela que la cargara.Teníamos bastante tiempo antes de ir a cenar a casa de los Vitt
–Hacía un buen tiempo que no entraba aquí– pasee por el estudio de Alejandro. –No ha cambiado nada– tome unos documentos que estaban sobre el escritorio. Arturo estaba apoyado en el brazo de uno de los muebles.–Sí, mamá lo ha mantenido todo igual–lo mire sobre mi hombro, había pasado tanto tiempo de aquel día que nos presentamos. Sonreí. –¿Qué?–Nada… solo que estaba recordando el día que nos vimos por primera vez aquí. – se le puso la cara colorada. Se paso la mano por el cabello nervioso.–Un momento incomodo.–Para ti.–Para mí– deje los papeles donde estaban y me acerque a él, en el camino saque el dibujo que Daniel me había entregado hace unas horas– quería que habláramos de esto– se lo pase, nuestras manos se rozaron
DanielNo me había dado cuenta de que Isabel se retiró, la busqué con la mirada, pero no la encontré, solo estábamos Arturo y yo, y era, realmente extraño esta situación, estar aquí sentados manteniendo una conversación sobre música, arte y filosofía, se sentía normal, como si nos conociéramos de toda la vida. Como si fuéramos amigos desde siempre.–Mi padre me influencio muchísimo– dijo después de uno segundos. –sobre casi todo, con los libros, la música, la filosofía, él nunca lo admitió, pero sé que defendía bastante a Marx, le gustaba mucho sus ideologías, pero que al mismo tiempo lo hacían dudar de todo.–Yo creo que ese es el papel principal de la filosofía.–Lo mismo pienso y lo que les enseño a mis alumnos, a dudar de todo.
Después de las vacaciones, que se fueron en un abrir y cerrar de ojos, Arturo y yo asistimos el primer día de regreso a clases de nuestra hija, al llegar con su maestra le contamos lo sucedido y ella nos organizó una reunión con la directora y la psicóloga.–Hasta ahora no he notado ningún comportamiento agresivo por ninguno de los estudiantes del salón, todo lo contrario, todos se llevan bastante bien– confeso la profesora.–Puede que sea alguien de otro salón– Arturo parecía bastante molesto– por eso no se ha dado cuenta– ella asintió.–Si ese es el caso– todos miramos a la directora– estaremos vigilando los niños fuera del aula.–Perfecto.–Le asignare unas consultas a Leia esta semana para llegar al fondo de esto– todos estuvimos de acuerdo, la psicóloga llego a un acuerd