LA SUBLIME PUERTASolomon, acompañado de su hermano sobrino David, se presenta ante el sultán en el palacio. Ha de obtener el médico hebreo la aprobación del monarca para que l joven aprendiz pueda acceder a la presencia del príncipe de los creyentes sin la necesidad de ser siempre escoltado por él. Su padre que también cuida de la salud del gran turco, se halla fuera de Estambul, y traerá consigo especias y medicamentos de la vieja Jerusalén a la que ha peregrinado para rendir culto en ella a su Dios Yaveh. En ella visitará a sus parientes, que emigraron de Francia, cuando se les hizo imposible quedar en tierras de gentiles. En la ladera del monta Moria tienen una casa los Bejhat, y a ella acuden quienes desean conocer las artes de la medicina, y los conocimientos de la Torá. En ausencia de este Solomon, se hace cargo de la familia como patriarca, y decide en consecuencia qué se debe y qué no hacer.Selim que observa cada agesto del joven Bejhat, desciende del estrado en el que se al
CONSEJO DE GUERRAEn el enorme salón que se abre al jardín interior y se alza sobre el muro que delimita el harén de las estancias reales, una mesa reina en el centro cubierta por entero de mapas y documentos. Es la mesa en la que se disponen las estrategias de guerra del sultán. Por primera vez un infiel es considerado digno de penetrar en ella, y de dar su opinión respecto de los avances y técnicas de batalla del gran Turco. Felipe de Leizo e Isabel de Pechuán que se oculta tras l personalidad de don Alonso de Pechuán,ante los ojos atónitos de Marcos de Amaya y Ramiro de Santoñán que aprenden asía que no es la madurez, la que experiencia da, sino el bien asimilar las experiencias pasadas, trazan líneas de batalla y estrategias desconocidas hasta entonces por los orientales.-Hemos de crear una sensación de que poseemos más tropas de las que en realidad tenemos. Aumentar la potencia de fuego de los regimientos, y unificarlos. Un buen general, concentra todas sus fuerzas contra un ene
ISABEL DE SEFARADUn viento árido se abate sobre la España del renacimiento, en la que se está dotando de identidad propia, y los vientos de la intolerancia, harán que se divida entre mente y corazón, quedando así hasta que una brisa sople desde el este, barriéndola de una vez para siempre.En la torre del espolón del castillo de “La Concepción”, los ojos tristes de una doncella, miran al mar que se traga a su joven enamorado, dejándola tan sola…tan sola…Sus cabellos rubios flotan agitados por el viento cálido que se levanta por las tardes, arrastrando arena proveniente de los riscos que jalonan la fortaleza. Como la representación sorda de un sentimiento no comprendido, su corazón late de forma acelerada, y su mente cavila como reunirse con el, aunque eso le cueste la cordura a su padre, don Rodrigo de Pechuán, noble descendiente del hidalgo que cabalgó a las órdenes del rey don Jaime I el conquistador, arrogándose los méritos propios de un guerrero. Que alcanzó el título de conde,
LAS NAVES DE LA DIASPORALas velas de los navíos que transportan hacinados a los judíos sefarditas, en las bodegas en las cubiertas, y hasta en las bordas, se hinchan con el viento de poniente. Surcan en cuarenta y una carracas y trece galeras, que manda el Sultán Bayaceto II, fletadas para tal fin, las aguas del mar que conduce a Estambul. Lejos les siguen cuarenta y siete galeras de Castilla, y trece de Aragón, más como prevención que como escolta. El cielo está parcialmente cubierto de nubes, que anuncian buenos vientos, y los marineros se afanan en sus labores, a pesar de los quejidos de los barcos, que crujen de viejos. Desde unos se saludan y felicitan los más jóvenes, mientras los más ancianos, se acurrucan en un rincón, llorando el destierro injusto a que los someten los reyes de su patria. Pronto verán los inexpertos, hijos de Abraham, como se les trata en Torgarmáh, y que nada si no extraños serán allí. Echarán de menos los colores de Andalucía, los olivos salpicando el pais
ENTRENAMIENTO DE CABALLERODurante los siguientes días aprovecha doña Isabel de Pechuán, para aprender a sostener una espada en alto, y hendir el aire con ella, golpeando trozos de madera que no sienten el toque de su acero bien templado. El viento se ríe de su afán y el sol recalienta su piel que suda por vez primera bajo la cota de malla que le cubre, causándole rozaduras que le atormentan el cuerpo.-Alzad el brazo, que no el antebrazo, y echadlo hacia atrás con la espada misma, para dejarlo caer sobre quien deseéis atacar. Que así romperéis la defensa de cualquier escudo, y quebraréis su resistencia. Y si no os son suficientes dos golpes, repetid hasta que lo consigáis. ¡Vamos!¡alzad y dejad caer, alzad y dejad caer todo vuestro poder.Se retrasa la galera de don Felipe de Leizo, que cumple con una nueva ruta, aun más larga y tardará en atracar en la ensenada en la que ha de embarcarla a ella y a su aya, y a al sacerdote, que en su testarudez, insiste en seguirles allí a donde vay
LA GALERA DE FELIPE DE LEIZOLa galera amarra en los postes de madera del puerto y los remos se almacenan en su interior, como brazos que se guarecen del frío. Las maderas crujen agradecidas y toda la quilla parece enroscarse en sí misma para dejarse mecer. Los estandartes se enrollan y se pliegan en las jarcias, y una hilera de triste aspecto sale de la nave. Son los piratas berberiscos que serán en el mejor d los casos canjeados por los cristianos raptados por sus correligionarios. Amarrados por cuello y muñecas avanzan penosamente hasta pararse a una voz autoritaria en medio de la playa que otrora saquearan y cubriesen de sangre fiel. Soldados cansados de la lucha les escoltan a cada lado, y tras ellos viene don Felipe de Leizo, que luce al cinto espada larga y ropajes lujosos de noble de Castilla. El señor don Rodrigo le abraza como se hace con amigo fiel, que es él quien del peligro le libra para vivir adorando en paz, y no es en vano.-Sed bienvenido amigo mío, que veo venís tri
RUMBO A SICILIA La galera se hunde en el Mediterráneo para siempre, y la de Leizo prosigue su curso a salvo de la primera amenaza. Las dos velas se despliegan y el viento agradecido empuja la galera que ayudada de los remos, surca el mare nostrum en busca de un hebreo que la reina de los dos reinos, expulsara de Sefarad. La meta siguiente es la isla de Sicilia que se halla bajo la corona del rey don Fernando.Sin más incidentes dignos de mención, la galera de don Felipe de Leizo, atraca en puerto de Sicilia sin estorbo, y desembarcan los heridos acompañados de un escuadrón de soldados que buscan la protección de su señor en aquellas tierras, y reponer así sus provisiones y el agua potable, que necesitarán para la travesía que han de emprender. La galera queda en el puerto y se concentran los curiosos para ver en qué se pueden beneficiar sus faltriqueras. Las calles estrechas y sombrías, apenas iluminadas por el sol que radiante se derrama en sus plazas a él abiertas, les conducen h
TRES VELAS CONTRA EL TURCO Tres velas parten dejando al gobernador satisfecho, perdiéndose en la lejanía, como figura de belén que no tiene más importancia que aquella que se le da. Los remos baten el agua, como armas finas, que en él penetran a modo de fintas de espada, para castigar al infiel. Calma chicha, y vientos favorables se suceden, para dejar en medio de las aguas azuladas y frías, que dejan que se deslicen como delfines sus naves, surcándolas con amante suavidad. Que mandan las otras dos naves el hijo del gobernador don Martín de Santoñán, Ramiro de Santoñán,y el hijo segundón de don Marcos de Amaya,que ostenta el nombre de su padre, que busca su lugar en el mundo a base de espada y sangre, que con ellas ha de halar el botín de un feudo, por el rey concedido, a aquellos que bien le sirven. En la proa dirigen a quienes a sus órdenes van, y los cañones que apuntan a delante, como anunciando el objetivo, lucen de negro, que así no se les ve, antes de la muerte servir en bande