LA SUBLIME PUERTACon las dos mujeres a caballo y cambiando lo menos posible, que sabe Leizo de lo exhaustas que se hallan ambas, dan comienzo a la caminata que les llevará a las inmediaciones de Estambul. Allí conocerán su destino, que han de ser contratados si todo anda bien, como hijos de la espada, y así introducirse en el ejército del sultán. Han de conocer que son musulmanes de lejos venidos, y de armas expertos, para de esta manera no tener problemas. El camino tortuoso y el sol abrasador les terminó de agotar, y se dejaron caer a la sombra de un escuálido árbol a las afueras de la ciudad amurallada de Estambul .Ante ellos las torres reconstruidas de los bizantinos cuadradas y altas sujetas por muros dobles de ladrillo rojo, se lazaban orgullosas de sus nuevos amos. Los otomanos le habían devuelto el esplendor a la decadente ciudad bizantina y la había encumbrado a capital del imperio, dignificándola.Erguidos y haciendo acopio de sus últimas fuerzas entraron por la puerta de
EL MEDICO DEL SULTANPor la puerta del palacio entra una exigua comitiva guiada por un enorme eunuco negro que les franquea el paso sin que nadie se atreva a detenerle. Selim, era el jefe de los eunucos del sultán desde hacía diez años, y sus deseos eran órdenes para todos los que moraban en palacio. Tras él iba David Behjat, acompañado de su padre Solomon Behjat que era el médico oficial del sultán desde su llegada a Turquía en una de las galeras de Bayaceto II.El sultán se hallaba indispuesto a causa de los excesos sufridos la noche anterior y necesitaba de sus servicios. Solomon conocedor de los apetitos insaciables del sultán llevaba consigo algunos purgantes y unas hierbas que le calmarían el dolor de estómago. Los corredores del medieval palacio de Topkapi, le infundían una sensación de frialdad y le desconcertaba el hecho de que lo hubiesen construido con tantos recovecos y pasillos que carecían de sentido. Selim se volvió en aquel preciso instante, como si hubiera leído la me
LOS MERCENARIOS CRISTIANOSEl sultán Bayaceto II era informado en aquel preciso instante de la existencia de una tropa de mercenarios desempleados en las cercanías de la ciudad, afortunadamente para él que comenzaba a necesitar efectivos para combatir al Khan de Astrakán que dependiente de la decadente Horda de oro, atacaba las fronteras del imperio otomano, poniendo en peligro la estabilidad de sus límites exteriores. En el salón del trono, entre cojines de seda y oro, situado en medio del trono de oro adornado de numerosas turquesas, fumaba una narguile, mientras los ulemas y el gran visir del imperio le relataban las atrocidades cometidas por las hordas de tártaros que asolaban los campos de sus súbditos y secuestraban a sus hombres, para esclavizarlos en sus heladas tierras del norte.-Es necesario detener esta sangría de hombres y alimentos que son desviados a los ejércitos de este Khan tártaro que dirige el más numeroso de los ejércitos que se hayan visto en muchas décadas acer
CONTANTINOPLA LA OLVIDADAEn la popa de la galera Bresanel y su hijo Samuel, conversaban con discreción sobre los contactos que el hebreo poseía en Estambul, y que iba a necesitar el conde español. La lujosa casa de Isaac Abravanel era el lugar más seguro para que los dos hombres se refugiasen y desde allí poder empezar la búsqueda de su hija que ahora se hacía llamar don Alonso de Pechuán. El judío le mitraba y se preguntaba si realmente todos los gentiles eran como se advertía en la Torá, o por el contrario como en la comunidad hebrea existían todo tipo de personas. Aquel conde con quien había tenido la ocasión de hablar y que le había abierto la puerta de sus sentimientos, se le antojaba diferente a todos los que hasta el momento había conocido. Don Rodrigo alargó la diestra para estrechar la del judío y éste le miró como si jamás hubiesen tendido su mano hacia él con sincero aprecio, como así era. Los dedos del judío se engarfiaron con vigor en los del conde español y dos sonris
LA SUBLIME PUERTASolomon, acompañado de su hermano sobrino David, se presenta ante el sultán en el palacio. Ha de obtener el médico hebreo la aprobación del monarca para que l joven aprendiz pueda acceder a la presencia del príncipe de los creyentes sin la necesidad de ser siempre escoltado por él. Su padre que también cuida de la salud del gran turco, se halla fuera de Estambul, y traerá consigo especias y medicamentos de la vieja Jerusalén a la que ha peregrinado para rendir culto en ella a su Dios Yaveh. En ella visitará a sus parientes, que emigraron de Francia, cuando se les hizo imposible quedar en tierras de gentiles. En la ladera del monta Moria tienen una casa los Bejhat, y a ella acuden quienes desean conocer las artes de la medicina, y los conocimientos de la Torá. En ausencia de este Solomon, se hace cargo de la familia como patriarca, y decide en consecuencia qué se debe y qué no hacer.Selim que observa cada agesto del joven Bejhat, desciende del estrado en el que se al
CONSEJO DE GUERRAEn el enorme salón que se abre al jardín interior y se alza sobre el muro que delimita el harén de las estancias reales, una mesa reina en el centro cubierta por entero de mapas y documentos. Es la mesa en la que se disponen las estrategias de guerra del sultán. Por primera vez un infiel es considerado digno de penetrar en ella, y de dar su opinión respecto de los avances y técnicas de batalla del gran Turco. Felipe de Leizo e Isabel de Pechuán que se oculta tras l personalidad de don Alonso de Pechuán,ante los ojos atónitos de Marcos de Amaya y Ramiro de Santoñán que aprenden asía que no es la madurez, la que experiencia da, sino el bien asimilar las experiencias pasadas, trazan líneas de batalla y estrategias desconocidas hasta entonces por los orientales.-Hemos de crear una sensación de que poseemos más tropas de las que en realidad tenemos. Aumentar la potencia de fuego de los regimientos, y unificarlos. Un buen general, concentra todas sus fuerzas contra un ene
ISABEL DE SEFARADUn viento árido se abate sobre la España del renacimiento, en la que se está dotando de identidad propia, y los vientos de la intolerancia, harán que se divida entre mente y corazón, quedando así hasta que una brisa sople desde el este, barriéndola de una vez para siempre.En la torre del espolón del castillo de “La Concepción”, los ojos tristes de una doncella, miran al mar que se traga a su joven enamorado, dejándola tan sola…tan sola…Sus cabellos rubios flotan agitados por el viento cálido que se levanta por las tardes, arrastrando arena proveniente de los riscos que jalonan la fortaleza. Como la representación sorda de un sentimiento no comprendido, su corazón late de forma acelerada, y su mente cavila como reunirse con el, aunque eso le cueste la cordura a su padre, don Rodrigo de Pechuán, noble descendiente del hidalgo que cabalgó a las órdenes del rey don Jaime I el conquistador, arrogándose los méritos propios de un guerrero. Que alcanzó el título de conde,
LAS NAVES DE LA DIASPORALas velas de los navíos que transportan hacinados a los judíos sefarditas, en las bodegas en las cubiertas, y hasta en las bordas, se hinchan con el viento de poniente. Surcan en cuarenta y una carracas y trece galeras, que manda el Sultán Bayaceto II, fletadas para tal fin, las aguas del mar que conduce a Estambul. Lejos les siguen cuarenta y siete galeras de Castilla, y trece de Aragón, más como prevención que como escolta. El cielo está parcialmente cubierto de nubes, que anuncian buenos vientos, y los marineros se afanan en sus labores, a pesar de los quejidos de los barcos, que crujen de viejos. Desde unos se saludan y felicitan los más jóvenes, mientras los más ancianos, se acurrucan en un rincón, llorando el destierro injusto a que los someten los reyes de su patria. Pronto verán los inexpertos, hijos de Abraham, como se les trata en Torgarmáh, y que nada si no extraños serán allí. Echarán de menos los colores de Andalucía, los olivos salpicando el pais