El mayor número de los males que sufre el hombre proviene del hombre mismo” Plinio el Joven
2019
El doctor Griffin Schneider al fin tenía buenas noticias que contar. Después de cientos de estudios fallidos y años encerrado en aquel laboratorio alejado de cualquier contacto humano, había logrado crear un portal, uno con el tamaño suficiente para que una persona lo atravesara sin problemas. No como el pequeño círculo color violeta que abrió dos años atrás en lo alto del inmenso aparato. Aquel día por más feliz que se encontraba, sus jefes solo se limitaron a exigir el aumento en el tamaño y el tiempo de duración de la apertura. Hasta el momento solo había conseguido mantenerlo por un minuto y medio sin tener información clara de lo que existía del otro lado del agujero, o adonde llevaba. Después de un sin fin de nochEl sol se ha mantenido oculto casi en su totalidad por quince años. Los rayos tenues pasan a través de una gruesa capa de humo morado. El cielo siempre es morado ahora, en varias tonalidades dependiendo de la hora del día, púrpura en la madrugada, lila al mediodía, violeta con vetas rosas en la tarde y negro en la noche. Al principio se pensaba que con el tiempo la neblina iría desapareciendo, disipándose lentamente. Pero no fue así. Ellos la necesitan. Los recuerdos de un cielo azul y un sol amarillo naciendo en él, se atesoran en la memoria, a través de películas y fotografías, las pocas que quedan. Los intrusos, como algunos los llaman, son vulnerables a la luz solar directa. No los mata enseguida, pero sus habilidades se ven comprometidas, se vuelven débiles dando a los humanos una oportunidad. Una oportunidad opacada por una neblina que no desaparece. Las ciudades son s
Es más fácil soportar la muerte sin pensar en ella, que soportar el pensamiento de la muerte”. Blaise PascalLos golpes a la puerta sacan a Catarina Jones de sus pensamientos. Mira el reloj de manillas de cuero, ya desgastado por el paso de los años que lleva siempre en la muñeca, marca las siete y cincuenta de la noche.—Adelante —dice sin mucho afán acomodándose en el catre, mientras estira los brazos sobre su cabeza.La puerta se abre haciendo un chirrido y entra un joven soldado, cabellos negros revueltos, pantalones militares y suéter del mismo color. A la espalda lleva un rifle cruzado.—Cat, es hora —le dice.—Enseguida bajo, Thomas —le responde haciéndole un guiño. Con una amplia sonrisa sale cerrando la puerta tras de sí. Catarina se pone en pie, la habitación en la que est
—¡Cat! ¡Corre! !Cat!—Thomas —los gritos de Thomas la regresan a la realidad. Sintiendo el bombeo de su corazón en los oídos, busca con la mirada y lo ve liderar un grupo que lleva al menos veinte personas camino a los túneles, corre en dirección a él y llega en cuestión de segundos. “No puedo perderlo, no puedo perderlo”—¿Y Lizzie? —le pregunta la joven mientras recupera el aliento con las manos apoyadas en las rodillas.—No lo logró. Me abrió paso, pero la desgarraron antes de que pudiera volver.Lizzie está muerta ¡Mierda! ¡Mierda!El ruido de los disparos y los gritos no da tregua. Jenkins trata de mantener a tanta gente viva como puede, pero con los Originales es solo cuestión de tiempo antes de que todos mueran. Él y Owen, su mano derecha, e
“Creo que un héroe es quien entiende la responsabilidad que conlleva su libertad”. Bob Dylan “¡Dios!” La criatura tiene enormes alas desplegadas clavadas al suelo con lo que parecen ser estacas de plata. Sus patas inmovilizadas de la misma forma y encima una enorme lámpara de luces ultravioleta. Los últimos informes que llegaron de Buenos Aires indican que los Invasores son vulnerables a la plata pura. Todos los cuchillos son hechos a partir de plata fundida. Hay unidades de recolección del metal a lo largo de cada sede de la resistencia. Infiltrándose en las ciudades abandonadas, saqueando hogares y locales en busca de cualquier cosa que sirva para la realización de más armas. Nunca son suficiente. Muchos de los recolectores jamás regresan a la base, muchos terminan con los ojos rojos y la humani
El salón huele a avena caliente. El estómago hambriento de Catarina no aguanta más y ruge sonoramente en protesta. Se acerca a la hilera del comedor y sin mucho afán, pero definitivamente hambrienta, agarra un buen tazón de avena caliente con dos panes recién horneados. Se sienta en una mesa en el rincón más apartado. El lugar favorito de Thomas. Tiene una amplia vista de todo el panorama y por tanto se puede ver a la perfección lo que los demás hacen: con quiénes hablan, con quiénes se juntan y quiénes definitivamente están muy juntos.Mientras devora la avena sin mesura, permite que los pensamientos de lo recién ocurrido invadan su mente. Combate, está en la división de combate con Jenkins. Thomas y ella muchas veces hablaban hasta tarde de lo emocionante que debía ser. H
“Solo los muertos han visto el final de la guerra”. Platón El sonido de los disparos se adueña del lugar. Para donde Catarina posa sus ojos solo hay Vampiros, están rodeados. Las balas los mantienen a distancia, han logrado derribar a algunos, pero son más rápidos y fuertes, un Original equivale al menos a tres soldados. Se acercan una vez más, atacan en grupo, buscando los espacios a través de los disparos.Un alarido desgarrador la hace girar justo en el momento en el que una de las criaturas agarra con sus patas a un joven. No sabe su nombre, pero lo ha visto varias veces en el salón de descanso. Risueño y de cabellos rubios, ahora atrapado en las garras de una bestia. Otro Vampiro vuela hasta él y de un zarpazo en el abdomen lo desgarra al punto que sus intestinos quedan colgando. Ambas cria
Nuevamente el chillar que antecede el ataque, ese sonido irritante y ensordecedor se adueña del lugar, el cuerpo musculoso de Jenkins se coloca delante de todos, con las espadas desenvainadas al lado del cuerpo. Su mandíbula apretada, su rostro manchado de sangre y con su ojo gris puesto al frente. Está listo para morir con sus hombres y para ellos. Aprieta un poco más las empuñaduras, está por avanzar cuando una explosión cercana hace que las criaturas se detengan. Por un momento la confusión invade a todos. Otra explosión levanta una nube de tierra,piedra y escombros. En medio del caos, la formación se rompe y las criaturas se llevan por delante a varios de ellos. Catarina puede escuchar los gemidos, gritos y hasta el crujir de los huesos. Aparecen disparos a lo lejos y nuevas voces, la nube se disipa y en la claridad, de entre los escombros, ve a
Con una señal, le indica a Amy que no se mueva y decide avanzar sola los metros restantes. No es necesario que las dos se lancen de boca a la muerte, alguien tiene que regresar e informar de la situación. Respira hondo, cuenta mentalmente hasta diez muy despacio mientras avanza los pocos metros que la separan de las ruinas. Ve una sombra reflejada en una enorme pared y aprieta la empuñadura de su arma. Puede sentir cómo los músculos del brazo se tensan, lista para lanzar la estocada. “Rebanaré con gusto unas cuantas gargantas por mis hermanos caídos en batalla”. Gira con la espada elevada al aire dando un salto del otro lado de la pared. La sorpresa la obliga a desviar el golpe, acertándole a una enorme roca que hace temblar la hoja. No da fe a lo que sus ojos ven, pero puede sentir cómo su pecho se llena de tranquilidad y algo de alegr&i