Inicio / Personajes Sobrenaturales / Invasión Sangre y Guerra Libro I / Capítulo 3 Mejor nunca significa para todos I
Capítulo 3 Mejor nunca significa para todos I

“Creo que un héroe es quien entiende la responsabilidad que conlleva su libertad”.  Bob Dylan 

“¡Dios!” La criatura tiene enormes alas desplegadas clavadas al suelo  con lo que parecen ser estacas de plata. Sus patas inmovilizadas de la  misma forma y encima una enorme lámpara de luces ultravioleta. Los  últimos informes que llegaron de Buenos Aires indican que los Invasores  son vulnerables a la plata pura. Todos los cuchillos son hechos a partir  de plata fundida. Hay unidades de recolección del metal a lo largo de  cada sede de la resistencia. Infiltrándose en las ciudades abandonadas,  saqueando hogares y locales en busca de cualquier cosa que sirva para  la realización de más armas. Nunca son suficiente. Muchos de los  recolectores jamás regresan a la base, muchos terminan con los ojos rojos  y la humanidad perdida. Jenkins nota los pasos acercarse, lentos pero  seguros, sabe que Catarina bajó.

Después de verla en el combate, tenía que llamarla. Pocas veces  presenciaba algo así a pesar de la guerra, valentía pura e incondicional  hacia alguien más. Ella le recuerda muchas cosas que creía estaban muy  en su pasado. El rostro de la joven refleja lo que siente, no puede creer lo  que sus ojos ven. Jenkins se arrodilla y acomoda el cuerpo del Convertido  en una silla de madera. Es un hombre de piel morena, lleva el cabello  muy corto, viste jeans y suéter azul. Catarina no puede dejar de pensar  en lo normal que se ve con los ojos cerrados. Apacible, como si hubiese  recobrado su humanidad. Nota que el jefe le hace una seña a Owen y a  Alex para que lo aten a la silla con las cadenas de plata.

—Ruth sube a la base y cierra las escotillas. Si algo sale mal estará  contenido aquí —le indica Jenkins a la mujer sin voltearla a ver. Ruth asiente y se da vuelta para obedecer la orden. Es menuda de  estatura, pero muy hábil en combate. Tiene la piel blanca y cabellos muy  cortos color plata. Es una de las mano derecha de Jenkins y se ha ganado  su puesto en combate incontables veces.

—Amy me dijo que me buscaba, señor —dice Catarina al percatarse  del ojo gris de Jenkins fijo en ella y se acerca.

—Así es. —Ella se acerca un poco más—. Vi la manera en como  saltaste sobre el Vampiro y le rebanaste la cabeza para salvar a tu amigo.

No puede evitar sentir cómo el estómago se le revuelve. Las imágenes  de Thomas con la garganta cercenada invaden su mente. Respira hondo  y trata de enfocarse.

—Fue imprudente e inútil. No pude salvarlo —contesta tratando de  mantener la voz firme.

—Fue valiente —continúa él—, y pudiste salvar a una niña. “La niña. Había olvidado por completo a la niña. Está a salvo”.  —Disculpe señor —interrumpe Owen—, está despertando. Owen, pelirrojo y lleno de pecas, pero mortal en combate. Su habilidad 

con la espada es increíble y es el encargado de instruir a los nuevos reclutas  en el uso de arma blanca. Tiene treinta y siete, pero no los aparenta. Cuando  todo empezó tuvo que cortar la cabeza de su esposa quien fue atacada por  un Original o al menos eso es lo que se rumorea en los pasillos. Nadie  sabe con certeza nada de los demás, solo rumores y especulaciones. O al  menos de los que tienen un rango importante como ellos, los demás son  relleno con historias aburridas. Se dan vuelta y caminan unos pasos hasta  estar al lado de Alex y Owen. El Convertido abre los ojos y cualquier  rastro de humanidad que había en su rostro desaparece. Largos colmillos  asoman de su boca mientras gruñe y forcejea para tratar de liberarse, pero  la plata de las cadenas quema su piel con fuerza cada vez que se resiste.  La criatura a su lado también comienza a moverse. Se escucha un clic y  la potente lámpara se enciende dirigiendo su luz al cuerpo alado. Jenkins  arrastra otra silla, se sienta a metro y medio de distancia del Convertido,  con el respaldo de la silla hacia el frente. Desenfunda un revólver y lo  sostiene en su mano izquierda dejándolo reposar en su pierna. Todo en su  postura deja claro quién es el que está a cargo.

Catarina no puede dejar de preguntarse, ¿qué intenta hacer?,  ¿torturarlo hasta obtener respuesta? No cree que funcione, no tan  fácil. ¿Por qué traer a los dos? ¿Con el Original no es suficiente? ¿Qué  valor puede tener un Convertido? Muchos de ellos se han aliado de  manera voluntaria con los invasores. Son traidores de raza, cobardes  que abandonaron la humanidad a cambio de un poco de poder. Hasta  donde ella sabía, era la primera vez que algo así ocurría. Un fuerte  gemido silencia sus pensamientos, la fuerte luz está haciendo efecto  y la criatura se retuerce en el suelo intentando escapar de ella. Las  alas comienzan a sangrar, ahí donde la estaca de plata está clavada  con fuerza, inmovilizándolas contra el suelo áspero. El Convertido  detiene sus movimientos y mira petrificado a la criatura. Sus ojos  rojos están abiertos, desorbitados. Catarina se pregunta, si había  tenido oportunidad de ver a uno retorcerse de dolor.

—Bienvenido de vuelta —comienza a decir Jenkins con una sonrisa  calculadora en sus labios—. ¿Poco agradable cuando no son quien tiene  el control verdad? —la criatura gruñe en respuesta—. Ah, muy bien, al  grano entonces, voy a hacerte tres preguntas y vas a contestar a ellas. Si  te rehúsas o evades, la luz que tienes encima aumentará su potencia hasta  rostizarte por completo ¿Entendido?

Jenkins habla con calma letal. La criatura gira su rostro hacia ellos,  saliva escapa de su boca a través de los enormes colmillos. Sus facciones  se retuercen en lo que parece una mueca, una sonrisa. No hay temor o  miedo en esos ojos, solo rabia y odio.

»El castillo de Windsor, ¿es ahí donde está tu líder? —pregunta Jenkins. La extraña sonrisa del Original se ensancha deformando sus fauces  mientras asiente en contestación a Jenkins.

»¿Cuántos de ustedes lo protegen?

—No muchos.

La boca del animal permanece cerrada, pero su voz se escucha fuerte  y claro dentro de la mente de cada uno de los presentes. Catarina mira  alrededor y se percata de la sorpresa en el rostro de sus compañeros.

»No es necesario, ustedes no son más que polvo para él —continúa—,  insignificantes, efímeros, no son nada.

—¿Cuántos humanos hay cautivos? —vuelve a preguntar Jenkins,  ignorando las palabras de la bestia.

—Hoy algunos miles, mañana unos cuantos menos. Hay que  alimentarse ¿sabes? —La voz suena divertida y para nada asustada—. Todos sus esfuerzos serán inútiles. Este mundo ya no les pertenece, su  única función es servirnos o ser el alimento.

“Servirlos” La sola mención de la palabra hizo que los músculos en el  cuerpo de Jenkins se tensaran. Se pone en pie sin darle mucha importancia  al Vampiro, no se ve estresado ni tensionado, le hace una leve inclinación  de cabeza a Alex quien en un rápido movimiento desenvaina una larga  espada y de un solo tajo le corta la cabeza a la criatura, la cual cae y  rueda un poco dejando a su paso un rastro de sangre negra y viscosa. El  Convertido gruñe mostrando sus largos colmillos. Jenkins lo ignora, no  lo necesita porque ya confirmó lo que quería saber. Guarda nuevamente  el revólver en su cinto.

—Windsor está a casi cincuenta kilómetros de distancia —interviene  Alex limpiando la sangre del Vampiro de su espada con un paño gris—.  Estamos en las afueras de Berkshire, no tenemos vehículos suficientes  para una campaña así.

—Es porque iremos a pie —responde Jenkins.

—¿A pie? —La voz de Owen deja clara su incredulidad—. Serían  aproximadamente diez horas de paso continuo, mucho más haciendo las  pausas y resguardándonos del enemigo. Podría ser una misión suicida.

—Por eso es por lo que tenemos que planearlo bien. Después de lo que  pasó ayer, este lugar no es seguro. Alisten todo para salir, iremos a la base  B, está solo a cinco kilómetros y es mejor que aprovechemos mientras  haya algo de luz. Sube y di que doy la orden que todos se alisten para salir.  Una vez que estemos allá, encontraremos la forma de llegar a Windsor.

El pelirrojo se dirige a cumplir la orden que le han dado. Catarina se  gira para verlo subir por las angostas escaleras, siempre le ha parecido  que Owen es sumamente atractivo, pero nunca había tenido mucho  contacto con él, ni con Jenkins, hasta hoy. Lo ve cerrar la bóveda y vuelve  su mirada al frente. De aquí a la Base B es una caminata relativamente  corta. Tienen dos vehículos que transportarán los armamentos y algunos  miembros, pero la mayoría harán el recorrido a pie, como cada vez.

—¿Qué haremos con él? —pregunta Alex señalando al Convertido. Alex tiene ese tipo de rostro que parece siempre estar sarcástico o  amargado. Su piel es bronceada, cosa que a Catarina le parece increíble  ya que el sol apenas se asoma, sus cabellos van muy cortos, de un color  oro viejo.

—Investigación —responde Jenkins con una sonrisa y la mirada fija  en el hombre de ojos rojos—. Siempre me he preguntado... ¿Cuánto  tiempo pueden permanecer vivos sin consumir sangre? Supongo que lo  averiguaré. Sube y alista mi unidad, enseguida te alcanzo.

Dicho eso, Alex se va por el mismo camino que tomó Owen. Las manos  de Cat comienzan a sudar al percatarse de que está sola en la bóveda con  el jefe y un Convertido amarrado en la silla. Nunca antes había quedado a  solas con Jenkins. Hasta hoy nunca habían cruzado palabras directas. Es  intimidante, todo en él lo es; su postura, su ancha espalda, el hecho de que  siempre tiene el ceño fruncido. Se siente un poco mareada y recuerda que  no ha comido ni un bocado de pan desde la noche anterior antes de salir  a la misión, antes de… No, no puede permitirse pensar en Thomas ahora.  Necesita estar enfocada. El sonido de la compuerta cerrándose hace eco  en la habitación.

—Catarina, es tu nombre ¿verdad? —le pregunta, aunque sabe muy  bien la respuesta.

—Sí, pero todos me llaman Cat.

—Está bien, Catarina. Desde hoy y en efecto inmediato has sido  promovida, ya no perteneces a rescate y primeros auxilios, estarás en  combate en mi unidad. Lo que hiciste ayer fue imprudente, riesgoso y

desobedeciste una orden… Sin embargo, también fue valiente. Salvaste  la vida de la niña y la mía. Con el adecuado entrenamiento podrás llegar  muy lejos.

“¿Que?”.

»Voy a cerrar esta bóveda —continúa—, así que sube y alístate para  salir. Tendrás a un pupilo a tu mando, te encargarás de instruirlo y hacer  que cumpla con el manual de la resistencia para no ponernos en riesgo.  De ahora en adelante tendrás más responsabilidades, pero también mayor  participación. Aumentarás el número de horas de entrenamiento con  Owen, eres buena con la espada. Ahora sube, ya te alcanzo —se gira  dándole la espalda en señal de que ha terminado de hablar.

La joven se limita a asentir para dar a entender que escuchó y comprendió  lo que el hombre dijo, aunque aún le cuesta creer que es cierto. Dando la  vuelta camina hasta las escaleras sin dejar de pensar que ahora pertenece  a la unidad de combate. A Thomas le hubiese encantado. Siente un nudo  formarse en la garganta ante el pensamiento de su amigo, Es inevitable,  cualquier cosa siempre lo llevará a él. Respira hondo y comienza a subir.  Escucha el clic de todas las luces apagarse abajo y también escucha los  gritos de súplica del Convertido.

En la bóveda, el hombre amarrado en la silla se retuerce con violencia  sin importarle que la plata queme su piel.

— ¡No me dejes aquí! ¡No te atrevas a dejarme encerrado! ¡Te mataré  maldito! —grita con desesperación al ver que el hombre con el parche se  dispone a marcharse.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo