“En la guerra como en el amor, para acabar es necesario verse de cerca”. Napoleón I
Es una mala idea. Una vez Jenkins termina de hablar y explicar cómo van a cruzar un campamento lleno de Vampiros, lo único en lo que Catarina puede pensar es que es una muy, muy, mala idea. Es la madre de las malas ideas. Sabe muy bien que ya están muertos, esa misión les está asegurando el tiquete al más allá, de una forma lenta y dolorosa. Sin embargo, no dice nada, es el único plan con el que cuentan, eso o quedarse ahí y morir de igual forma. Al menos siguiendo el plan, tendrán una oportunidad de rescatar a la niña.
—¿Todos entendieron lo que tienen que hacer? — pregunta Jenkins por tercera vez.
—¡Sí! —responden todos excepto Steve, quien se limita a mir
Siente el corazón latir desbocado, esto no es igual a otras misiones, están muy superados en número y sus soldados más fuertes están heridos. Owen le pasa algo a Jenkins, intrigada se acerca un poco para ver mejor y nota que son dos bombas de humo. Las últimas, si todo sale mal, estarán perdidos. —Muy bien, todos listos —comienza a decir Jenkins—. Ya saben que la primera bomba es la señal, Miriam y Carlo traerán el fuego mientras Steve y Amy van por la niña. Con la segunda bomba entraremos a la alcantarilla y rezaremos para que las llamas sea tan fuerte arriba que no nos sigan. ¿Todo claro?Con un silencioso asentimiento responden. Hasta Steve ha perdido su rostro de pocos amigos, algo más se ha anidado en esos ojos azules, miedo. Catarina respira hondo y Jenkins arroja la bomba. Esta recorre una distancia ante
En su mente repite una y otra vez las imágenes de lo sucedido. Los ojos de ese hombre los lleva grabados en su memoria, al igual que el rostro de Ellis. Sabe que el recuerdo se unirá a la larga lista de cosas que la persiguen en las noches, que la sacan de los sueños llena de espasmos y llanto. Temores que a pesar de los años no ha logrado controlar. Trata de concentrarse en avanzar y llegar a la entrada de la base. O al menos eso pensó las primeras dos horas de caminar sin descanso.—¿Cuánto más hace falta? —pregunta Owen con voz jadeante—. No es que me moleste caminar en una alcantarilla, con aguas grises dentro de mis zapatos, pero mi herida está comenzando a doler.Sin mencionar que en ese lugar, lo más probable es que él y Jenkins pesquen alguna infección. Muchos han muerto días después de resulta
“Fuerte como la muerte es el amor”. San Agustín El cuerpo de Catarina Jones está paralizado por completo. Puede sentir cómo la rabia atraviesa cada uno de sus poros, retrocede un paso y se cubre con la puerta del cubículo, aún sin atreverse a decir palabra. Una vez que le entrega la toalla, Jenkins da media vuelta con una sonrisa que se ve tentada de quitarle de un buen golpe.“Hasta que pudo dar un buen vistazo al panorama”, pensó. Se seca los cabellos, amarra la toalla a su cuerpo, vuelve abrir la puerta y sale. Lo ve de espaldas, aún con las gotas de agua corriendo libres por sus músculos, con la toalla amarrada a la cadera. No hay un gramo de grasa en su cuerpo, pero sí una colección impresionante de cicatrices; cortadas, desgarros, quemaduras. Todas representan la lucha que lleva. &md
Después de tomarse un tiempo cambiándose y esperando que la rabia se le bajara de la cabeza, decide salir del baño. Recorre el mismo camino hasta el salón donde dejaron a Owen y encuentra al grupo sentado en una mesa, repartiéndose lo que parecen ser tortillas de harina con verduras. El olor hace que su estómago proteste sonoramente. Da unos pasos en dirección a Amy quien le hace señas y se sienta a su lado. Nota enseguida que las expresiones de Carlo y Miriam cambian justo al verla. “Pueden besar mi trasero”, piensa.Decide ignorarlos por el momento, aunque la mirada de águila de la morena se clava en ella como un puñal, lo único que Catarina puede pensar es en comida. ¿De dónde salieron las verduras? sSrá una interrogante para después, porque se ve y huele delicioso. Sin poder resistirse más&n
Cat no está bien ni de cerca. Su pecho se siente como un nudo, toda la información parece revelarse frente a ella de un momento a otro. Se recuesta en el barandal de metal de la escalera y siente que la cabeza le da vueltas. La muerte de Ellis, la indiferencia de Alana, la muerte de la niña y de esas mujeres, estas personas viéndolo todo sin hacer nada. Es demasiado. Amy desapareció, solo quedan ella y Owen en la escalera, este último da un paso quedando a escasos centímetros de su cuerpo.—Cat, ¿segura que te encuentras bien? —le pregunta con una mirada que dice, “sabré si me mientes”.—Sí, solo que fue demasiado. Saber… Saber que prácticamente nos dejaron morir… Es demasiado.—Te entiendo, no todos velan por el bienestar de los que están allá afuera. Esa mujer, sin dud
Alana vestida de pies a cabeza con un traje blanco a medida, que sabe Dios de dónde lo sacó en estos tiempos, abre la puerta de la habitación conjunta despertándolos cuando el reloj de la pared marca las cuatro de la madrugada. Después de un baño y el desayuno, igual de sustancioso que la comida de la noche anterior, se reúnen en el salón esperando lacontinuación del discurso. Sin embargo, Jenkins no se encuentra con ellos. Los ojos de Catarina recorren la habitación con la taza de té en las manos, pero no hay señales de él. Al parecer se levantó primero que todos y se reunió con la mujer desde muy temprano. ¿Qué estará pensando? ¿Cómo pude permitir que eso pasara?—Cat, ¿en qué piensas?—Ah, nada Amy, solo me pregunto cuánto tiempo más
La tensión en el aire es asfixiante. Los ojos de todos se encuentran fijos sobre Jenkins, Owen particularmente no se ve nada feliz, el pelirrojo con los brazos cruzados en el pecho y el ceño fruncido no deja de pensar que, información como esa, era de esperarse que la compartiera con su mano derecha, después de años de conocerse.—¿Cuándo? —pregunta al fin—. Llevas nueve años con nosotros, ochode líder, ¿en qué momento estuviste trabajando con esta gente? —Supregunta está cargada de resentimiento y rabia.David se levanta pasando la mano derecha por su espesa cabellera,está incómodo y eso es evidente, no es de esos que habla de su vida ode su pasado, por algo es un completo misterio. Nadie conoce nada deél, incluso la pérdida de su ojo es solo un rumor y ahí está, inte
Jenkins hace una seña y todos se ponen de pie, Alana da media vueltaseguida del hombre, más atrás van todos. Suben por la misma escaleraen espiral que los llevó a las recámaras, pero esta vez siguen derechohasta una enorme habitación blanca. En ella tres hombres los esperan,son las primeras personas que ven fuera de Alana y sus dos sombras. Enla pared del fondo de la habitación sobresale un enorme estante llenode armas. Algunas son extrañas, pero Catarina logra identificar variasespadas, sables y pistolas. Es increíble la clase de armamento que tienen,lo que hace que le hierva la sangre porque pudieron evitar la muerte deEllis y las otras mujeres.—En este espacio aprenderán a usar las armas avanzadas —explicaAlana—, hemos desarrollado cierta tecnología que resulta bastante útilen combate