Jenkins hace una seña y todos se ponen de pie, Alana da media vuelta
seguida del hombre, más atrás van todos. Suben por la misma escalera
en espiral que los llevó a las recámaras, pero esta vez siguen derecho
hasta una enorme habitación blanca. En ella tres hombres los esperan,
son las primeras personas que ven fuera de Alana y sus dos sombras. En
la pared del fondo de la habitación sobresale un enorme estante lleno
de armas. Algunas son extrañas, pero Catarina logra identificar varias
espadas, sables y pistolas. Es increíble la clase de armamento que tienen,
lo que hace que le hierva la sangre porque pudieron evitar la muerte de
Ellis y las otras mujeres.
—En este espacio aprenderán a usar las armas avanzadas —explica
Alana—, hemos desarrollado cierta tecnología que resulta bastante útil
en combate
A su alrededor nota con algo de desconcierto, que la mirada de todosestá fija en ella, la ven con extrañeza. Baja el brazo y se gira con el pechosubiendo y bajando por la agitación, hasta quedar de frente a Jenkins tendidode rodillas a sus pies, un hilo de sangre corre por su labio. En ese momentocae en cuenta de que estuvo a punto de herirlo de gravedad. Suelta la espada,la cual cae aun lado, el estruendo de la plata resuena en el silencioso salón. Elaire no llega con suficiente rapidez a sus pulmones, la habitación de repentese siente pequeña, necesita salir. Camina tan rápido hasta la puerta comole dan los pies y de ahí se apresura en dirección a la recámara en dondedurmieron la noche anterior. La presión en su cabeza va en aumento concada paso que da, así que, en un movimiento, suelta la cola de caballo queman
Amarra sus botas, con bastante brusquedad a la vez que Amy entra enla habitación, completamente bañada en sudor, sus mejillas rojas comotomates y su corto cabello revuelto y adherido al rostro. Amy tiene untipo de belleza bastante obvia. Lindos y expresivos ojos, que recuerdana Bambi. Cuerpo delgado y estilizado, pero con carne en los lugaresadecuados, además de un excelente estado físico. Es increíble que noande con alguien, aunque sin duda las miradas que Alex le lanzaba en laantigua base fueron bastante obvias.—Vaya, al parecer alguien necesita una ducha —dice Cat mientrasse pone de pie inspeccionando a la chica delante de ella con la narizarrugada y una mueca en los labios.—Sí, sin duda apesto. —Amy agarra una toalla y ropa limpia—. Peroes emocionante entrenar con este tipo de armas. Nada como un buen ratode entrenamiento para refr
La mujer se sienta a la vez que Carlo, Steve, Miriam y David seamontonan alrededor.—¿De dónde sacan todas esas cosas? ¿Los recursos de dónde vienen?—le pregunta Owen con los ojos verdes entrecerrados y los brazoscruzados al pecho.Tara incómoda, juega con sus dedos y no detiene su vista en un solopunto. Es difícil culparla, estar rodeada por desconocidos haciéndolepreguntas debe ser poco placentero o al menos eso piensa Cat mientras laexamina en silencio.—Algunos de los sobrevivientes son personas que tuvieron alto rangomilitar, antes de los invasores, con acceso a tecnología militar y esascosas. Todo lo han puesto a disposición de la resistencia... De Alana —dice la mujer—, no sé mucho más la verdad —concluye con la vistaclavada en sus manos.Sabe algo más. Su vista desviada, le da a
Los músculos de la mandíbula de Jenkins se tensionan de la fuerza quehace para evitar girarse, jalar del brazo a Catarina y reclamarle. Jamáspasó por su cabeza que llegaría a estar tan celoso nuevamente, no despuésde Julia. Es cierto que no son nada, pero no puede dejar de pensar queOwen prácticamente se abalanzó sobre ella apenas pudo. Ese sería otrosaldo a cobrar. Ahora, tiene que poner su atención en la misión, despuéslidiaría con sus emociones y Catarina.Entran los demás encabezados por el pelirrojo, quien descaradamentele guiña un ojo a Catarina. La chica puede sentir cómo sus mejillasse encienden y se concentra en mantener los ojos al frente. A sulado, Amy le da pequeños codazos en las costillas. Alana, con unmovimiento de su elegante mano, enciende las pantallas a la vez queseñala
Una vez en el exterior, Cat toma una gran bocanada de aire, respiraraire fresco es algo que no tiene precio. El ambiente frío y el cielo casiennegrecido se alza impetuoso sobre ellos. Acomoda la espada en suespalda, ajusta el cinturón y por último coloca las famosas gafas deDouglas en su rostro, al igual que todos los demás. Enseguida todo seve claro y nítido, como si fuese de día. No es para nada como la visiónnocturna de algunas cámaras, es algo sorprendente. Ve en el rostro de losdemás, que están igual de sorprendidos que ella, a excepción de Tara, ellaexperimenta otro tipo de sorpresa, de descubrimiento. Observa todo connotoria fascinación.Amy se acerca a ella y le coloca con gentileza una mano sobre elhombro.—¿Cuándo fue la última vez que saliste? —le pregunta.—Cuando Alana me enc
La última vez que llevaron un plan a cabo en este mismo lugar todosalió mal. Enormemente mal. Así que, Catarina considera normal que susnervios estén alterados y una parte de ella grite a viva voz en su mente,que es una muy, muy mala idea. Pero Jenkins está decidido, su humor noes el mejor, se limita a dar las órdenes y mirar con el ceño fruncido a todoel mundo. Ahora aguarda en una esquina el momento justo, en completasoledad. A pocos metros de él Miriam lo observa con ojos de cachorroabandonado, no hay duda, algo pasó entre ellos, piensa Cat, mientras quela voz en su mente le repite una vez más, “no es mi problema”, pero lasmariposas en su estómago cuentan una historia diferente.—Hey —le dice Owen bajito mientras con una mano tira de su cola decaballo—, no va a pasar nada, el plan saldrá bien, no te preo
De adentro de las casas han salido más, rodeándolos con rapidez engrupos más pequeños para poder escapar en caso de que arrojen otra bomba.Ella le tiende la mano a David y este coloca en ella la espada que le estabaguardando, lo mira de reojo y él le sonríe salvajemente mientras se arrojan alataque cuerpo a cuerpo. El sonido de los disparos se abre en el lugar, ya queAmy, Miriam y Steve mantienen a raya a los que van llegando, eliminandogrupos con bombas y manteniendo el camino despejado para la casa.Los movimientos de Jenkins y Cat se complementan, como una parejade patinaje sobre hielo que ha entrenado junta toda la vida. Estocadas,golpes y patadas. Una sinfonía que parece no detenerse.—¡Jenkins! —el grito de una mujer se alza imponente ante losestruendos de la batalla.Los dos giran con las espadas en alto y saliendo de la casa de Rex,ves
Con las manos apretadas en puños y el pecho invadido de impotencia,tristeza y consternación, Cat se esfuerza por no apartar la mirada. Todosson conscientes de los horrores que ocurren a manos de los Convertidosy cada día no estar abandonado en las calles es una bendición. Pero verloen primera fila es algo distinto. Trata de reprimir sus emociones, cuentahasta diez, mientras toma pequeños respiros. El aire es viciado y espeso,el olor nauseabundo. Hay mucho qué procesar y no puede darse el lujo dedetenerse a lamentarse.—¡Por Dios santo! —murmura Owen detrás, puede sentir lossentimientos en su voz, los mismos que recorren su pecho.—Ve avisar a los demás.Owen retrocede a espaldas de Cat, buscando la escalera para salir. Laimagen que se abre solo puede ser descrita con una palabra: desgarradora.En el suelo, agrupadas sobre sucias co