La mujer se sienta a la vez que Carlo, Steve, Miriam y David se
amontonan alrededor.—¿De dónde sacan todas esas cosas? ¿Los recursos de dónde vienen?—le pregunta Owen con los ojos verdes entrecerrados y los brazoscruzados al pecho.Tara incómoda, juega con sus dedos y no detiene su vista en un solopunto. Es difícil culparla, estar rodeada por desconocidos haciéndolepreguntas debe ser poco placentero o al menos eso piensa Cat mientras laexamina en silencio.—Algunos de los sobrevivientes son personas que tuvieron alto rangomilitar, antes de los invasores, con acceso a tecnología militar y esascosas. Todo lo han puesto a disposición de la resistencia... De Alana —dice la mujer—, no sé mucho más la verdad —concluye con la vistaclavada en sus manos.Sabe algo más. Su vista desviada, le da aLos músculos de la mandíbula de Jenkins se tensionan de la fuerza quehace para evitar girarse, jalar del brazo a Catarina y reclamarle. Jamáspasó por su cabeza que llegaría a estar tan celoso nuevamente, no despuésde Julia. Es cierto que no son nada, pero no puede dejar de pensar queOwen prácticamente se abalanzó sobre ella apenas pudo. Ese sería otrosaldo a cobrar. Ahora, tiene que poner su atención en la misión, despuéslidiaría con sus emociones y Catarina.Entran los demás encabezados por el pelirrojo, quien descaradamentele guiña un ojo a Catarina. La chica puede sentir cómo sus mejillasse encienden y se concentra en mantener los ojos al frente. A sulado, Amy le da pequeños codazos en las costillas. Alana, con unmovimiento de su elegante mano, enciende las pantallas a la vez queseñala
Una vez en el exterior, Cat toma una gran bocanada de aire, respiraraire fresco es algo que no tiene precio. El ambiente frío y el cielo casiennegrecido se alza impetuoso sobre ellos. Acomoda la espada en suespalda, ajusta el cinturón y por último coloca las famosas gafas deDouglas en su rostro, al igual que todos los demás. Enseguida todo seve claro y nítido, como si fuese de día. No es para nada como la visiónnocturna de algunas cámaras, es algo sorprendente. Ve en el rostro de losdemás, que están igual de sorprendidos que ella, a excepción de Tara, ellaexperimenta otro tipo de sorpresa, de descubrimiento. Observa todo connotoria fascinación.Amy se acerca a ella y le coloca con gentileza una mano sobre elhombro.—¿Cuándo fue la última vez que saliste? —le pregunta.—Cuando Alana me enc
La última vez que llevaron un plan a cabo en este mismo lugar todosalió mal. Enormemente mal. Así que, Catarina considera normal que susnervios estén alterados y una parte de ella grite a viva voz en su mente,que es una muy, muy mala idea. Pero Jenkins está decidido, su humor noes el mejor, se limita a dar las órdenes y mirar con el ceño fruncido a todoel mundo. Ahora aguarda en una esquina el momento justo, en completasoledad. A pocos metros de él Miriam lo observa con ojos de cachorroabandonado, no hay duda, algo pasó entre ellos, piensa Cat, mientras quela voz en su mente le repite una vez más, “no es mi problema”, pero lasmariposas en su estómago cuentan una historia diferente.—Hey —le dice Owen bajito mientras con una mano tira de su cola decaballo—, no va a pasar nada, el plan saldrá bien, no te preo
De adentro de las casas han salido más, rodeándolos con rapidez engrupos más pequeños para poder escapar en caso de que arrojen otra bomba.Ella le tiende la mano a David y este coloca en ella la espada que le estabaguardando, lo mira de reojo y él le sonríe salvajemente mientras se arrojan alataque cuerpo a cuerpo. El sonido de los disparos se abre en el lugar, ya queAmy, Miriam y Steve mantienen a raya a los que van llegando, eliminandogrupos con bombas y manteniendo el camino despejado para la casa.Los movimientos de Jenkins y Cat se complementan, como una parejade patinaje sobre hielo que ha entrenado junta toda la vida. Estocadas,golpes y patadas. Una sinfonía que parece no detenerse.—¡Jenkins! —el grito de una mujer se alza imponente ante losestruendos de la batalla.Los dos giran con las espadas en alto y saliendo de la casa de Rex,ves
Con las manos apretadas en puños y el pecho invadido de impotencia,tristeza y consternación, Cat se esfuerza por no apartar la mirada. Todosson conscientes de los horrores que ocurren a manos de los Convertidosy cada día no estar abandonado en las calles es una bendición. Pero verloen primera fila es algo distinto. Trata de reprimir sus emociones, cuentahasta diez, mientras toma pequeños respiros. El aire es viciado y espeso,el olor nauseabundo. Hay mucho qué procesar y no puede darse el lujo dedetenerse a lamentarse.—¡Por Dios santo! —murmura Owen detrás, puede sentir lossentimientos en su voz, los mismos que recorren su pecho.—Ve avisar a los demás.Owen retrocede a espaldas de Cat, buscando la escalera para salir. Laimagen que se abre solo puede ser descrita con una palabra: desgarradora.En el suelo, agrupadas sobre sucias co
Otro de los niños logra pasar a Steve y ahora arrastra a una de las mujeres.En ese momento caen en cuenta de que solo intentan distraerlos. El segundoniño, le desgarra la garganta a su presa y junto con su compañero se disponena beber de la sangre que emana a chorros. Las mujeres restantes, miranhorrorizadas cómo su antigua compañera perece a mano de las criaturas.Carlo, con el brazo que no tiene herido, saca un explosivo de su cinturón.—Chupa esto hijo de perra —dice mientras lanza el explosivo azul alos niños que se alimentan del cuerpo de la mujer—. ¡Tapen sus ojos!Los encargados de los bebés se acurrucan sobre ellos protegiéndolos, lasmujeres se cubren como pueden el rostro y Jenkins, Owen y Cat se topanen un incómodo abrazo. La luz explota, se escuchan chillidos y luegosilencio. Al descubrir los ojos, observan la ropa su
Esa mañana despierta muy temprano, a pesar de todo el cansancioy dolor que aún siente en el cuerpo, por más que lo intenta no puededormir más. Miles de preguntas revolotean como mariposas por su mente,manteniéndola despierta y llena de intriga. Necesita saber qué está pasandoy sobre todo por qué Jenkins traicionó a Alana. Después de ducharse ycambiarse con rapidez, sale en busca de algo para comer. Sin duda lo quemás extrañará de aquel lugar es la comida, acá la reciben en el comedor conun plato de avena frío y dos raciones de pan caliente. Se sienta en una mesay al poco rato Amy la alcanza con su correspondiente tazón de avena.—¿Has sabido algo de tus amores? —le pregunta con una sonrisamaliciosa en el rostro.—Muy chistosa y no, no los he visto —responde llevándose otra
Con la mirada clavada en el techo, le es imposible saber cuánto tiempoha transcurrido. Su mente se siente pesada, confusa. Una vez que entróen la habitación se desplomó en el catre y rompió en llanto, luego todofue quietud. Ha estado quieta, inmóvil, sumida en la oscuridad de suspensamientos, dándose cuenta de que eran como niños tontos jugandoa la guerra. Ciegos, con lo que en realidad pasaba. Una parte de ella nose sorprende tanto enterarse de que la invasión haya sido culpa de loshumanos. “Siempre hemos llegado muy lejos en busca de mejores armas,solo que esta vez no midieron el tamaño de la amenaza”, piensa. ¿Peroesas mujeres? Lo que les hicieron fue atroz, se creería que un Convertidosería capaz de eso pues ha perdido su humanidad, pero no.¿Cómo vamos a seguir ahora? ¿Qué sentido tien