La última vez que llevaron un plan a cabo en este mismo lugar todo
salió mal. Enormemente mal. Así que, Catarina considera normal que susnervios estén alterados y una parte de ella grite a viva voz en su mente,que es una muy, muy mala idea. Pero Jenkins está decidido, su humor noes el mejor, se limita a dar las órdenes y mirar con el ceño fruncido a todoel mundo. Ahora aguarda en una esquina el momento justo, en completasoledad. A pocos metros de él Miriam lo observa con ojos de cachorroabandonado, no hay duda, algo pasó entre ellos, piensa Cat, mientras quela voz en su mente le repite una vez más, “no es mi problema”, pero lasmariposas en su estómago cuentan una historia diferente.—Hey —le dice Owen bajito mientras con una mano tira de su cola decaballo—, no va a pasar nada, el plan saldrá bien, no te preoDe adentro de las casas han salido más, rodeándolos con rapidez engrupos más pequeños para poder escapar en caso de que arrojen otra bomba.Ella le tiende la mano a David y este coloca en ella la espada que le estabaguardando, lo mira de reojo y él le sonríe salvajemente mientras se arrojan alataque cuerpo a cuerpo. El sonido de los disparos se abre en el lugar, ya queAmy, Miriam y Steve mantienen a raya a los que van llegando, eliminandogrupos con bombas y manteniendo el camino despejado para la casa.Los movimientos de Jenkins y Cat se complementan, como una parejade patinaje sobre hielo que ha entrenado junta toda la vida. Estocadas,golpes y patadas. Una sinfonía que parece no detenerse.—¡Jenkins! —el grito de una mujer se alza imponente ante losestruendos de la batalla.Los dos giran con las espadas en alto y saliendo de la casa de Rex,ves
Con las manos apretadas en puños y el pecho invadido de impotencia,tristeza y consternación, Cat se esfuerza por no apartar la mirada. Todosson conscientes de los horrores que ocurren a manos de los Convertidosy cada día no estar abandonado en las calles es una bendición. Pero verloen primera fila es algo distinto. Trata de reprimir sus emociones, cuentahasta diez, mientras toma pequeños respiros. El aire es viciado y espeso,el olor nauseabundo. Hay mucho qué procesar y no puede darse el lujo dedetenerse a lamentarse.—¡Por Dios santo! —murmura Owen detrás, puede sentir lossentimientos en su voz, los mismos que recorren su pecho.—Ve avisar a los demás.Owen retrocede a espaldas de Cat, buscando la escalera para salir. Laimagen que se abre solo puede ser descrita con una palabra: desgarradora.En el suelo, agrupadas sobre sucias co
Otro de los niños logra pasar a Steve y ahora arrastra a una de las mujeres.En ese momento caen en cuenta de que solo intentan distraerlos. El segundoniño, le desgarra la garganta a su presa y junto con su compañero se disponena beber de la sangre que emana a chorros. Las mujeres restantes, miranhorrorizadas cómo su antigua compañera perece a mano de las criaturas.Carlo, con el brazo que no tiene herido, saca un explosivo de su cinturón.—Chupa esto hijo de perra —dice mientras lanza el explosivo azul alos niños que se alimentan del cuerpo de la mujer—. ¡Tapen sus ojos!Los encargados de los bebés se acurrucan sobre ellos protegiéndolos, lasmujeres se cubren como pueden el rostro y Jenkins, Owen y Cat se topanen un incómodo abrazo. La luz explota, se escuchan chillidos y luegosilencio. Al descubrir los ojos, observan la ropa su
Esa mañana despierta muy temprano, a pesar de todo el cansancioy dolor que aún siente en el cuerpo, por más que lo intenta no puededormir más. Miles de preguntas revolotean como mariposas por su mente,manteniéndola despierta y llena de intriga. Necesita saber qué está pasandoy sobre todo por qué Jenkins traicionó a Alana. Después de ducharse ycambiarse con rapidez, sale en busca de algo para comer. Sin duda lo quemás extrañará de aquel lugar es la comida, acá la reciben en el comedor conun plato de avena frío y dos raciones de pan caliente. Se sienta en una mesay al poco rato Amy la alcanza con su correspondiente tazón de avena.—¿Has sabido algo de tus amores? —le pregunta con una sonrisamaliciosa en el rostro.—Muy chistosa y no, no los he visto —responde llevándose otra
Con la mirada clavada en el techo, le es imposible saber cuánto tiempoha transcurrido. Su mente se siente pesada, confusa. Una vez que entróen la habitación se desplomó en el catre y rompió en llanto, luego todofue quietud. Ha estado quieta, inmóvil, sumida en la oscuridad de suspensamientos, dándose cuenta de que eran como niños tontos jugandoa la guerra. Ciegos, con lo que en realidad pasaba. Una parte de ella nose sorprende tanto enterarse de que la invasión haya sido culpa de loshumanos. “Siempre hemos llegado muy lejos en busca de mejores armas,solo que esta vez no midieron el tamaño de la amenaza”, piensa. ¿Peroesas mujeres? Lo que les hicieron fue atroz, se creería que un Convertidosería capaz de eso pues ha perdido su humanidad, pero no.¿Cómo vamos a seguir ahora? ¿Qué sentido tien
Después de contemplar a Cat por varios minutos con expresión deasombro, Amy al fin se decide a hablar.—Debo decir pequeña Cat, que has resultado ser una sorpresa. Quiéndiría que detrás de ese rostro inocente hay escondida una diablilla. Todauna pícara. Si hubiese apostado, seguramente estaría perdiendo mi dinero.—Basta, sabes que no es así —le dice Cat cruzándose de brazos.—Aja... y bien ¿Qué harás?—Algo que debí hacer hace un tiempo, voy a ponerle fin a esto —ledice dejándose caer con dramatismo en el catre.—¿De cuál de los dos hablas?—De los dos —responde con resignación.—Vaya, ¿estás segura? es decir, no has cerrado el negocio con ningunode los dos, ¿entiendes lo que digo? —La mira con su sonrisa p&i
Puede sentir que la llaman, abre los ojos y se topa de frente con el rostrode Jenkins. Las imágenes de lo ocurrido invaden una a una su cabeza y lavergüenza comienza a realizar su camino, apoderándose de cada poro de sucuerpo. “Muy bien Cat, eso que venías a ponerle fin”, piensa. Ya se imaginala voz burlona de Amy riendo de ella y diciéndole una y otra vez “te lo dije”.—¿Estás bien? —le pregunta David—. Nos quedamos dormidos, vaser mediodía.—Sí, sí, claro —le dice, con la voz rasposa, mientras trata de levantarseenvuelta en la sabana.—¿Estás nerviosa por algo? ¿Te preocupa que no nos hayamos cuidado?“Oh dios, solo quiero que se calle, no incrementar esta vergüenza”,piensa Cat.—Porque sí lo hicimos —continúa—, fui muy
Después de varios minutos, Jenkins aparece en la puerta. Lleva el sablede luz ultravioleta cruzado en la espalda y un cinturón donde reposa unrevólver corto y sus municiones. Todos están atentos, a la espera de lasiguiente orden. Camina a paso firme al centro de la habitación. Toma unrespiro y clava su ojo en cada uno de los rostros que lo rodean. Sabe quees arriesgado, que cualquier cosa podría salir mal, pero no tienen de otra.—Todos saben muy bien que lo que estamos por hacer no será tareafácil —comienza a hablar—. Estamos por salir, con el cielo negro sobrenosotros. Puede que nos topemos con algunos Convertidos o quizás hastaalgún Original. Si logramos llegar hasta las puertas de Alana, una vezadentro tampoco será fácil. Recuerden que no sabemos con exactitudcuántas personas habitan esa base. Tenemos que se