A ti. – Fue la respuesta escueta de Román - ¿Por qué lo ves ilógico? No lo entiendo porque eres mi hermana, pero al parecer eres una mujer que fácilmente puede provocar la reacción que suscitaste en Asad.
Ya lo creo que sí – Dijo su padre sin el orgullo paterno que siempre afloraba cuando otros admiraban la belleza de su hija.
Pero… No es posible ¿Madre? ¡Di algo!
Si no regresas con él personalmente se encargará de hundir la Empresa. Pero si no quieres volver con él jamás te obligaremos a hacerlo y lo sabes.
¡Nos iremos a la quiebra entonces! – Estalló Román para después calmarse y apoyar lo dicho por su madre – Pero jamás permitiríamos un sacrificio de esta magnitud de tu parte ¡Por mucho que te lo merezcas!
Pero si va todo viento en popa. No puede ser que él pueda lograr acabar con nosotros. Tenemos muchos contratos, excelente reputación ¡Somos de lo mejor en el ramo! – Dijo ella angustiada.
La empresa de la familia de Gabriela era importante en el mundo europeo empresarial. Kensington & Kerímov era la empresa de su padre. Fundada en parte gracias a la ayuda de la solvente familia rusa de su madre. Su bella madre Sascha había sido modelo en su juventud y cautivado a Marco Kensington norteamericano de madre italiana, se habían casado y establecido en Italia, poco después habían nacido Alexéi, Román y al último ella, todos criados en Italia, pero conociendo a la perfección sus orígenes, por lo que sabían sin problemas hablar en inglés, ruso e italiano. Una mezcla de lo más exótica decía su padre con orgullo. Se dedicaban a los bienes raíces y a la construcción. Sus edificios se podían encontrar en toda Europa y recientemente en los Estados Unidos habían hecho dos perfectos rascacielos con elegantes y opulentos departamentos dignos de un rey. Estaba subiendo como la espuma su fama y eran solicitados por todo el mundo ahora gracias a su buen trabajo, así como su excelente desempeño.
¿Es que no tienes idea de con quién tratamos? – Preguntó Alexéi - Él es capaz de eso y más y con solo decir una sola palabra.
Nos defenderemos con todo – Dijo su Padre.
Aún así caeremos y lo sabes – Advirtió desalentado y con gesto adusto Román.
Aún no sabemos lo que Gabriela quiere hacer. – Con voz suave y compasiva habló Sascha logrando callar a todo el mundo y haciendo que Gabriela quisiera soltarse a llorar de frustración.
Tengo que hablar con él – reacia a siquiera pensar que tenía que hacerlo, preguntó - ¿Por qué nadie me había informado de que teníamos un proyecto en Durban?
Estos pasados meses parecías una zombie. – Dijo con burla su hermano mayor.
Una muerta en vida, exactamente eso – Apoyó Román. – No vimos necesario comentarte los nuevos proyectos en puerta por que daba igual si lo hacíamos, tú no te habrías enterado.
¡No es cierto! Estaba un poco desconectada, es cierto – trató de aclararlo Gabriela – Pero no era para tanto. – Ni loca diría que en semejante estado la había dejado León.
Como sea, el caso es que de pronto se nos presentó esta magnifica oportunidad que no podíamos dejar ir. – Prosiguió Alexéi. - El mismísimo Príncipe se puso en contacto con nosotros. Su intención es edificar hoteles, centros turísticos, restaurantes y zonas de esparcimiento todo esto sin que afecte el entorno local. Nos eligió, jamás pensamos que sucedería pues nuestro trabajo apenas empieza a ser reconocido a nivel mundial, pero ahora veo la verdadera razón de por qué fuimos seleccionados por su majestad – Dijo sarcástico.
Te quiere de vuelta Gab – Prosiguió Alexéi- Dice que a los ojos del pueblo ustedes están casados y por tanto exige que cumplas con tu compromiso. Cuando le dije que estaba loco, por qué sí, me atreví a decirle eso a su Alteza, a decirle que mi querida hermana no haría semejante locura – Siguió con el sarcasmo – Me dijo muy sonriente que, si en realidad te conocía, entonces sabía que eras capaz de muchas locuras, de eso y más.
¡Dios mío! – Dijo Gaby llevándose las manos al rostro y después pasándoselas por el abundante cabello. – Tengo que hablar con él – repitió sintiendo un enorme nudo en la boca del estomago.
Está en Londres por negocios – Dijo su padre.
Entonces a Londres iré.
Nunca sola. – Intervino su madre, pero diciendo lo que casi todos ya pensaban.
Sola se metió en este lío, sola irá – sentenció su padre.
¡Pero padre! – Dijo Román – Puedo ir yo, eso no afectara en nada.
No pensarás realmente eso ¿verdad? – Preguntó Alexéi a su padre.
Por supuesto que sí, ya es hora de que enfrentes las consecuencias de tus estupideces Gabriela – Su voz era dura, ella nunca lo había visto de tal forma, nunca la había tratado así. – Irás y arreglarás este lío en el cual nos has metido a todos.
Pero… Darren… ella no…- Habló Sascha.
¿Ella no qué? – Respondió con mirada encendida.
¡No va a regresar con un hombre con el cuál no quiere estar! – Imploró Sascha.
Y eso ¿tú como lo sabes? – Contraatacó – Gabriela no ha sido ella misma desde que volvió, es obvio que el hombre ya se le metió entre ceja y ceja. No la mandamos a ningún maldito sacrificio, la mandamos a que arregle su vida personal y de paso evite que su Príncipe del desierto nos arruine.
Puede complicarlo todo – terció Román- No creo sea buena idea que vaya sola.
Cuando le sale el genio no le importa nada. – Señaló Alexéi.
Agradecería que no hablaran de mí como si estuviera ausente. – Dijo ella secamente.
Todos voltearon a verla, pero solo por un segundo. La discusión seguía teniendo lugar y ella gruñó impaciente
¡Basta ya! – Gritó por fin, logrando que le prestaran atención- Iré a hablar con León, Asad… ¡Quien rayos sea! Arreglaré esto Padre, y lo haré sola, sin nadie que esté cuidándome la espalda porque no necesito que nadie arregle mi vida por mí. Así que quédense tranquilos que Gabriela Kensington hará que todo quede como siempre. Lo juro.
Una vez dichas esas palabras, salió de la sala de juntas y cerró la puerta con un golpe que hizo resonar las paredes.
Bueno – Suspiró su Padre para después sonreír – No cabe duda que es hija mía.
¿Lo dices por su capacidad para generar conflictos? – Preguntó socarronamente Sascha.
Entre otras cosas, sí. Pero no me cabe la menor duda que hará lo que se le venga en gana y de paso arreglará esto.
Casi lo siento por ese tal León – Dijo Román. – Igual iré con ella, Padre.
He dicho que no. Ella siempre está vigilada y lo sabes. -Pero miró hacia la puerta donde había salido su hija con preocupación.
Después de esas palabras no les quedó más remedio a Román y a Alexéi que controlar sus deseos de vigilar a su hermana.
Gabriela caminaba aprisa entre las personas que llenaban las calles de Milán. El Porsche regalo de su padre por su brillante trabajo en un Edificio en Roma estaba en el estacionamiento de la Empresa, necesitaba caminar para tratar de despejar su mente. Vestida con un impecable traje de Gucci color lavanda, sus pies enfundados en altos tacones gianvito rossi negros, el cabello en un moño flojo por que odiaba traer el cabello todo apretado y maquillada sutilmente iba casi corriendo por las atestadas aceras. Divisó su café favorito y se detuvo, aunque en realidad necesitaba tomar algo fuerte no un café, pero lo pidió de todos modos y se sentó tratando de evitar que le estallara la cabeza de desesperación ¿En que lío estaba metida? Uno grande, muy grande.
Pero no era su culpa, ah no, eso si que no. Todo había sido culpa de él. Él la había secuestrado, él la había tenido cautiva una temporada en la que ella había hecho de todo para contrariarlo y para irse; para después… estúpidamente rendirse de mil amores a los brazos de ese hombre del desierto y vivir una tórrida aventura que no había acabado precisamente bien ¿Y ahora resultaba que estaban casados? Sabía que no era así, que solo lo había dicho para presionar más a su familia, tenía que verlo de nuevo y dejarle bien en claro un par de cosas. Se había atrevido a amenazarlos y eso no podía pasarlo por alto ¡Cretino, mal nacido! Si lo había dejado también era por de él y de nadie más ¿Qué pensó? ¿Que ella correría a su lado casi inmediatamente después de la separación? ¿Qué no soportaría su ausencia? Lo cierto es que no, pero su orgullo la detenía, el orgullo y el sentido común de ir corriendo a buscarlo.
Pero el caso es que ahora tenía que ir a verlo. Y la situación la hacía rechinar los dientes de coraje. Los recuerdos se suscitaron en su memoria y la llevaron a esa tarde en que fue metida a la fuerza en esa camioneta por órdenes de él.***********
En el desierto, 6 meses atrás.
Después de haber intentado bajarse de la camioneta y descubrir que era imposible, se puso de espaldas a una de las puertas y se preparaba para patear la ventanilla cuando unos fuertes brazos la tomaron de la cintura y la retuvieron contra un cuerpo duro, sintió su aliento en el oído y por un segundo se quedó quieta.– Le dijo como si le hablara a un caballo y no a una mujer.
No me toque. – Siseó ella.
¿Por qué no? – Estando detrás de ella ciñó aún más sus manos a su cintura para después subirlas con lentitud y dejarlas a milímetros de sus pechos.
Si sigue por ese camino es hombre muerto – Con voz que esperaba sonara a hielo puro Gabriela se obligó a no estremecerse. Esas manos eran grandes y cálidas le provocaron un estremecimiento extraño.
Eres una prisionera. Tu posición aquí es la de mi prisionera, no estás en condiciones de amenazar ¿Sabías? – Ella no podía verlo por que lo tenía a sus espaldas gracias a como se había puesto para patear la ventanilla. – Tu única posición será debajo de mí – Le susurró al oído de nuevo para añadir con voz sensual y risueña al ver como ella se tensaba – Aunque posiciones hay demasiadas y estoy seguro que disfrutaré con todas ellas y tú también lo harás.
Con velocidad ella se retiró de sus manos y como él no se lo esperaba no pudo retenerla, se puso enfrente a él y con ojos centelleantes le dijo:
Primero muerta ¿Me oye? Me pone una mano encima de nuevo y juro que lucharé con todo.
No lo dudo. Pero no es necesaria tanta violencia. – Sonrió lentamente y se quitó el turbante dejando todo su rostro al descubierto. – Es algo que disfrutarás enormemente.
Gabriela no le respondió, estaba absorta contemplándolo ¿Así que no sólo sus ojos eran bellos? Estos eran del color del ámbar y estaban enmarcados por bellas pestañas, su rostro parecía cincelado por un experto que se había esmerado hasta lograr la perfección. Bello, pero de facciones fuertes, mentón firme, boca tentadora y espeso pelo negro que se le rizaba levemente en la nuca, lucía una barba si bien no espesa, recortada de tal manera que seguro lograba más adeptas femeninas. Agradeció llevar aún el rostro cubierto, así respetaba costumbres locales y se protegía del intenso sol, así que se había sujetado con firmeza lo que le cubría el rostro de tal manera que no había sido despojada de nada de su vestimenta en la breve lucha sostenida pocos minutos antes y ahora sólo se podían ver sus resplandecientes ojos azules, agradecía el ir así porque si no, él hubiera visto que literalmente se había quedado con la boca abierta al verlo. Al darse cuenta de ello la cerró no sin fastidio, pero permaneció sin articular palabra, se sintió sumamente tonta y exasperada.
Lléveme a la embajada de mi País – Dijo por fin.
Aún no. – Fue todo lo que le dijo y la camioneta empezó a moverse.
Atravesaron el desierto durante aproximadamente dos horas en esa camioneta enorme que tenía incluso una división de tal manera que el chofer no veía a los ocupantes, pero poco le importó porque ella en todo ese tiempo no le dirigió palabra alguna, desesperada y enfadada ¿Realmente iba ir a para a un harén? Por fin en la distancia alcanzó a ver un campamento, gente iba y venía vestida tradicionalmente y algunos llevando los colores que ya había observado con anterioridad azul oscuro y plata. ¿Dónde estamos? – Preguntó por fin. En mi harén del desierto – Le dijo tranquilamente y ella lo volteó a ver con ojos enormes que denotaban horror. No puede ser posible… Yo… – Dijo incrédula. Tú… ¿Qué? ¡No voy a ser una m*****a esclava sexual! No estés tan seguro de ello – Dijo por toda respuesta ocultando una sonrisa. Al borde de un colapso Gabriela intentó frenéticamente de nuevo abrir la puerta, sabía que era inútil, todo era inútil pero no podía quedarse allí sin hacer nada. Si lograras
¡Estoy aquí contra mi voluntad! Si no es un secuestro ¿Qué rayos es?Te salvé de una banda de asaltantes del desierto. Si supieras lo que hacen con las mujeres que encuentran, ahora mismo estarías besándome los pies por haberte librado de esa situación. Así que tienes mucho que agradecerme y pensándolo bien sería mucho mejor que no te limitaras a los pies. – Sonrió burlonamente.¿Es esto un harén? – Preguntó tratando de controlarse. ¿No?Eso fue lo que dije.Pero dijiste qué…Que era mi harén del desierto – terminó la frase por ella – Sí. pero he despedido a todos aquellos que no necesito, por ahora tú me bastarás
¿Por qué eres tan difícil? – Con una mano le tomó de la barbilla y le obligó a mirarlo, ella no hizo gesto de apartarse pues no quería que la viera como una cobarde. Los ojos de León adquirieron el tono del oro al fundirse y ella recordó lo que esa mirada significaba…deseo puro ¿Así que eso era? Aún no se había cansado de ella, aún no tenía suficiente y sobre todo no había estado listo todavía para desecharla y como magnifica culminación se añadía el hecho de que era ella la que había puesto tierra de por medio y se había ido, no había sucedido al revés. Sí había habido una separación previa, o ella así lo había entendido porque ¿se habían separado antes de que ella se fuera no? Lo diré una vez más – Se esforzó para lograr articular tan sencillas palabras, debería estar furiosa con él, pero lo cierto era que ahora no pensaba en otra cosa que no fuera ese deseo que la había consumido, efecto que no había quedado atrás y sentía en esos momentos - ¿Qué es lo qué pretendes? Te recuerdo qu
Él se sentó en una silla frente a ella muy atento, Gabriela lo ignoró, pero no le dio la espalda, no la iba a intimidar.¡Gab! Soy Ally… - El rostro de Gabriela cambió en cuanto supo quien le hacía la llamada, se iluminó y sonrió. Tenía mucho que no sabía de Allyson y saber de ella significaba saber también de Jack. Ambas amigas suyas.¡Cuánto tiempo! Te he echado de menos. – León arqueó una ceja al escucharla. Ese hombre con cualquier gesto por irritante que fuera se veía guapísimo. Así que mejor desvió la mirada. Y yo a ti, debemos ponernos al día. Jackie se casa en unos días y queremos verte. – Decía Allyson.¿Se va a casar? – Preguntó sorprendida. - ¿Jack? ¿Estás de broma?No, para nada. ¿dónde nos vemos?Nos vemos en… - ¿En dónde? Se preguntó Gabriela, ese mismo día tenía que arreglar las cosas con León, pero se moría por ver a sus amigas. - ¿En dónde están?Aquí en Milán ¿Qué te parece en la cafetería de siempre, en una hora más o menos?Perfecto, allí estaré. – Y colgó sintién
Entró y saludó con entusiasmo a las dos bellas mujeres que la esperaban, casi se le salieron las lágrimas de alegría. Se pusieron al día, les contó brevemente y con cero dramas el predicamento en el que se encontraba, ellas no se alteraron demasiado, pues sus propias vidas tenían sus más que justas dosis de emociones intensas y se enteró de la próxima boda de Jackie con el magnate griego Stefano Troyanos, las horas pasaron y la charla seguía siendo amena e interesante. Por un momento se olvidó de lo que le esperaba. De pronto volvió a la realidad pues su teléfono sonó y al ver la pantalla apretó los labios para no decir una palabrota. El número le era ya familiar pues Abdul lo había introducido en su móvil, era León. Se despidió compungida, pero con múltiples promesas de que se verían pronto. No contestó la ll
Lo vivido a su lado regresó con fuerza mientras ella cerraba los ojos y se recostaba en su asiento. Estaba muerta de miedo esa vez cuando ya estaban solos y ella seguía exigiendo que la regresara a su País o por lo menos a la embajada. Miedo a él y a su propia reacción frente a ese increíble hombre. Para sorpresa de Gabriela él se recostó entre suaves e invitadores almohadones que había en la habitación y la invitó a hacer lo mismo. No, gracias. – Rechazó ella. - ¿Podría enviarme en un helicóptero a la capital de Durban? – Se aventuró a pedirle. – Fue la escueta respuesta. ¡¿Por qué no?! – Exclamó ella al borde de un ataque de nervios. Vamos a cenar. – Respondió como si tal cosa, como por arte de magia entraron varios sirvientes quienes sirvieron abundante comida en bandejas y después de múltiples reverencias se alejaron dejándolos nuevamente solos. Ella no había comido desde… ya ni se acordaba y muy a su pesar tuvo que admitir que tenía bastante hambre. Además, si quería esca
Un sonido la despertó, era como el de un chapoteo en el agua. Abrió los ojos lentamente y vio que estaba totalmente sumergida en una enorme tina, mientras dos mujeres dejaban caer aceites en el agua que estaba deliciosamente fresca, su cabeza estaba apoyada sobre una toalla y era sujetada por Jazmín. Palpó su cuerpo y con asombro se dio cuenta de que estaba desnuda, preguntó a Jazmín quien la había desnudado. Yo le quité el resto de la ropa. Nadie más lo hizo, le doy mi palabra. Mi amo me lo ordenó. Él jamás le haría algo a una mujer en contra de su voluntad y menos en el estado en el que se encontraba. – Terminó de decir la joven con toda la convicción del mundo que ella no tuvo más que creerle. Gracias Jazmín. – Dijo en un susurro. Que débil se sentía, cosa que le extrañaba por que ella no era ninguna debilucha y no era el primer sitio inhóspito en el cual hubiese estado. – No sé que me pasó. No se trata solo de una insolación me temo. – Le comunicó la joven. – Un médico ha estado
Apresúrate. – susurró, no había querido que su voz saliera así pero no había podido evitarlo.Siempre tan impaciente. – dijo él abrochándolo al fin y levantando su rostro quedando a escasos centímetros del suyo. –dorados pensó ella, son dorados cuando desea algo, cuando me desea a mí. Oscuros casi negros cuando se enfada, de un suave avellana cuando está tranquilo, y café verdoso cuando se concentra o cuando está bajo tensión que no sea la femenina. Él vio sus labios… Vamos a despegar, debes abrocharte el tuyo. –Gabriela se obligó a romper el momento, o si no se odiaría por haber sido ella la que iniciara el acercamiento, la que iniciara un beso.Gabriela no podía fingir dormir esta vez, les quedaban sus buenas cinco horas de viaje y ella ya había dormido lo suficiente. Había tomado su laptop y abierto la historia que erróneamente pensaba publicar en breve, el giro de los acontecimientos le planteaba preguntas ¿podría hacerlo ahora que era una Princesa? La sola palabra y todo lo que