Uno de los abogados se encargó de hacer de secretario de la reunión que, pese a estar siendo grabada, también contó con las anotaciones que haría el recién designado sobre los acuerdos a los que las partes llegaran.
Carrara se encargó de introducir el objetivo de la reunión, que no era otro sino el de llegar a un acuerdo sobre lo que Emily y Javier estaban enfrentados.
—Y evitar las costosas y largas demandas que ello pudiera acarrear —precisó Carrara sin apartar su mirada de Emily, a quien iba dirigida esa advertencia.
—Yo quiero decir algo —dijo Emily al sentirse aludida por el último comentario del abogado—. Y es que, además de mi representante, amiga y asistente Marge, también cuento con la asesor&ia
Habría sido mejor entregar el canal, sin ningún tipo de indemnización ni pago, luego de reconocer, ante todos sus seguidores, que no era más que una tontarrona y firmar un documento en el que se obligaba, de por vida, a no volver a grabar un solo video o tomarse una foto, antes que aceptar lo que Carrara acababa de proponerles.—Por ningún motivo y bajo ninguna circunstancia, voy a casarme con este sujeto ¡Nunca! —dijo Emily, con los brazos cruzados y la espalda recostada en el sillón de la lujosa sala de juntas.—Por primera vez, creo que estoy de acuerdo con mi contraparte en que me es inaceptable un arreglo así —dijo Javier, también de brazos cruzados y recostado contra el espaldar de la silla.—Si me per
Sin sorpresas, ni letra pequeña, ni extraños países en los que sería aplicado o verificado el contrato, con expresiones lo más claras posibles y la firma, ante un notario, que leyó y verificó la autenticidad del nuevo contrato, Leidy Emilia Roxana de la Vega y Naco Javier Patricio Cifuentes, se comprometieron a contraer matrimonio en treinta días contados a partir de la fecha.—Solo les pido —dijo Carrara cuando Javier terminaba de poner su firma—, que no se hagan trampas, no empiecen a atacarse ni distorcionen el sentido de lo que están suscribiendo, y así se ahorran problemas mayores, ¿les parece?—Solo debo anunciar, en mi canal, que al final sí me caso —dijo Emily—, y hasta voy a organizar un concurso para el dise&ntild
Se acercaron a la barra para pedir tres cervezas, luego de haber conseguido atravesar por un espacio, casi contra las paredes del bar, por el que la densidad de personas reunidas era menor y en donde solo les chorrearon en dos ocasiones.—Creo que estos sitios ganan más por el licor tirado al suelo que consumido —dijo Javier cuando alcanzaron su objetivo.—Ahora viene lo más difícil —dijo Emily, acodada contra la barra, a su lado.—¿Lo más difícil?—Conseguir la atención del barman.Javier la miró incrédulo, hasta que vio a varias personas que, habiendo llegado después de ellos, conseguían sus bebidas sin que a &ea
El sol se filtró por el resquicio del blackout que la extensa cortina no alcanzaba a cubrir por un milímetro que solo podía ser detectado si se tenía la suerte de Emily en ese momento, cuando, a dieciséis grados exactos del punto por el que se filtró el rayo del astro rey este coincidió con sus pequeñísimos ojos cerrados, quemando los párpados peor que si fueran los de un vampiro.—Aaaaaaaaayyyyyyy —Se lamentó la joven, con el mismo tono de voz que hubiera empleado una momia luego de que su sueño de trece mil años fuera interrumpido por un curioso arqueólogo—. Maaaaarrrrrccccchhhh, el soooool. Aaaaaaaayyyyy.Después de quince minutos de una quemadura que comprometía su salud mental en el cortísimo plazo, Emily se d
Abrió los ojos al sentir algo extraño a su lado. Era como un muñeco de felpa, pero menos peludo, aunque suave y mullido. Primero pensó que debía ser Emily, a la que a veces le gustaba pasarse a su cama, en especial si había trasnochado viendo una película de terror, pero era demasiado grande y pesado para ser ella, mucho más menuda y delgada, incluso era unos centímetros más bajita que ella, contrario a lo que estaba estorbando su sueño, que era pesado y enorme.Con los párpados todavía a medio despegar, no reconoció lo que era, envuelto en un barullo formado por las sábanas y el cubrelecho. A punto estuvo de descubrirlo cuando, al estirar su brazo, sintió que estaba desnuda.«¡Miércoles!», pensó al
Ya de regreso en casa, y habiendo dormido en sus habitaciones, Emily y Marge realizaron, editaron y subieron no solo el video de las sugerencias ganadoras del concurso para “poner en jaque” a Javier, sino también el que anunciaba la encantadora noticia que le daba un final feliz a la presión que los seguidores de EmiCrusher habían ejercido sobre el renuente multimillonario e hizo realidad el sueño de la influencer de contraer matrimonio con el apuesto dueño de una de las principales criptomonedas del mundo.—Estoy muy feliz y quiero agradecerles a todos ustedes su apoyo —dijo Emily en el especial que realizó por el feliz anuncio de su boda, que se llevaría a cabo en menos de veinticinco días—. Este será un mes lleno de concursos, especiales, streams y juegos en vivo, en el que les estaré dando exclusivas sob
La llamada se prolongó más de lo que Marge consideraba conveniente y eso solo podía significar que iba a haber problemas, o que ya los había, pero que estaban por empeorar. No pudiéndose concentrar en su trabajo, por la ansiedad que cada minuto se hacía menos tolerable, Marge se acercó a la puerta de la habitación de Emily para intentar escuchar cualquier cosa que le diera una idea de lo que estaba sucediendo. Cuando llegó y, oyendo solo un lejano murmullo, adhirió su oreja, con la esperanza de escuchar mejor, la puerta se abrió contra su cara.—¡Ay!—¡Qué haces, chismosa!—Lo siento, lo siento. —Se disculpó Marge—. Es que no podía soportarlo más, te demoraste un mont&oac
El taxista tardó casi veinte minutos en acomodar el equipaje de la mamá de Emily y, pese a tener un vehículo con un baúl grande, las tres mujeres debieron estrecharse en el asiento trasero para dar espacio a las maletas de Estefanía, a las que tampoco bastó con ocupar el asiento del copiloto.—¿Es que piensas quedarte a vivir conmigo y te has empacado la sala? —preguntó Emily cuando, exasperada, vio que casi tuvo que cargar a Marge en sus piernas para que cupieran en el taxi.—No seas exagerada, chiquita, que son solo unas cositas —contestó Estefanía—. Lo indispensable para el tiempo que queda hasta tu boda.—Te apuesto que se alarga a dos o tres años, después de tu boda —susurró