–Shawn nunca se ha enfrentado con más de dos tíos a la vez –Miles pronunció, confirmando lo que Shawn me había dicho por teléfono. Conduje lo más rápido que pude para poder llegar lo antes posible, cinco minutos habían pasado como yo había dicho y entonces, cuando bajamos del coche y comenzamos a correr buscándole por todas las calles comencé a escuchar a lo lejos un barullo que me resultó desgraciadamente familiar.–Por favor, que no sea él –rogué para mí misma en alto, y finalmente llegamos al lugar de donde procedía todo aquel ruido. Una persona miró hacia atrás, chocando su mirada conmigo y con Miles pero solo fijándose en él, abriendo exageradamente sus ojos y golpeando suavemente al chico de al lado para que este
–¿Le dijiste que le querías y te echó de su casa? –Ezra asimiló todo lo que acababa de contarle y lo resumió en aquella pregunta, asentí mientras mis ojos seguían en el techo de su piso, tirada en su sofá. Habían pasado varios días en los cuales no había visto a Miles, y tampoco había tenido el valor de contarle a alguien como me había roto el corazón por primera vez–. Vaya... ese tío realmente es un hijo de puta... Si te deja ir sin hacer nada, es un gilipollas, y él no tardará en darse cuenta de ello también –declaró y no emití ningún sonido, sin ánimos de hacerme esperanzas a mí misma sobre Miles dándose cuenta de que había cometido un error–, si te sirve de algo, yo no te habría dejado ir –confesó y le miré con confusión elevando una ceja ante su declaración–. ¿Qué? –Se encogió de hombros. –No es mi culpa que seas una chica que realmente merece la pena.–Gracias, supongo –respondí mientras me incorporaba en su sofá y observaba como un somnoliento Dexter entraba en la sala refregá
Abrí los ojos cuando un gran dolor me recorrió todo el cuerpo, estaba en una cama que no debería ser mía pues el techo de la habitación no lo había visto nunca, y fue cuando miré al lado y observé como Shawn se encontraba sentado en el suelo, recostando su cabeza en la cama y con una mano entrelazada a la mía. Le miré con más detenimiento asegurándome de que realmente estaba dormido y sonreí de ternura, me incorporé un poco, notando una molestia en mi estómago y un gemido de dolor se escapó entre mis labios.—Indie —Shawn pronunció abriendo los ojos y mirándome tan rápido como me había quejado. —¿Qué pasa, niñato? —saludé como siempre hacía, y mi voz salía más ronca de lo que debería haber sonado. No obtuve ninguna respuesta de su parte puesto que casi se abalanzó sobre mí, envolviéndome con sus brazos para atraerme a él de la manera más delicada que pudo. —Shawn, eh, Shawn, vas a romperla. —Oí la voz de voz de Ezra y observé como se encontraba apoyado en el marco de la puerta, mirá
Los días habían pasado después de aquella llamada telefónica de Miles tras la cual no le había vuelto a ver ni sabido noticias de él. Ezra y yo continuábamos en la búsqueda de un puesto de trabajo para él a la vez que me preparaba los exámenes de la universidad.—Señorita Harris, ¿podría venir un momento? —el profesor de escritura creativa me llamó antes de salir de clase, me acerqué a su mesa bajo su mirada.—¿Pasa algo, profesor? —quise saber y esperó a que todos los alumnos se hubiesen manchado de la clase para hablar.—He leído tu trabajo,un infierno de hieloes realmente cautivador, parece más una historia que un estudio de su personalidad, te hace sentir a lo largo de las páginas, y realmente has conseguido trasmitir esa sensación de dolor en el pecho que s&eacut
—Vámonos de aquí, Shawn —rogé mientras observaba como el moreno se pegaba más a la puerta para escuchar mejor de aquella última frase.—¿Acabas de escuchar eso? —dijo mientras tiraba de su camiseta hacia los vestuarios para coger las cosas y largarnos de allí.—Es igual —le resté importancia mientras seguía arrastrándole fuera de allí.—Pero...—Shawn, he dicho que es igual. (...)Aquella mañana había dado el paso por fin y aceptado la publicación en la revista de "Un infierno de hielo" realmente no sabía si lo que había sentido al hacerlo habían sido nervios por saber donde aquello podría acabar o era la voz en mi cabeza que no paraba de repetirme que iba a arrepentirme, aunque esta solo hablaba por la parte de mí q
—¿Papá? —pronuncié cuando abrí la puerta de mi apartamento, observando a mi padre parado frente a mí con una pequeña sonrisa. —Hola, princesa —dijo y sonreí lanzándome a sus brazos para abrazarle fuertemente, llevaba sin verle demasiado tiempo, y eso que no solía verle a menudo. —¿Qué haces aquí? —¿Es que acaso un viejo no puede pasar a ver a su hija? —respondió ofendido. Me callé las ganas de reclamar que podía haberlo hecho en alguno de estos meses atrás, hacía más de medio año que no nos veíamos, y no haberle podido ver siquiera en navidad aún me quemaba. Me eché hacia atrás para pudiera pasar dentro del piso—. Vaya, ni siquiera parece un piso de estudiantes, está demasiado ordenado. —Tenemos a Holden, es un maniático de la limpieza. —Me encogí de hombros y fue cuando Socks apareció frente a nosotros, mirando desconfiado a mi padre, acercándose a sus zapatos para olerle. —¿Primero un conejo y ahora un perro? ¿Cómo se sienten tus compañeros de piso al respecto? —Iba a responde
—No creo que sea el momento adecuado para esto. —Fue mi única respuesta, lo último que necesitaba era a Miles volviendo a poner mi mundo patas arribas, mas de lo que ya lo estaba. —Esperaré —susurró en la otra línea.—No quiero que esperes, porque no sé qué voy a querer cuando mi cabeza se aclare.—Me da igual.—Miles...—Voy a esperar, Indie —me interrumpió y podría decir que pocas veces me había llamado por mi nombre, estando de segura de que no habían sido más de cinco—, porque tú creíste que yo merecía la pena, y quiero demostrarte que no estabas equivocada. —Que lo digas y lo demuestres es muy diferente. —Por eso necesito esa oportunidad, quiero caer por ti como si no necesitase salvación de ello. —Pero no ahora.—Cuando sea que tú estés preparada. —Adiós, Miles. —Le escuché respirar y un silencio tomó nuestro espacio hasta que finalmente volvió a hablar.—Adiós, Harris. (...)—Hay dos chicos preguntando por ti en la sala de espera, cariño —pronunció mi madre
Abrí los ojos confundida sintiendo como mi cabeza no dejaba de darme vueltas. Me giré en la cama que empezaba a creer que no era la mía y, cuando mi mano aterrizó sobre un pecho desnudo, mis ojos se abrieron completamente. —Mierda —mascullé cuando flashes de la noche anterior cayeron sobre mí como un balde de agua fría. Salí lentamente de la cama y cogí toda mi ropa que estaba en el suelo de la habitación. Observé una vez más a aquel chico dormido profundamente, su piel era morena al igual que su pelo y me sentí mal al no recordar el color de sus ojos. Me puse la ropa lo más silenciosamente que pude, llevando mi móvil y mis zapatillas en la mano mientras salía de la habitación.—Buenos días, muñeca, ¿tan mal estuve anoche que te vas a hurtadillas? —Escuché una voz detrás de mí y maldije en silencio decidiendo si girarme o salir corriendo sin siquiera contestarle.—Podría darte una respuesta sincera si recordase algo, pero no lo hago. Fue un error —dije girándome a verle recostado en