Presente.
“muerte”
“Muerte”
“Matar”
Otra vez las voces en mi cabeza, no entendía el porqué no cesaban, no entendía de dónde venían, cada vez estaban más y más presentes. No podía ignorarlas por más tiempo, era imposible hacerlo, simplemente aumentaban su todo de voz haciendo que mi cabeza palpitara.
La miré de reojo. Ella sería mi boleto de salida, mi llave maestra; sus ojos azules eran tan intensos como el agua, nunca había visto ojos tan hermosos como los de ella en mi corta vida; niego con la cabeza sin entenderme. No debería pensar así, no debía ser condescendiente, ella era lo que era, ¿o no?. ¡No dudes!
- No dejes que ella cambie tus planes Alec-me dije a mi mismo tratando de convencerme de que lo que haría era correcto.
Tenía que escapar como diera lugar.
Soy una infamia, podría llamarme así, por eso creo que mis padres me dejaron aquí, en este agujero negro. Por eso estoy enserado aquí, como la basura que desechas, como algo insignificante. Pero llegará el día en que escape, salir de entre tantas paredes y dejar de ser el títere de la Señora Rebeca, era momento de que dejara de ser su perro; y ella me ayudara.
“Ella es más que tu llave maestra Alec”- dice Damián, una de las voces de mi cabeza.
“¡Ya nos ha puesto nombre!”- Hansel- “¿El mío tiene que ser el más ridículo?”- bufa.
“Te ha puesto ese, porque eres un idiota”- Damon- “¡Hasta el mío es lindo!”
-Cállense- ordeno cuando el dolor de cabeza vuelve a aparecer.
Hacia un estruendo afuera, me senté en un rincón observando el poderío que emanaba de la tormenta, las paredes de cristal, empezaban a empañarse y el frío aumentaba, me gustaba. Amaba la lluvia, y más cuando se unía la fuerte brisa a él, no podría explicarlo, pero el frío era placentero, me daba ese momento de paz que tanto buscaba y con suerte podía llegar a encontrar. Ya era la hora de la cena, pero no tenía ganas de comer avena espesa y salada, no sé cómo los demás lograban tragarán aquello, aunque no me importe los demás, solo ella. Al final no entendía mi preocupación hacia su persona, pero en el fondo ahí, y no quería luchar contra ello, era agotador hacerlo. Pronto me iría así que no que preocuparme por más tiempo.
El único que comía bien en este lugar, era Sander, corrección, en idiota de Sander, el que era el peón de la señorita Brooks. Una mujer de carácter fuerte, cruel y despiadada, siempre tenía un reloj de mano, atenta al tiempo, como si se fuera a acabar, mirada fría y risa malévola. Y nunca se nos olvide el látigo de cuero, el que cada vez que podía, disfrutaba conmigo. Rebeca y Brooks eran las encargadas del Orfanato, Rebeca siempre estaba en la oficina buscando formas de ganar dinero conmigo, mientras que Brooks quería otras cosas mucho más crueles.
“¡Ting!” “¡Ting!” “¡Ting!”
Levante la mirada, el reloj marcaban las doce, ya era hora. El tiempo había pasado rápido, y la tormenta afuera no cesaba, el viento azotaba con más fuerza contra la ventana. Camine por los pasillos con cautela, esquivando difícilmente las cámaras de seguridad, hasta llegar a la oficina de la señorita Brooks. Sí, sabía perfectamente que no debía meterme con la mujer, pero las reglas estaban hechas para romperlas, y no cenaría avena, por lo que tenía una muy buena excusa.
Abro la puerta con sigilo, y esta suelta un ruido chillón, miro a mi alrededor asegurándome de que no hay nadie; diviso el pequeño cajón que tenía la mesa llena de libros, me acerco a él, y allí estaba lo que tanto buscaba, unas cuantas galletas dulces y una botella de leche, la cual la Señorita Brooks se aseguraba de comprar todas las mañanas.
Al cerrar el cajón, de la mesa caen algunos papeles, y me asusto al ver su nombre en ellos, los leo rápidamente, y me lleno de melancolía y de felicidad. Mañana, mañana tenía que ser, por ella llegarían pronto. Revisé los papeles grabándome los nombre y direcciones, información que me asegurara de que estaría en buenas manos
Salgo con rapidez, asegurándome de haber dejado todo en orden.
Abro la puerta del cuarto con cautela, entro y cierro la puerta detrás de mí.
_ ¿Ángel?…- susurro, miro a mi alrededor y no la encuentro- ¿Ángel? - me preocupo.
Mi cuerpo tiembla levemente por la preocupación, y me azota el frío con violencia.
De debajo de la cama, sale una cabecita, y sus ojos azules, me miran aliviados.
-¿No eres muy grande para esconderte debajo de la cama? - le sonrió, caminando hacia ella, escondiendo detrás de mí lo que traía, la molesto un poco, con ella no era tan difícil son reír- ya no eres una niña de cinco años, ya tienes ocho años- dije en forma de orgullo, mi corazón se aprieta contra mi pecho y lo siento palpitar con fuerza; se sonroja. Sus mejillas adquieren ese color característico que me gusta, y aunque no entienda el porqué, lo lograba con frecuencia.
Se sienta en la cama, y la acompaño.
- Feliz cumpleaños Ángel…- susurro, sacando lo que tenía escondido.
La pequeña vela iluminada el pequeño cuarto, las galletas la rodeaban, fieles a ella, y la botella de leche era el acompañante. Sus ojos se iluminan. Era lo poco que había conseguido para ella, y aunque sé que lo pagaría caro después, en ese instante no me importaba. En cambio el brío que había en sus ojos era suficiente, para que el futuro me importara una mierda.
-Pide un deseo…- la animo. cierra los ojos suavemente y sopla con dulzura. La vela ilumina su rostro y confirmo, ella es realmente bella.
Vuelve a abrir los ojos, y me mira con esperanza.
-¿Cuál fue tu deseo? - pregunto queriendo saber el porqué de aquella mirada. Había un brillo particular en ellos, de añoranza.
- Si te lo digo no se cumplirá.
Sonrío, negando con la cabeza.
-¡Gracias por hacer que mi cumpleaños, sea el mejor del mundo Alec!- me abraza con fuerza, y le correspondo. Su cuerpo choca contra el mío, y aprovecho para estrecharla con fuerza en mis brazos. Sentir una punzada en el pecho, y creía saber el porqué, pero no podía echarme para tras, debía ser mañana.
Mañana, mañana será el día
Cápsula
Muchos dicen que los reencuentros son los momentos más estresantes, donde los nervios fluyen y la mete se vuelve un caos. En realidad, es todo lo contrario. Los reencuentros son los momentos más felices, tienes la oportunidad de volver a ver a esta persona que extrañaste durante un largo tiempo, que pensarte y que tuviste en tus sueños. Sin embargo la mente humana piensa que son los reencuentros los momentos inmemorables, pero en realidad son las despedidas; despedidas que te marcan, son tan estresantes que hacen que el cuerpo transpire, que los ojos se muevan con locura, que la piel se erice y que el corazón se destroce. Si, las despedidas son lo más difícil, hay despedidas que te marcan toda la vida, que no se pueden olvidar nunca, no por la despedida misma, sino por la persona, esa persona que no importa cuanto tiempo pase la mente sigue recordando como si fuera ayer, y cuanto más tiempo pase, más duele, porque a la final hay promesas que son cada vez más difícil de cumplir. Pero aunque la vida se me vaya en ello, lo lograré, la volveré a ver.
Alec.
Ya todo estaba listo, ella pensaba que se iría conmigo, pero no, por ella llegarían hoy. Le esperaba un mejor futuro, un futuro el cual deseaba para ella, algo mejor, una vida mejor, conmigo no tendría nada de eso. Y aunque me doliera el pecho, era verdad. Ella solo era mi boleto de salida, así debía pensar. Habían pasado veinticuatro horas, y aún no sabía cómo decirle que no se iría conmigo, no encontraba las palabras correctas, y en realidad no había.Me levanto de mi cama, y diviso la cama que está a mi lado, donde está profundamente dormida. Su respiración es calmada, tranquila. No me gustaba para nada la idea de despertarla, pero necesitaba su ayuda, debía irme del orfanato-“Estás listo”- asegura Damon.
Estaba de vuelta, estaba aquí otra vez, reconocía las calles a la perfección, mi cuerpo temblaba y trataba de controlarlo. La emoción me inundaba, estaba de vuelta, aunque era un niño cuando todo había ocurrido, podía reconocer todo lo que me rodeaba, el lugar no había cambiado mucho. Los niños correteaban despreocupados, y aunque el orfanato estaba bastante retirado del pueblo, había terminado ahí después de que mis padres hicieran lo que hicieron, “Estás emocionado, idiota”- Hansel se queja por mi arrebato de emoción. No le preste atención, no permitiría que su amargura cambiara mi buen ánimo. “¿No quieres volver a verla?”- Damián Y mi humor poco a poco, más me voy acercando, cada vez la inseguridad se apodera de mí. Y aquello solo lo lograba ella, solo tenía
_ ¿Qué aras? Ella sigue sin reconocerte- dice Arlen, un chico de mí misma naturaleza, sacándome de mis pensamientos.Eso lo sabía a la perfección, y no ayudaba de mucho sus comentarios. Suspire.Arlen no solo era un gran amigo, sino que también era familia, era el que siempre me hacía aterrizar al mundo real, y no de una forma agradable._ Ya lo sé – me revolví el cabello en demostración de mi frustración- quisiera decirle todo de una maldita vez… Pero eso es imposible- traté de dejarme llevar por la vista de la gran ciudad a mis pies._ ¡Olvídala!- dijo con simpleza.“Él no entiende”- Hansel.Por primera vez estaba de acuerdo con él._ No…- dije secamente._ Hermano- se acercó hacia mí- no entiendo tu obsesión por esa chica- sus ojos verdes tratan de convence
Ángel:Ya la noche había caído, eran alrededor de las siete de la noche. Había llegado caminando, el frío me congelaba los huesos, y aunque llevaba abrigo no me servía de nada. Sierro la puerta detrás de mí, suspiro. Estoy en casa, mi acogedor apartamento, me daba la bienvenida con un soplo de calor hogareño, aunque vivía sala en un lugar tan amplio.Mi celular, vibraba en mi bolsillo, y con cansancio contesto la llamada, sin importante de quien se tratará._ Cariño, buenas noches…Reconocí al instante la voz, mis ojos se iluminaron, hacía mucho que no teníamos una charla, ella trabajaba de noche, y yo de día, horarios distintos, miles de kilómetros._ Buenas noches, mamaHabía extrañado a mi madre, era una gran amiga y confidente. Aunque nos separaba muchas cosas, siempre tratábamos
Caminaba de regreso a casa. Hacia un frío de los mil demonios, y el abrigo que llevaba puesto no servía para nada, bujo pesadamente, de mis labios sale humo por el frío. No entendía por qué las noches se estaban volviendo tan frías.Me faltaban tan solo unas cuantas cuadras más, las calles andaban desiertas.Sentía una mirada encima de mí, mire precavidamente a mi alrededor y no había nadie, avancé más rápido. Unos pasos me seguían, voltee bruscamente, y no había nadie. El miedo empezaba a cubrir mi cuerpo, acelere mis pasos hasta el punto de empezar a correr, pero con mi mala suerte, tropiezo y caigo al suelo._ Mierda y más mierda.Mi cuerpo se encuentra con el frío pavimento, y cierro los ojos asustados, al escuchar que aquellos pasos se acercaban desesperadamente._ ¡Ángel estás bien!- una voz preocupada izo
Aquella expresión en su rostro, me partió el corazón, por ella aquel órgano, palpitaba, y no entendía él porque. Mi Ángel, estaba dolida. No sabía cómo explicarle, como decirle que conmigo corría peligro, no por quienes me rodeaban sino, por quien era.Una infamia, un monstruo, una decepción, alguien que no la merece. Pero nadie la merece más que yo. Ella, era todo lo que tenía, era un libro abierto que me encantaba leer, era el amanecer que esperaba todas las mañanas por ver, era las estrellas que iluminaba mi noche, ella era todo. Mi Ángel.Con brusquedad tiré mi escritorio a un lado, dejando que todo lo que estaba en él, callera al suelo; la pequeña biblioteca que tenía al lado derecho que la habitación, la destruí. Todo lo que tenía a mi alrededor lo volví añicos, me deje llevar por el dolor, la preo
Ángel:Estaba cómoda, me sentía relajada. Sentía un cosquilleo, en la mejilla y poco a poco bajaba por el contorno del cuello, y se volvió a repetir otra vez el procedimiento, me queje y voltee la cabeza, me volvía a acomodar para seguir durmiendo._ Ángel, despierta… Tienes que comer algo.Aquella vos me parecía lejana, pero familiar, pero quería seguir en los brazos de Morfeo, me sentía tan cansada._ Ángel… Despierta bella durmiente._ No quiero.Aquella persona sonrió, no sabía quién era, pero no me importaba mientras me dejara dormir._ Te traje algo que te va a gustar…_ No importa…_ ¿Estás segura? Es lasañaMis ojos se abrieron, el sueño se fue._ Donde esta…Busque a mi alrededor y había una pequeña bandeja, mis ojos se
Ángel:Alguien tocaba la puerta, abro los ojos con pereza, Salgo de entre las sabanas y abro la puerta. Mi sorpresa era mucha, en frente de mí estaba un Alec con la cabeza gacha, vestido de una más informal, unos vaqueros y una camiseta, tenía el pelo desordenado y mojado, me imagino que se acaba de dar una ducha, el pelo lograba cubrirle de forma mínima la cara.De detrás saca una rosa, sus pétalos eran de un rojo intenso, era realmente hermosa, además era una de mis flores favoritas._ ¿Gracias?Fruncí el ceño._ ¿Ya no estas molesta conmigo?Notaba un estibo de esperanza en sus ojos, aquellos ojos platinados me miraban cautos, como si temieran que saliera corriendo.Alec:Paciente mente esperé su respuesta. La tenía en frente de mí, y sabía quién era, y eso significaría problemas, pero no me importaba