Miro a la mujer que está sentada a mi lado con sus ojos cerrados descansando después de haber llorado al confesarme el infierno por el cual ha pasado, y si bien sigo creyendo que es insoportable y muy arrogante; ahora la comprendo un poco más. Lo que sí es innegable es que su rostro parece el de un ángel, aunque de eso no tiene absolutamente nada 《¿o quizás sí?》
Sus ojos se abren sorprendiéndome infraganti y por un
Llego la hora, este es el momento donde todo empieza, donde nuestro teatro abre el telón para comenzar esta función llamada "matrimonio". Bajamos del avión y caminamos a través del aeropuerto intentando pasar de ser percibidos, pero no lo conseguimos y es que hay un pequeño detalle que ella no sabe, en Italia soy el soltero más codiciado y por eso tengo hasta “fans.”— ¡Gianluca! — Gritan un grupo de chicas y se acercan a mí.&mda
Al parecer a mi familia le ha caído de maravilla mi falsa esposa, y esos fantasmas que los rondaban por ser la hija de Ankor. A Danna, Paola, mi padre, el esposo de Danna, e incluso a mis sobrinos los ha tratado bien y no sé si es una fachada o realmente puede llegar a ser así de amable. Al que aún no ha conocido es a Kino y no sé si le gusten los perros o no, pero tendrá que aceptarlo. La ayudo a subir sus maletas hasta el cuarto de visitas y al abrir la puerta, ella entra y se queda mirando a su alrededor con dudas.—¿Muy pequeño comparado con tu castillo? — Le pregunto casi desde la entrada de la habitaci
—¿Y tu esposa? — Me pregunta Danna al entrar a mi cuarto ya que la puerta estaba abierta.—En su torre. — Le explico sin ganas de nada.—¿Su torre? — Cuestiona confundida.—Ah, es que tu no sabes... es una princesa. — Le digo de manera sarcástica.
(Horas después)Golpeo a su puerta para que nos vayamos a cenar y la espero con la mayor paciencia posible, recordando los consejos de mi hermana. —¡Ya voy! — Me grita del otro lado de la puerta.—De acuerdo— Murmuro y me pregunto si las mujeres normales demoran en arreglarse, ¿las mujeres como ellas cuanto tardaran? Coloco mi espalda sobre la pared del pasillo y sigo esperándola...
Aparto su silla de la mesa que está ubicada en un rincón de esta terraza que tiene una vista espectacular a la ciudad, y ella se sienta cuidadosamente para que su vestido no se suba más de la cuenta. La verdad debo agradecérselo, al fin y al cabo, no soy de piedra.—Gracias. — Me dice con una media sonrisa.—Un gusto rubia, ya sabes debo ser amable con mi angelical esposa. — Respondo con una sonrisa.—Tu angelical esposa puede convertirse en una fiera si sigues con ese sarcasmo. — Me advierte haciendo que me ría.—Va bene... sabes, creo que tú y yo deberíamos tener una regla cada vez que salgamos juntos. — Comento.—¿Y esa regla seria? &mdash
《¿Quién diría que esta mujer y yo estaríamos entrando a una discoteca juntos?》 Realmente no creía que esto fuera posible después de nuestra guerra de poderes; esa que hemos estado combatiendo desde el momento en que amanecimos juntos en aquella cama. Observo a mí alrededor y puedo notar como muchas personas nos quedan viendo. Seguramente me han reconocido, aunque creo que los hombres que tienen su mirada fija en nosotros lo hacen por ella.—Si yo no estuviera contigo, seguramente ya se te hubieran acercado a hablarte. — Le comento al oído.Su mirada se clava en la mía y luego una media sonrisa se dibuja en su rostro. —Creo que, si yo no estuviera contigo, no dormirías solo esta noche. — Rebate y no sé si es br
—Rubia, despierta... hemos llegado. — Le repito intentado despertarla ya que se quedó dormida en el auto.—Mmmm... — Es lo único que murmura y lentamente intenta abrir sus ojos.Quien la viera diría que es un angelito, pero no tiene nada de angelical. Viendo que vuelve a cerrar sus ojos decido bajar del auto e ir hasta su lado. Abro la puerta del pasajero y me agacho.—Arya, vamos anda. Sé que estas cansada, pero es solo cuestión de entrar a la casa. — Le digo como un tonto que intenta convencer a una niña, pero mire por donde la mire no encuentro a la niña.—Ya va... — Murmura aun dormida y la verdad es que me da mucha risa.—De acuerdo, déj
Salgo al jardín para buscarla y hablar con ella acerca del acuerdo de división de bienes que ha mencionado esta mañana en el desayuno, y para mi sorpresa me la encuentro recostada en una de las tumbonas en bikini tomando sol. Me quedo inmóvil por un instante a la distancia y la observo. Definitivamente esto se pone más difícil a cada día que pasa. Ya me estoy empezando a preguntar si alguien la ha enviado para ser probado en mi caballerosidad.Trago saliva un poco más exageradamente de lo necesario y camino hacia ella. 《Gianluca, creo que lo tuyo es el masoquismo. En vez de alejarte y esperar a hablar con ella cuando este vestida, no... aquí vienes tú y te acercas para observar cada una de sus curvas más cerca y seguir recordando como lucia su figura aquella mañana. ¡Basta! ¡Conc