Ubicación: En alguna parte de Luisiana. Carlisle... Año 1990. Mil novecientos noventa, el año que se estaba preparando para decir un breve adiós y decirme cómo los siglos pasaron lentamente, pero al mismo tiempo rápidos. Y que Bill Clinton toma posesión como el 42º presidente de los Estados Unidos. He visto tantas cosas sucediendo, que cualquier ser humano ha vivido tanto y visto tantas barbaridades de su raza. Ya se habría matado de angustia y tristeza. Sin embargo, yo era un íncubo. Un demonio que podía vivir durante milenios, y presenciar cualquier cosa. Tener lo que quisiera y quitar cualquier obstáculo de mi camino, como si soplara polvo al aire. Sin embargo, me estaba divirtiendo con mi comida y otros tipos de juegos. Suspiré lentamente, en una sonrisa diabólica. Mientras yacía en mi pecho una mujer dormida. Deslicé mis dedos desde sus pechos hasta su cuello, inclinando su cuerpo desnudo. Como si fuera sólo una muñeca en mi dominio. Sostuve firme mientras lleva
Ubicación: Columbia, Estados Unidos.Carlisle... Abrí mis párpados aún aturdido por ese sueño, extrañamente el pasado estaba volviendo para torturarme. Y que parecía decirme algo sobre lo mismo. emmeline... Nunca la olvidé desde que toqué su mano ese día, en mil novecientos noventa el mismo mes que estábamos, en diciembre. Y tuve esa tormenta de imágenes en ese momento. Que se convirtieron en varios tipos de pinturas, tiradas en cuadros que hacían un círculo en un giro sin parar. Que me dejaba confuso hasta hoy. Suspiré llevando mis dedos hasta mi bella cara y sentí mis dedos temblar, lo alejé y observé aquello con atención. ¿Cómo iba a explicar tales cosas? No sabía lo que sucedía. Y nadie de mi raza tampoco. Puse mi mano en mis sábanas oscuras de seda, y moví mi cuerpo para intentar estar cómodo. Me ahogué más en mi cabeza y vi mi reflejo en el espejo del techo. Por segundos y minutos, inmerso en aquella apariencia humana con mirada más oscura que las tinieblas. Sin b
Localización: En alguna parte de la frontera de Carolina del Sur, Estados Unidos. Carlisle... Respiré hondo con mi mirada vaga, hacia aquella inmensidad de edificios que me rodeaban. En el parapeto de lo que estaba. Crucé mis piernas y llevé mis manos a los bolsillos de mi pantalón social negro, sintiendo ese viento frío soplando en la piel de mis antebrazos expuestos y cara. Erizando el pelo de esa segunda máscara. Miré hacia abajo, el tráfico caótico que se formaba con el regreso de personas del trabajo a casa o de otro lugar donde estaban. Los humanos eran tan frágiles y al mismo tiempo lograron sobrevivir durante siglos, siguiendo conceptos tontos y divinidades que ni siquiera existían. El comienzo del mundo... por los ojos de mi príncipe y señor Lucifer. un arcángel caído y poderoso. Que ahora tenía su verdadero rostro desfigurado por la caída al planeta tierra, aquello era nuestro cuento de hadas favorito. Que nos enseñaban nuestra diosa y señora Lilith. La prime
Ubicación: Columbia, Carolina del Sur, Estados Unidos.Carlisle... Giré hacia ese auto negro, un Volkswagen Crossfox, mientras Emme estaba en completo y mórbido silencio. No me miraba y ni siquiera quería decir algo, y lo entendí. No quise perturbarla ni pronunciar nada, pues sentía su energía aún asustada y con miedo. Experimentar esa emoción de repulsión hacia mí era como clavar una daga en mi pecho y arrancarla de arriba a abajo profundamente. Miré de soslayo hacia la misma, con mis pestañas bajando algunas veces, y simplemente respiré hondo volviendo mi atención al tránsito de la ciudad. Me di cuenta de la misma mirada, pero con esa energía de miedo. Parecía que estaba aprensiva, que algo le sucediera. O yo la lastimara de alguna forma. Sentí un dolor profundo sobre eso. Pues nunca le haría daño ni haría ningún daño a mi diosa. Me detuve en la señal y desvié mis ojos hasta los de ella. Que me miraba seria. Nos quedamos así por minutos, y después volví observando la
Emme... Me asusté cuando desapareció de mi vista, dejando solamente un olor extraño con su perfume amaderado en el aire y un humo que se disipaba. Sentí el vacío inundar mi habitación y una angustia mi corazón. Aún intentaba entender y aceptar lo que había sucedido. Cerré mis ojos, y nuevamente me acordé de su rostro demoníaco así que me remití al estacionamiento. La furia que estaba en su mirada hacia Albert. Y que en el cual fue de inmediato a su encuentro, cogiéndolo por el cuello de la camisa y colocándolo contra la pared al levantarlo del suelo en una forma sobrenatural, que me dejó asombrada. Ese hombre... mis dedos temblaron frenéticamente y respiré profundamente para calmarme, sentí el aire del oxígeno adentrarse profundamente en mis pulmones. Pero aún sentía esa angustia corroyéndome. La razón me alertaba de lo peligroso que era, dónde estaba y que si continuaba empeoraría. Mientras mi corazón sufría por la ausencia de aquel hombre... Demonio, en otras palabras. Al infierno.
Ubicación: Columbia, Carolina del Sur, Estados Unidos.Emme... Me levanté de aquel lecho, y miré mi lado derecho con un leve disgusto. Aún sentía los pequeños vacíos, dejado por mi amante infernal. Su falta, su olor y su mirada. Suspiré levemente al girar y encarar mi frente en una mirada vaga, y sin emoción. Me acerqué a mis piernas y las abracé, poniendo mi barbilla en mi rodilla. Mientras, todavía procesaba todo lo que pasó hace dos días. Su rostro demoníaco aún me perseguía, en mis sueños más profundos. Y me asustaba y me preocupaba que volvieras a entrar por esa puerta. Si me lastimaría o haría algún daño por haberlo mandado lejos. Lentamente me senté en el borde de la cama, y miré al suelo. Tardé hasta que mi cuerpo se levantó y fue al baño. Las cosas ya no eran las mismas, ni en la parte del trabajo. Aunque Carlisle no hubiera intervenido, y si sucediera lo peor no iría más. Después de ese intento de abuso que sufrí de Albert, de él tocando mis partes íntimas. a
–"¿Emmeline? ¿Emmeline?" –La voz de mi madre se hacía eco del celular. Quedé petrificada con aquella aparición. Una mujer hermosa, vestida de coro desde el cuello hasta las finas botas. Un lápiz labial caliente sangre y una mirada fatal con mechones marrones con hilos dorados que caen en olas en su hombro.–Mejor atender a su madre... –Susurró al dar una sonrisa leve, y sentarse en un banco tapizado junto a la mesa. Me llevó un tiempo despertarme del susto y levanté el teléfono de nuevo y me lo llevé al oído.–Hola mamá, no fue nada. Una rata apareció aquí en casa... y me asusté.–Vaya, compararme a un ratón. ¡Sólo porque tú eres el amor de Carlisle que te perdonó! –Oí bajo. Y comencé a entender. La misma debería está a mando de él.–Mamá, hablamos después, ¿sí? Besos. –Quité el aparato y apagué la llamada. –¿Quién eres? –Indagué alejándome.–Au. –Ella me gritó y me asusté, mientras se reía de mi cara. –Eso no es gracioso.-Para mí sí. Está peor que pollo en la fila para el matadero,
Mavie... Aparecí en el balcón del apartamento de Carlisle, llevé mis dedos hasta la puerta de cristal fume. Y me deslicé hacia el costado adentrándome, y dejando una brisa matutina entrar erizando las cortinas que dejaban más aquel ambiente oscuro. Cerré de inmediato cesando el aire, y lo vi acostado de lado con la espalda desnuda así como el resto de su cuerpo enrollándose en sábanas de seda negras. Suspiré en verlo así, sin salir de la cama y sin animo alguno para vivir su vida demoníaca. Después que se hechizó por aquella humana sin sal alguno. Hice una mueca de desagrado cuando oí:–Mavis... –En una voz embargada y deplorable.–Estoy aquí. –Anuncié al acercarme a su lecho. El mismo se volvió hacia mí, con su barba naciendo de aquel bello rostro humano. Sentí pena por ese demonio, hermano mío... ¿Cómo fue a parar así y aún más por una raza inferior, de aquel creador de mierda. –Cómo está hoy?–¿Qué te parece? –Hizo una expresión melancólica, y que realmente era digna de pen